Impunidad institucional y mal grupal

La violación es un delito sexual que consiste en, forzar a una persona a mantener relaciones sexuales sin su consentimiento (https://es.wikipedia.org/wiki/violación). Acto cometido, mayoritariamente, por personas que tienen una relación muy cercana con la víctima. Este hecho, puede generar una variedad de síntomas físicos y psicológicos.

Por: José Guillermo Mártir Hidalgo

Durante el asalto la víctima puede responder luchando, huyendo o paralizándose. La sobreviviente puede desarrollar síntomas de estrés post traumático y una amplia gama de síntomas psicosomáticos.

El abuso sexual infantil se da, cuando un niño es utilizado como objeto sexual, existiendo o no relación simétrica o asimétrica con el abusador (https://es.wikipedia.org/wiki/Abuso_Sexual_Infantil). La víctima ve afectado su desarrollo psicoemocional y la respuesta sexual en su vida adulta. La mayoría de las víctimas requerirán apoyo psicológico, para evitar sufrir secuelas del abuso en su vida adulta. Los abusos sexuales algunas veces se olvidan y reaparecen en la adultez, debido a la disociación y a la amnesia selectiva. Los abusadores suelen ser padres biológicos, familiares cercanos, conocidos no familiares y padrastros.  Regularmente, el abuso sexual de un menor consta de varias fases como la seducción, la interacción sexual abusiva, la instauración del secreto, la divulgación y la represión. Los dos grandes tipos de indicios de la existencia de abusos sexuales son, los problemas conductuales y las dificultades emocionales en las víctimas.

El treinta y uno de octubre del presente año, una niña de trece años de edad, fue violada por un soldado de las fuerzas especiales, en la cancha de fútbol de la Colonia Bosques del Rio, Soyapango (https://www.elsalvador.com/fotogalerias/noticias-fotogalerias/nina-fue-agredida-por-soldado-en-soyapango-y-el-estado-lo-nego/1106765/2023/). Según el periódico EDH, el caso ha quedado oculto y hay ordenes de no avanzar en la indagación.

En opinión del filósofo peruano Miguel Ángel Polo Santillán, la responsabilidad es una coerción interior y exterior, en cuyo significado subyace la “obligación” (https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-9273201900049). La responsabilidad la asociamos a los deberes y obligaciones que tenemos, pero, es un correlato del poder. La clase y magnitud del poder, determina la clase y magnitud de la responsabilidad. Pero para ser responsable, se debe imputar a alguien una acción. En una vida asumida fragmentadamente, no puede ser pensada en términos de autorresponsabilidad. Un mundo egocéntrico como el nuestro, pensamos la autorrealización como un proyecto individual, solitario y aislado. De esta manera, reforzamos la ontología separatista y fragmentada. Como las actividades sociales se producen dentro de instituciones, tenemos que incluirlas dentro del tema de la responsabilidad. Una institución puede favorecer las prácticas responsables o puede promover lo contrario.

El antropólogo mexicano Jorge Durand dice que, los requisitos indispensables que deben cumplir las instituciones son inmunidad a la corrupción, reclutamiento y promoción meritocrática; ausencia de islas de poder como feudos, bandas, cacicazgos, etc. (https://www.jornada.com.mx/notas/2022/01/16/politica/impunidad-institucional-20220116/). El meollo del asunto radica en la impunidad. La corrupción no se califica como delito grave; no se persigue ni se castiga el nepotismo, el amiguismo o el clientelismo; se considera una virtud la lealtad al jefe, la sumisión y el sentido corporativo y excluyente de muchas instituciones. Muchas instituciones gozan de impunidad. La impunidad institucional de todo órgano de gobierno, afecta directamente a la población en su vida cotidiana y en su proyección a futuro.

El soldado abusador puede ser un sociópata, es decir, una persona que no muestra ninguna consideración por lo bueno y lo malo, ignorando los derechos y sentimientos de los demás, principalmente, de la niña violada (https://es.scribd.com/document/411844723/Conducta-Sociopatica). De igual manera, el comportamiento criminal del soldado puede deberse a la impunidad que goza la institución de la que forma parte. La impunidad es una circunstancia de no recibir castigo un delito o un delincuente.

Los hombres y mujeres que ingresan a las Fuerzas Armadas, son personas corrientes. Pero en su formación y entrenamiento adquieren vínculos, actitudes, adoctrinamientos y destrezas que los separan radicalmente del ciudadano común. Esta formación especializada posibilita que, en condiciones especiales, sean capaces de perpetrar acciones atentatorias contra la dignidad y derechos de las personas.

El psiquiatra chileno Francisco Huneeus y la psicóloga chilena Sandra Isella Perotti, expresan que el mal es la imposición deliberada de un sufrimiento cruel y doloroso a otro ser humano (https://www.psicologiamadrid.es/wp-content/uploads/2020/02/articulo-maldad-grupal-psicologa-madrid-_isella.pdf). Consideran que es imposible evitar el estudio del mal grupal acaecido dentro de grupos armados y organizados. Ya que es el que más nos problematiza y amenaza.

Algunas características psicológicas de los grupos militarizados son que, funcionan como un todo de la manera más primitiva e inmadura. El individuo tiende a sufrir una regresión emocional apenas se convierte en miembro de un grupo. Manifestación importante de esa regresión es la subordinación obligada al superior que implica, una abdicación de su voluntad. El miembro del grupo abdica a su sentido moral y su responsabilidad en favor del grupo. El individuo abandona su conciencia, pero, la conciencia del grupo como un todo, puede fragmentarse y diluirse hasta llegar a dejar de existir. El encubrimiento es la mentira grupal, cuyo móvil es el miedo a ser enjuiciado, a ser un soplón, al desprestigio, a la condena y a la muerte.

La conducta maligna se basa en dos creencias, una situación en que se acepta la suposición que la víctima es débil, incompetente o inferior, en base a esto, se trata como objeto. Y la suposición que la víctima es una amenaza a la seguridad física o psicológica del ejecutor, así que cualquier acción destructiva en contra de la víctima es justificada. Una vez que la persona acepta una atrocidad sin sentir nada, el paso que sigue es que ella misma cometa la atrocidad. Otros elementos en la producción del mal grupal son el narcisismo grupal, la pereza ante cualquier reevaluación y las construcciones mentales socialmente compartidas y reforzadas.

*Psicólogo salvadoreño

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