Infocracia: la digitalización y la crisis de la democracia

Byung-Chul Han, filósofo y ensayista surcoreano, publicó “Infocracia: la digitalización y la crisis de la democracia” en el dos mil veintiuno. Inicia dicha obra definiendo lo que es el Régimen de la Información. Lo define como una forma de dominio, en la que la información y su procesamiento, mediante algoritmos e inteligencia artificial, determinan procesos sociales, económicos y políticos.

Por: José Guillermo Mártir Hidalgo*

Precisa que el acceso a la información se utiliza para la vigilancia política y el pronóstico del comportamiento. En este sentido, el régimen de la información se ha articulado al capitalismo de la información, que resulta en un capitalismo de la vigilancia.

Han compara el régimen de la disciplina, como denomina al capitalismo industrial, y el régimen de la información. En el capitalismo industrial, todo el mundo es un engranaje, dentro de la maquina disciplinaria del poder. Mientras que, en el régimen de la información, el sujeto se cree libre, auténtico y creativo. La vigilancia en el régimen de la información, tiene lugar, a través de los datos. Manifiesta que el objetivo del poder disciplinario biopolítico es el cuerpo. En el régimen de la información, su interés no está en el cuerpo, se apodera de la psique, mediante la psicopolítica. En el régimen de la disciplina, el confinamiento y el aislamiento, garantizan la visibilidad de los sometidos. En la sociedad de la información, los medios de reclusión del régimen de la disciplina, se disuelven en las redes abiertas. Y es que la tecnología de la información digital, hace de la comunicación un modo de vigilancia. Cuantos más datos generemos, más eficaz será la vigilancia. El teléfono móvil, es el instrumento de vigilancia y sometimiento. Ya que las personas, en el régimen de la información, no se sienten vigiladas. La sensación de libertad asegura la dominación. Las personas se esfuerzan por alcanzar la visibilidad por sí mismas. Ellas mismas se colocan los grilletes, al comunicar y producir información.

De igual forma, los influencers, como inductores o motivadores, son venerados como modelos a seguir. Los influencers se muestran como salvadores y los seguidores, como discípulos que participan en una eucaristía digital. El régimen de la información no forma masas, sino, enjambres digitales que siguen a sus influencers. Ser libre no significa actuar, sino, hacer clic, dar like y postear. Con operaciones algorítmicas, el régimen de la información, se esfuerza por lograr el conocimiento total. El habitante del mundo digitalizado, es alguien con un perfil. La elaboración de un perfil de comportamiento, a través de la big data y la inteligencia artificial, pone al régimen de la información en condiciones de influir nuestro comportamiento.

Por tal motivo, Han supone que la democracia está degenerando en una infocracia. Opina que Jürgen Habermas, filósofo y sociólogo alemán, responsabiliza a los Medios de Comunicación, del declive de la esfera pública democrática. En la mediocracia, dirá Habermas, la política se somete a la lógica de los medios de masa. Y la democracia se convierte en telecracia, donde el entretenimiento es el mandamiento supremo. La mediocracia, es al mismo tiempo, teatrocracia, donde la política se agota en las escenificaciones de los medios de masa.

El smartphone es el nuevo medio de sometimiento. Los medios digitales, someten a la esfera pública, a un drástico cambio estructural. La infocracia, es la crisis de la democracia en el régimen de la información. La racionalidad discursiva está amenazada, por la comunicación afectiva. Pues no son los mejores argumentos los que prevalecen, sino, la información con mayor potencia de excitación. El dispositivo de registro psicométrico, para obtener información psicográfica y así tener perfiles que permitan predecir el comportamiento de una persona es, el smartphone. La psicometría es ideal para el marketing político. El micro targeting utiliza perfiles psicométricos, de esta manera, manipula a los votantes, con publicidad electoral adoptada a su psicograma. En la infocracia, las campañas electorales degeneran en una guerra de información a través de un ejército de troles y bots que difunden fake news. En las campañas electorales, no son los mejores argumentos los que prevalecen, sino, los algoritmos más inteligentes.

Para el activista político estadounidense, Eli Pariser, la personalización algorítmica de la red, está destruyendo el espacio público. Las cuestiones socialmente relevantes, quedan fuera del interés individual inmediato, lo que conduce a la desinformación de la esfera pública democrática. Es decir, la creciente atomización y narcisificación de la sociedad, nos hace sordos a las voces del otro. Y la desaparición del otro y la incapacidad de escuchar, provoca la crisis de la democracia. La globalización y la hiperculturalización está disolviendo los contextos culturales y las tradiciones. La pretensión de validez de las tribus digitales, como colectivos identitarios, es absoluta. Fuera del territorio tribal solo hay enemigos, otros a lo que combatir. Entonces, la progresiva tribalización de la sociedad, pone en peligro la democracia. La racionalidad digital prescinde de la comunicación del discurso, los algoritmos sustituyen los argumentos. La visión dataísta del mundo, no incluye al individuo que actúa racionalmente.

Han repara que un nuevo nihilismo se extiende en nuestros días, fruto de las distorsiones patológicas de la sociedad de la información. La realidad y las verdades fácticas se han esfumado. La información circula, desconectada de la realidad en un espacio hiperreal. La digitalización debilita la conciencia de los hechos y de la factibilidad, incluso, la conciencia de la propia realidad.

Han clausura su libro subrayando, que uno de los rasgos característicos de la democracia, es el valor de decir la verdad (la parresia). A la verdadera democracia, le es inherente algo heroico. Solo la libertad de decir la verdad, crea una verdadera democracia. Pero, en la sociedad de la información post factual, la conmoción de la verdad (pathos), no va a ninguna parte. Se pierde en el ruido de la información.

*Psicólogo salvadoreño

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