La primavera feminista y la contraofensiva patriarcal

(Por: Irene León)

Uno de los más relevantes hechos políticos contemporáneos es el posicionamiento del feminismo como una fuerza transformadora de alcance mundial, conseguido tanto por sus aportes a la movilización de ideas para aprehender la realidad y actuar sobre ella, como por la acción política y estratégica que, como pieza medular para todo cambio, se despliega desde múltiples escenarios.

De Buenos Aires a Manila, de Ciudad del Cabo a Sao Paulo, de Delhi a San Juan y en todos los rincones del planeta, una multiplicidad de situaciones estructurales y datos delinean la abigarrada cartografía de las relaciones de poder patriarcal, a la vez que amplias movilizaciones, reivindicaciones y resistencias revelan el carácter histórico, por tanto reversible, de ese poder.

Estos avances políticos y teóricos han permitido mostrar que la transformación de la realidad socio económica de las mujeres tiene una relación dialéctica con cambios en la estructura general de la sociedad. Así, en un contexto en el que se condensa la concentración de bienes y recursos y se multiplican los niveles de exclusión geoeconómica, el feminismo coloca la contradicción capital-vida como categoría de análisis indispensable para explicar fenómenos tales como la tendencia al descarte exponencial de las mujeres y otras personas afectadas por desigualdades estructurales.

La contradicción capital-vida se agudiza mientras la reproducción del capitalismo global apunta a la mercantilización de la vida -de todas las esferas y de todas las necesidades-, a la vez que su expansión reposa sobre la intensificación de la explotación de la naturaleza y de las personas.

Un feminismo de alta intensidad propone, actúa y disputa horizontes de futuro en América Latina y el Caribe, donde un inédito proceso histórico de cambios levantado desde inicios del presente siglo, puso en perspectiva propuestas de bien común, redistribución y derechos, con alcances en escenarios nacionales e incluso regionales y del Sur. Concomitantemente, una multiplicidad de vertientes, corrientes y tendencias del movimiento feminista logró levantar una significativa movilización de masas, con reivindicaciones que abarcan desde el derecho al aborto y por una vida sin violencia hasta la lucha por la reforma agraria, contra la pobreza o el calentamiento global.

Conclusión

El feminismo ha esparcido su convocatoria a colocar la sostenibilidad de la vida al centro de un nuevo proyecto de sociedad, libre de los poderes patriarcales y capitalistas, despojado del neocolonialismo corporativo y de la dictadura del mercado. Se trata de un proyecto de paz en el mundo y en la vida cotidiana, que apela a la conformación de un extenso movimiento para cambiar el mundo.

En palabras de Magdalena León T.: “La expansión geográfica va junto con la proyección de los alcances estratégicos del feminismo: se trata de transformar el mundo, de impulsar un cambio radical del sistema hegemónico, de salir de un capitalismo depredador, de dejar atrás el orden patriarcal y toda forma de dominación, explotación y violencia.

Una transformación urgente ante la que las mujeres ya se ubican al frente, movidas por un compromiso con la vida que, de diversas formas pero de manera continua, han sostenido a lo largo de la historia. Construir condiciones materiales desde una lógica del cuidado de la vida, luchar por igualdad y justicia, están en la base de experiencias que convierten ya al feminismo en solución para un mundo en crisis.”

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