Yira, Yira

La música es otro mundo que habito, no sé mi nombre en esa dimensión, quizá se llame Felicidad. En la rocola de la vida, mi mente guarda bellísimas melodías, y algunas, que sé, tienen espinas, que tienen dolor.

Por: Francisco Parada Walsh*

Es en ese infinito que amo el rock, el tango, a José Alfredo Jiménez, Cuco Sánchez, Julio Iglesias, Caetano Veloso y prueba fehaciente de ello, es que en un destartalado casete en los viejos tiempos, grabé la canción “Cucurucu Paloma” que es el cierre de una película de Pedro Almodóvar tantas veces como cabía.

Mis pacientes le decían a la secretaria mientras esperaban pasar, “El doctor quizá está enamorado, solo la misma canción oye”, sí, estaba, estoy y estaré enamorado de la vida, de esas voces mágicas y del tango, del bandoneón que es mi perdición. Debo hacer del conocimiento del lector que las palabras que no se entienden son de ese mágico  lenguaje lunfardo y cada una llevará su respectiva traducción.

“Cuando la suerte que es grela (Mujer de medio ambiente), fallando, fallando te largue parao, cuando estés bien en la vía sin rumbo, desesperao; cuando no tengas ni fe, ni yerba de ayer secándose al sol; cuando rajés los tamangos (Zapatos) buscando ese mango que te haga  morfar (Comer), la indiferencia del mundo, que es sordo y que es mudo, recién sentirás”.

(Quizá no haya tango más profético que esta obra de dolor, donde la indiferencia del mundo del gran Discépolo me puya las costillas, me dice que todo lo que vivimos, es por culpa de esa indiferencia al otro, al hambre del hermano y al hermano con hambre, a talar tantos arboles pueda, a producir todas las vacunas que, sirvan o no sirvan harán rico al productor y a muchísimos más; no puedo ni recordar los momentos en que me encontrado desesperado, sin fe y ni para el café; caminar, rajando los zapatos en busca de un futuro mejor, y al final, a nadie le importa. Quizá debo aprender más de este escrito, es un día doloroso, perder un hijo no es fácil, es lo más duro de la vida y no debo esperar a que mi vida sea una tragedia para servir a mi prójimo, todos creemos que somos “buenas personas”, y pueda ser, pero no, debemos hacer la diferencia haciendo a un lado la indiferencia y detenernos a pensar, siquiera a pensar por qué alguien nos busca, nos llama, nos necesita y detener el tiempo, volver la mirada hacia atrás y no esperar escuchar los pasos del hambre sino salir en su búsqueda, eso debo hacer.)

Verás que todo es mentira. Verás que nada es amor, que al mundo nada le importa. Yira..Yira”. (Soy ingenuo, demasiado sencillo, pensé en dejar un mundo normal y no este manicomio donde todo es mentira,  el odio derrota al amor en una pelea con límite de tiempo y totalmente amañada por el juez mundo, y a éste, nada le importa más que gane el odio para que el mundo siga yirando, yirando).”Aunque te quiebre la vida, aunque te muerda un dolor, no esperes nunca una ayuda, ni una mano, ni un favor”.

(De conocidos. Soy amigo de casi todos los perros de la montaña,}; pero amigos, amigos ¡Qué palabra más huraña! Apenas tres, apenas tres y me basta, los otros, nunca fueron amigos, todo fue eventual, pasajero, de sacar provecho mutuo; cuando la lepra se toma un cuerpo, parece que nadie quiere estar cerca del enfermo, quizá no sea lepra, sino pobreza, la palabra más soez y vulgar en la vida del mundo).

Cuando estén secas las pilas de todos los timbres que vos apretás, buscando un pecho fraterno para morir abrazao, cuando te largues parao después de chinchar(Trabajar arduamente), lo mismo que a mí; cuando manyes (Darse cuenta) que a tu lado, se prueban la ropa que vas a dejar, te acordarás de este otario (Tonto) que un día cansado, se puso a ladrar”.

(Qué triste es que las pilas de un timbre se sequen de tanto apretarlo y ver que nadie nos abra la puerta, no, ese pecho fraterno siquiera para morir sintiendo el calor del amor; y saber que toca empezar a caminar, volver a casa sin nada, sin futuro, solo con tristeza y desesperación; y qué duro entender que los buitres no son aves, son humanos disfrazados de pájaros, solo esperando que el leproso caiga y lo devoran, todo queda, todo queda en sus manos; no hubo amor. Y escribir o ladrar, es lo mismo, ladro por mí, por conocer demasiado la vida, demasiado el dolor, y preguntarme de qué lado estoy la próxima vez que el hermano invisible me busque, si soy el mundo que yira, yira, ese que nadie quiere tener cerca; si soy el timbre con las pilas secas, sordas, ciegas y mudas que no escucho el ladrido del amigo, del que me busca, olvido el karma, olvido que debo invertir en mi vejez o soy un hermano que, descendiente de Feliciano Ama, practica tan hermoso verbo: Ama. No con dinero sino con obras.) Es Mick Jagger que, entre dormido y despierto toma el bandoneón, y con su particular estilo, empieza a tocar  ¡I can´ t get no, Satisfaction!

*Médico salvadoreño

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