7 años de silencio por decreto de «transparencia»

En cualquier país, es normal que los gobernantes protejan la información que pueda poner en peligro los intereses ciudadanos y de la nación, la denominada información de Seguridad Nacional. Sin embargo, ocultar y esconder aspectos elementales y básicos del derecho a la información es absurdo y solo despierta la duda, «¿qué ocultan?».

Por: Enrique Fernández

A estas alturas, rondan miles de dudas ciudadanas, de las que analizaremos las siguientes:

– ¿Por qué se compraron en miles lotes de medicamentos no aptas para tratamientos Covid, teniendo en el país un experto asesor de la OMS-OPS?, hecho que confirman después de 3 años los sindicatos del sector salud en una denuncia reciente.

– ¿Por qué se afirma que hay 500 días sin homicidios, y casi se dice que «en El Salvador nadie se muere», pero familiares de detenidos por los 20 meses del régimen de excepción reportan cerca de 250 casos documentados de personas muertas en las prisiones en circunstancias que las autoridades no han querido aclarar?

– ¿Por qué para los paquetes de alimentación para familias afectadas durante la pandemia se buscó un proveedor de Sinaloa, México, mismo lugar donde aparecieron medicinas para Covid y paquetes de alimentos de los regalados en el país, habiendo producción de maíz y frijol local?

– ¿Por qué un DUI apareció registrado 2,300 veces cobrando los $300, dados a algunos durante la pandemia?

– ¿Cuánta gente murió al ser encerrada durante la pandemia por haberse infectado en esos centros de contención o no tener atención médica adecuada por otras enfermedades?

– ¿Por qué ahora no utilizan el hospital más cool de América Latina, el Hospital El Salvador, y para qué se usa hoy (quizá como trolls center)?

– ¿Por qué se compraron cientos de miles de computadoras para el programa de educación a un precio muy superior al mercado?

– ¿Cuántos Bitcoin se han comprado, y qué resultados tenemos de esa estrategia de inversión especulativa del dinero de la nación, es como jugarse el dinero de la comida de la familia pensando que al ganar más la familia comerá más?

-¿Por qué no se cobran impuestos ni otros canon por operaciones de empresas extranjeras que vienen al país para negocios de criptomonedas , casinos y del sector hotelero- turístico a los inversores en negocios que se instalarán en el centro histórico de San Salvador y por qué esos rubros y a quienes quieren favorecen con esa medida, pareciera que el gobierno no quiere ingresos para hacienda, a cambio de qué ?

– Y por último, la que tiene que ver con las finanzas públicas: Al final de estos 4 años de gobierno.

¿De los montos presupuestados a cada ministerio y autónomas, cuánto de lo asignado se gastaron al final del año, qué carteras de Estado se gastaron más de lo asignado originalmente, cuántos recursos se reorientan y cuáles son los criterios?

¿A dónde se gasta más dinero del ESTADO al final del año, y revisando los datos se quitan de todos lados de salud, educación, agricultura, niñez, pero cuáles carteras gastan exorbitantes presupuestos: Secretaría de la Presidencia, Comunicaciones y Propaganda, Relaciones Exteriores y el Ministerio de Defensa?

Y que le respondan al pueblo: ¿QUIÉN SE GASTA EL PRESUPUESTO DEL PAÍS? y podremos intuir la respuesta a «Dime en qué gastas y te diré para quién Gobiernas»

Estas y miles de preguntas más, no tienen respuesta, sino hasta después de 7 años prorrogables con el segundo mandato presidencial. Han convertido el Instituto de Acceso a la Información, IAIP, en el Instituto de acceso al Silencio por 7 años, donde es prohibido tener información ciudadana por decreto ordenado por un tuit. El eslogan copiado de que «el dinero alcanza cuando nadie roba» muestra que si su talón de Aquiles no es la corrupción como dicen, ¿por qué entonces tanto temor a dejar que la luz de la transparencia lo ilumine todo? Si las cuentas públicas son realmente claras, ¿por qué le tienen miedo al escrutinio independiente y veraz de la ciudadanía?

¿Tan podrido está eso que ocultan y temen que una mínima luz del sol lo desmorone? Exigimos respuestas contundentes a estas y otras preguntas incómodas. Porque el secreto suele ser el mejor aliado de quienes algo o mucho esconden.

La máquina de la mediocridad: cuando la ineptitud se institucionaliza

Estamos ante una maquinaria orwelliana que fabrica, tergiversa y amplifica con esteroides selectivos los pretendidos logros oficiales, mientras oculta y falsea la verdad a cualquier costo. La duda nos invade como una espesa niebla tóxica, alimentada por la omnipresente corrupción. La información parcial, maquillada y exagerada solo sirve para revolver el turbio caldo de desconfianza.

La negligencia de este gobierno no es una falta casual, es una práctica común y normal. La ausencia de transparencia no es un defecto, es una «estrategia» del nuevo estilo de gobernar que pregonan. Cuando lo opaco y lo inepto dejan de ser accidentales para institucionalizarse, es porque esa es realmente la forma y estilo que han elegido de conducir el Estado. Ya no son errores, es su «modo perverso de operar». Y así pretenden seguir hipotecando el futuro de todos. Con decisiones tomadas a puertas cerradas sin nuestro conocimiento ni consentimiento. Solo a través de la transparencia radical, la rendición de cuentas sin cuartel y la buena gestión basada en resultados comprobables, podremos reconstruir un futuro con esperanza en lugar de niebla tóxica.

De forma brillante nos conduce al abismo del desarrollo, adormeciendo al pueblo con entretenimiento mientras vacía las arcas públicas. Superando a los viejos zorros que al menos gobernaban a la vista, y cualquier ciudadano o medios tenía acceso a datos y podía investigar cómo iban las cuentas; no tras una pantalla de realidad virtual.

«La dictadura de lo oculto: un Estado al que no le importa rendir cuentas»

Nicolás Maquiavelo: Teórico político decía que la apariencia y la ilusión son más importantes que la verdad y la virtud para conservar el poder. Otro experto en engañar a las masas con espectáculos. Calígula: Emperador romano famoso por sus excesos, caprichos y el despilfarro de fondos públicos en lujos y lujuriosos placeres, mientras el Imperio se desangraba en crisis. Ambos aplicaban como estrategia de poder mantener el entretenimiento vacío como distracción permanente para el populacho.

Reflejo de ello y no muy lejos de esas prácticas antiguas el manejo actual de la información la cual sesgada, o sobredimensionadas intensifica nuestras sospechas y desconfianza. Todo indica que estamos ante una maquinaria que fabrica, maquilla, aumenta y exagera con esteroides los logros oficiales.

La negligencia es evidente. Los ciudadanos sufren las consecuencias de decisiones tomadas a sus espaldas. La falta de transparencia en la gestión de la pandemia pudo haber provocado muertes y sufrimiento innecesario, veamos cómo se ocultaron las verdaderas cifras de muertes durante la pandemia que según organismos internacionales y testigos del personal salud locales los decesos fueron 5 veces más que los datos oficiales reportados.

El despilfarro y las prioridades cuestionables abundan. Medicamentos inútiles, computadoras infladas de precio y especulación en Bitcoin malgastan recursos públicos. Millones en comunicaciones y propaganda, y un gasto militar excesivo que reemplaza a la seguridad pública. Estos gastos plantean interrogantes sobre las prioridades del gobierno.

Es momento de que el pueblo recupere su derecho soberano a una información pública oportuna, veraz e intocable. Donde la verdad deje de ser rehén de decretos silenciadores y vuelva a ser un faro guía para el progreso colectivo.

Basta de tergiversación interesada y datos a medias. Exigimos verdad plena, sin maquillaje ni censura. Queremos luz antes que mentira calculada y decretos que imponen silencio. volvamos al turno de la transparencia ¡derecho ciudadano!.

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