Soy Ateo pero creo…

En un amor superior entre nosotros. No ese amor que nos venden las novelas y las redes sociales sino en un amor ágape, fraterno, de servicio.

Por: Francisco Parada Walsh*

Soy Ateo pero creo en que no es asistiendo a cultos, vigilias ni participando en procesiones donde se carga de mentiras a ese Jesús mientras soy malo de verdad.

Soy Ateo pero creo que mi hermano debe comer lo mismo que yo, que el mundo está lleno de jesuses, de vírgenes, de santos; si, esos santos que se disfrazan de indigentes, de drogadictos, de  niños huele pegas y que nos esperan en los semáforos para ver si surtió efecto la misa dominical y se quedan tristes cuando ven que los evitamos, que subimos el vidrio de la indolencia, que somos peores cada día.

Soy Ateo pero creo en que no necesito a dios ni al diablo en mi corazón, ellos habitan en mí desde mi primer bocanada de aire contaminado y que, a pesar de mi ateísmo sirvo a mi prójimo, a mi enfermo, a mi gato y no dudo haber ayudado a un diablo a curar sus heridas pero ese es mi trabajo, mi pasión.

Soy Ateo pero creo en que el cielo se construye acá, se vive acá e igual el infierno y en esa dicotomía debo creer que solo siguiendo la verdad, la compasión puedo ser más cura que un cura, al final ejerzo un sacerdocio algo diferente, el vino es lo único que tenemos en común con la iglesia o quizá sea alcoholismo, luego son mi pandilla de gatos los servidores de la iglesia, el coro, los que recogen la limosna, ¿Dije limosna? ¡Pero si dios no necesita limosna, lo necesita el hambriento, el desempleado, el paria salvadoreño! Y ahí, van los gatos en el mayor silencio quienes pasan de banca en banca pidiendo reales, apenas se oyen caer monedas, todos mentimos, todos; hay más dinero pero damos no lo que nos duele sino lo que sobra; ya he visto a gatos quedarse con algunos centavos y los he seguido al Súper Selectos, todos van por su bolsa de Whiskas y yo voy por mi bote de whiskey, son ellos los que tienen ganado un lugar en el cielo gatuno, su inocencia, su pureza mientras yo, me atiborro de vino que en vano limpia mis venas y de mentiras, de una vida de constricción, de caritas piadosas cuando desde la última banca me imagino  a la guapa mujer que está unas bancas delante de mi haciendo realidad mis fantasías sexuales ¡Verdad de verdades! Soy Ateo pero creo en que, viviendo en esta lejanía soy capaz de cambiar vidas, quizá no para siempre pero me basta aliviar una dolama y regalar la medicina lo que hace que las caras pálidas de mis pacientes, tomen color, es como que se encendiese un bombillo rojo, que ilumina mi clínica y entiendo que esa familia, va feliz, que mi actuación en ese teatro de la vida les fascinó y aun, siento que di poco.

Soy Ateo pero creo en un mundo mejor, en que no necesito de nadie para dar esos pasos en busca del anciano, del pobre, del niño ¿Qué tanto cuesta identificar a esos Lázaros? ¡No cuesta! La pobreza se huele, se olfatea como el marrano que busca trufas, así hago, me convierto en un grasoso marrano que su hocico y sus fosas nasales siguen rastros invisibles al ojo humano, rastros de hambre, de deudas, de enfermedades, de desesperación; mi nariz está cansada pero satisfecha, dimos en el blanco, dimos en el blanco.

Soy Ateo pero creo en que de este mundo vacío no me llevaré nada, me he quebrado la cabeza qué me pudiera llevar y por más que le doy vuelta al asunto ¡No me llevaré nada! Entonces si voy a dejar todo menos mis despojos humanos, debo servir, debo amar, debo sanar, aunque a veces pienso que quien necesita sanar soy yo; los demás son alentados, están sanos, el enfermo soy yo, porque soy ateo  ya es suficiente para que algunos lectores y conocidos oren por mí, me clasifiquen como alma perdida, un hombre vacío cuando “Pobrecito mi patrón piensa que el pobre soy yo”

*Médico salvadoreño

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

A %d blogueros les gusta esto: