La realidad tras este circo

La reciente inauguración de los juegos centroamericanos constituye una suerte de milagro de ingeniería pues supuso realizar obras hasta último momento, para inaugurar a tiempo.

Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*

Esta celebración supone para la administración un inmejorable escaparate donde exhibirse y sus supuestos logros.

A la triunfal inauguración transmitida por televisión y cable, irrespeto a los contratos incluido, se impuso a la ciudadanía la obligación de presenciar el evento.

Si bien la inauguración fue una fiesta, implicó además lanzar la casa por la ventana, contratando a cierto reputado dj que es toda una celebridad, lo que implicó una erogación, según MTV, en torno a $4, 000, 000. 00.

Las obras, todos lo apreciamos, estuvo a cargo de reos en fase de confianza, con su mano de obra.

Habrá que considerarse al revisar las cuentas que alguna vez deberíamos apreciar.

Por otro lado, el ingreso a los encuentros es gratuito, asegurando por esa vía que la población se recree; sin embargo, a la inauguración es claro que los asistentes fueron incondicionales del régimen, que cubrieron quizás, por las perspectivas que las panorámicas admiten apreciar, hasta un 50% de las graderías, lo que es un número importante.

Sin embargo, al considerar lo realmente medular, lo relativo a la seguridad de la que el ejecutivo hiciera gala ante las diferentes misiones de los países partícipes, al corroborarla visitando el interior del país, se descubre la falsa ilusión, puesto que lo que el país ha logrado es en realidad una significativa reducción de la criminalidad, sin paralelos en CA, pero apenas una disminución, y de ningún modo la seguridad a la que se hiciera referencia.

Y es que el ejecutivo confunde disminución de criminalidad con seguridad, pero lo primero es producto del despliegue masivo de fuerzas de seguridad en los territorios, conformándose en una segura respuesta rápida contra el crimen, lo que es deseable, pero de ningún modo suficiente.

La seguridad supone la aplicación de estas medidas de carácter represivo, pero además todo un conjunto de medidas que atajan toda forma de delito a través de la prevención, superando las causales de la misma y promoviendo a través de la certeza jurídica y la educación, condiciones que aseguren el empleo y la consecuente prosperidad a través de la movilidad social.

Tal supuesto no existe en el país, pero en cambio sí la inseguridad jurídica y laboral, como la exclusión y marginación social, profundizadas gravísimamente por el régimen que orilla hasta un 54% de la población a saltearse comidas, no consumir carnes, perder sus propiedades, haberes y empleos en favor del círculo presidencial so excusa del desarrollo territorial, migrando ilegalmente para escapar de esta represiva realidad.

Entonces este circo será en el mejor de los casos un éxito propagandístico con el que el régimen aparenta logros inexistentes, pero que de ningún modo es la superación de los crónicos males estructurales que padecemos y que ha agravado el régimen para la población.

Así las cosas, el escaparate es solo para apreciar una ilusión, pero comprendamos: no para experimentar tal ilusión.

*Educador salvadoreño

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