Un Cementerio, un país

Por: Francisco Parada Walsh*

Cuando escuchamos la palabra cementerio inmediatamente lo asociamos a la muerte de una persona, ¿Por qué solo los humanos pueden tener cementerios?: Parece que estamos equivocados pues tanto los animales como las cosas tienen su propio cementerio; el país ha retrocedido décadas en apenas meses, muchos somos los afectados y pocos los bien librados, es un país que no se le ve patas ni cabeza, es una tragedia la que vivimos y nada hace reaccionar a las autoridades.

Miles de locales cerrados, muertos y tenemos un cementerio para los locales que daban trabajo a cientos de miles de personas, el país no era un faro en la luz de la economía mundial sin embargo se caminaba, despacio pero se caminaba, siempre un capitalismo voraz que poco cambió y lo poco que se modificó fue para volverse más voraz. Así las cosas, un país donde todo está por los suelos, gran jugada para los que manejan efectivo y poder terminar de reventar a esta población que mansamente aceptó las condiciones del juego sin ¡Siquiera estar participando! Aun, pueden liquidar a los ex empresarios sin usar un cinco de su dinero, para eso está la caja chica del gobierno que hace y deshace y vuelve a deshacer con mí y su dinero.

Un cementerio, un país que cae en picada y que con todo el dolo del mundo se destruyeron fuentes de trabajo, se colocaron bombas a una economía patuleca donde se apostó a encerrar a un pueblo enceguecido por el fanatismo, por el hambre, por la falta de oportunidades. Pareciera que no nos afectará,  da la impresión que algunos saldremos bien librados y cual circo romano pareciera que los gladiadores que participan en la contienda son esclavos extranjeros cuando los esclavos somos nosotros y los senadores son esa oligarquía que ejercen un poder cual aguas que corren bajo el puente; así, creemos que solo veremos la debacle del vecino y no la nuestra, que seremos testigos de que los fanáticos del gobierno serán los únicos beneficiados y que solo ellos llevarán agua a su molino cuando el río desbordado no entiende ni entenderá de colores ni de  partidos partidos; como dice el gran Eduardo Galeano: “Si votar cambiara algo, no se nos permitiría votar” y qué palabras más sabias, me ajotan a que salga a votar y que soy importante, y aun, pienso en mis adentros que “debo votar aunque sea por el menos peor para que no me quede algún dolor o resentimiento de no haber ido a votar” y ¡Ya mordí el anzuelo! Me creo el cuento de que si no voto seré el culpable de mi fatal decisión y de todas las tropelías que un gobierno pueda hacer.

En el cementerio no solo se entierran cuerpos fríos, tiesos e indiferentes sino que el peor cementerio que un país puede tener es donde en vez de rígidos cuerpos se entierran los sueños de un país, aquel niño que pensaba estudiar, prepararse pues su padre lo apoyaría y sucede que a este padre se le pegó un tiro de desgracia en plena sien, sien que no es izquierda ni derecha sino la sien de los pobres; cementerio de jóvenes profesionales que son y serán condenados a la pobreza y que si tienen valor deberán salir a las calles a gritar, a exigir sus derechos ante cuerpos de seguridad que cada vez serán más represivos, más violentos, más vendidos.

Todo está elaborado de tal forma que son mentes maquiavélicas los responsables de lo que se viene, no crea que resultados electorales serán casualidades o por el pésimo trabajo llevado a cabo por el ejecutivo; pregúntese amigo lector ¿Dónde están los más de tres mil millones de dólares del cual se niegan a dar información y a rendir cuentas? Votos comprados, alcaldías quebradas por el impago del FODES, fuerza Armada vendida siendo un crimen de lesa humanidad pues por un par de millones permitir que los más de ochenta mil muertos que hubo durante el conflicto armado no sean importantes para nuestra historia y sobre todo para cincelar un futuro donde no volvamos a ese turbulento pasado. Cementerio de la dignidad, de los valores, de sueños, de un futuro mejor. Eso somos, un país de hijos de puta, el país de Dalton.

*Médico salvadoreño

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