Los Desaparecidos

(Cuarta parte. Espero sea la última. 24 de mayo de 2021).

Por: Francisco Parada Walsh*

¿Dónde estás hija mía? ¿Dónde estás madre mía?: Respóndeme por favor, me he vuelto loca de buscarte, ando perdida, fui a los hospitales, a la policía, a Medicina Legal y nadie sabe de ti, ¿Dónde estás madre mía? ¿Dónde estás hija mía? ¿Dónde estás El Salvador? ¿Cómo permites llamarte El Salvador si no puedes salvar a los tuyos? ¡País malo!

Cada temblor que te sacude El Salvador es porque un hijo tuyo araña la tierra para salir de ese pozo, de ese manglar, de la muerte; tierra sacudida por el mal que te llevas a la mejor gente, patria no querida que escondes tras lujosas cortinas el dolor de la madre que grita por su hijo, por su hija, por el esposo, por El Salvador.

Debes cambiarte el nombre, no mereces tan altivo nombre, basta que te llames “El”, eso es todo, de Salvador ¡no tienes nada, nada, nada! La tierra a la que hemos de volver vomita a sus hijos para que sus diosas madres puedan siquiera saber dónde está sus hijos, algún consuelo, ¡Qué consuelo! Ese no es consuelo, eso no, los padres, los hijos, todos quieren a los suyos vivos, pero no, un país que se conforma con entregar huesos azules y blancos no tiene perdón de Dios y por un momento dudo que Dios exista, no, esto no lo debe permitir Dios, no; dejar que violen, maten a sus hijos no es libre albedrío, es una monstruosidad la que vivimos.

Un país, una nación que voltea la mirada a la indolencia y no al dolor tiene lo que merece, nadie quiere ponerse en los zapatos del otro, nadie, todos quieren que aquel, aquella, éste, les resuelvan los problemas; no, eso no se vale, ya no eres Patria Querida, te debes llamar Patria Mala, Mil veces mala.

La tierra tiembla, ahora entiendo por qué nos llamamos “El valle de las Hamacas” pero ese nombre está mal, es incorrecto, debemos llamarnos “El Valle de las Hamacas con muertos”, muertos que gimen de dolor, de tristeza al ver que un país no les dio la espalda sino las nalgas, país malo, mil veces malo que pares sicópatas de todas las tallas para arrancarnos de raíz a nuestros hijos, no, ya esa figura jurídica de “Desaparecido” desapareció, ¡Qué desprecio a la vida”, ¿Cuántas Chalchuapas hay gritando de dolor, rasgando la tierra, queriendo gritar: ¡Madre, aquí estoy, llévame a casa, cuídame, tengo miedo, tengo terror? ¿Cómo podemos ser tan indiferentes a lo que sucede a nuestra gente? ¿Cómo Dios mío?

Mientras un monseñor se preocupa más por dar las gracias por ser vacunado, una de tantas, en vez de alzar la voz y gritarle a Dios que pare esta barbarie, no, ese tema es intocable, ¡Que siga la orgía de sangre, de violación, de muerte! Esto duele mucho, más de lo que imaginaba, más; me ahuevo ser salvadoreño, me ahuevo ser indolente, me ahuevo de mí mismo que prefiero cambiar el canal de la vida y callar; ver, oír y callar, no, eso es de cobardes, de salvadoreños ¡Hagan algo en el nombre de Dios! La tierra se sacude, cada temblor es un salvadoreño que quiere regresar a su casa, el epicentro no es la costa sino Chalchuapa donde la sangre azul se derrama, inunda los maizales, maíz rojo, maíz de muerto.

Bandera Salvadoreña, ya tus colores no serán el azul y blanco, serás una bandera roja, olor a chuquía, algo no tan nuevo en ti. Escudo Nacional, no hay blasón de héroes sino de mártires mujeres, mártires niños, mártires hombres de bien que su pecado es ser hijos de una patria que calla, una patria patoja, ciega, sorda y muda, eso eres tú, “El”, ya no, jamás te llamaré El Salvador, jamás.

Cuentos de Barro, Hombres de Barro, tumbas de Barro, Muertos en Barro; El alfarero falló, no pudo tallar la vida en barro, sino que talló la muerte en barro rojo, no, esto parece una película de terror pero es mi realidad, mi verdad, mi dolor, mi hijo, mi padre, mi madre la que muere. La muerte no es cuantitativa, es cualitativa, basta una tan solo una persona que muera para que entendamos que perdimos algo de nosotros, somos un todo y debe la nación hincarse y pedir perdón a todos los desaparecidos ¡Les fallamos!

Escudo Nacional, los laureles que te embellecen deben ser rosas negras que te entristecen, cada gajo de rosas es un muerto que grita ¡Sáquenme de aquí! , la leyenda: “Dios, Unión, Libertad” debe decir: “Diablo, Desunión, Muerte azul”; los cinco pabellones no son las naciones centroamericanas, son “el miedo, el llanto, el dolor, la pérdida, la tragedia”; el arco iris debe tener siete colores, todos negros, diferentes tonalidades, colores que lloran patria; en vez de gorro frigio debe germinar una cruz azul y blanco, hincada, pidiendo perdón; la Leyenda: “15 de Septiembre de 1821” se debe cambiar por “20 de Mayo de 2021”.

Pido perdón a las familias de los desaparecidos por estar desaparecido, por ser otro salvadoreño indolente, por no ser solidarios con ustedes, por ser salvadoreño, les pido perdón.  El único salvadoreño que merece portar en el pecho la bandera nacional es el ingeniero  ISRAEL TICAS, nadie merece tal honor.

*Médico salvadoreño

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

A %d blogueros les gusta esto: