¿Qué pasa con la izquierda histórica en nuestro país?

La reciente celebración de la independencia ha dejado en las calles un amargo sabor, pues a pesar del mar de gente reunida en la protesta, el contingente del partido de izquierda apenas logró una convocatoria menor, lejos de los miles que una década atrás congregara. Tampoco otras expresiones pudieron reunir a miles de salvadoreños cuyo corazón vibra en el latido de los reclamos de nuestro pueblo.

Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*

Los mismos reclamos, que vieran nacer en el amanecer de los 80´s al victorioso END, el ejército popular, que con ensayos y errores acumulo la experiencia que orillara las negociaciones que aseguraran el proceso de democratización de la República, iniciada con la alabada firma de los acuerdos de paz.

Luego vino la construcción del instrumento político partidario, que viera resurgir las antiguas contradicciones originarias, que antes señalara acertadamente Fidel, advirtiendo el riesgo latente que supuso aquel que el tiempo demostraría fue siempre un infiltrado: Joaquín Villalobos, responsable de la ejecución sumaria de inocentes, de Roque, como de integrar una quinta columna para corromper al naciente partido de izquierda, firmando con su opción al frente de sus partidarios utilitarios, el infame acuerdo de San Andrés, primera fractura de la izquierda partidaria que legitimara políticamente las privatizaciones del aparato estatal.

Otra cuestión es el manejo de los activos que cada una de las organizaciones que comprendieron el nuevo partido hiciera, y que se ve reflejado con crudeza en el caso de 5 espectros de radio pactados, uno cada una, y que fueran tan mal manejados financieramente ¡que ya no existen!, apropiándoselos también Villalobos que al final comercializara 4, dejando a su suerte a la última sobreviviente de aquel acuerdo.

Siguió a esto un profundo acondicionamiento de parte de la dirigencia partidaria, que rápidamente se transformó en pequeño burgués, olvidando sus orígenes, transando con el partidarismo corrupto, transformándose así en apenas otro partido más.

La solvencia moral y la legitimidad histórica fueron olvidadas, abrazando en cambio una suerte de relativismo político, para según sus defensores, “acondicionarse a los tiempos”, lo que admitió reducir al instrumento político de izquierda a un mero recurso para favorecer posiciones, propias o ajenas, que les redituo beneficios financieros a algunos de sus elementos.

Es decir, el problema acá no es la negociación en sí misma, sino las implicaciones, que fueran abandonar los intereses populares en favor de los particulares. El colmo ha sido la negociación de votos, literalmente vendiéndose al mejor postor, en turbios arreglos bajo la mesa que, para el caso, favorecieron el arribo del actual régimen.

Este resumen señala los desafíos partidarios a la izquierda política, que sin embargo no suponen su fin, sino como acertadamente señala Harneker, apenas un instante en el proceso evolutivo del mismo, y que deben las nuevas expresiones de la izquierda política, recoger en su acervo de experiencias, sabiendo a partir de esto que no hacer y cómo no hacer.

¡Nada de espaldas al pueblo y todo junto al pueblo!, es la consigna originaria que debe orientar la conducta política de la izquierda salvadoreña.

*Educador salvadoreño

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