El Salvador: ¿El país más seguro?

Luego del golpe de estado impulsado por Martínez, el país se des institucionalizó con rapidez. El Crack del ´29, constituyó la causal exógena de aquel escenario. Aquel fue la consecuencia de un boom especulativo que arrastró a toda la economía a un quiebre súbito, que se cebara en particular con aquellos cuya economía no estaba diversificada.

Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*

La nuestra dependía desde 1881 del café, cuando los ejidos fueran arrebatados por decreto a la población indígena, y transferidos a las infames familias de los denominados 14 grandes, que la expoliaran a su favor, con la complicidad del estado.

La misma fórmula se aplicó en los 90’s, cuando los activos estatales fueran transferidos por ARENA a las mismas familias oligarcas, bajo el supuesto de que al ser gestionados esos bienes por los mismos que se apropiaron las tierras para su expolio en 1881, nos beneficiaríamos por rebalse.

Todos conocemos los resultados del quiebre institucional del ´32: se asesinó a 35,000 campesinos en Izalco, extendiendo las matanzas durante 8 meses de acuerdo a la Universidad de Texas, derivando en un etnocidio, que algunos cálculos tasan en 70,000 víctimas.

La dictadura resultante se caracterizó por el férreo control del territorio, lo que algunos recuerdan como una época segura.

Sin embargo, tal supuesto se cae al revisar los periódicos y los sumarios de la FGR de entonces, que reportan como ahora sendos asesinatos, generalmente derivados de la intolerancia promovida por el régimen.

Este breve sumario no hace difícil reconocer los paralelos entre el martinato, sus crímenes y el actual régimen, que es también ilegítimo pues resulta de un golpe de estado, un autogolpe contra el órgano judicial, al cual moldeo de acuerdo a sus intereses como sucediera en el martinato, degenerando en una extendida corrupción con paralelo sólo en los gobiernos militares. También en el presente ha habido expropiaciones de tierras, a pequeños y humildes tenedores, para dedicarlas supuestamente al desarrollo territorial, siendo en cambio entregadas a privados, tal cual sucediera en 1881, quienes las expolian a su favor.

Como en aquella época también ahora la economía depende del monocultivo, la caña de azúcar, apostándole en paralelo como en aquellos días a la especulación financiera, los cripto activos, con la misma acumulación de fracasos que solo suman deuda pública, mientras sus promotores son los únicos beneficiarios de ese esquema.

También el control militar se ha impuesto, sometiendo a la sociedad civil a una estricta sujeción, mientras se garantiza la impunidad de la seguridad estatal, con hasta 300 asesinatos de detenidos.

Todo ello hace de nuestra sociedad una verdadera olla de presión, en la que la supuesta seguridad es aparente, y las condiciones orillan un estallido social.

No es entonces más que un supuesto la tal seguridad, pues las causales que la generan no se han superado y si se han agravado bajo el estado de excepción, lo que hace de este régimen, otro que como el martinato, podrá pasar a la historia como uno que no dudó para conservarse en el poder, bañarse en sangre.

*Educador salvadoreño

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