Militarismo y militarización en El Salvador

Por militarismo se entiende el predominio o influencia militar en el gobierno de un país, por militarización se entiende el sometimiento del pueblo a los aparatos militares del estado. El Salvador históricamente ha tenido presente tanto el militarismo como la militarización.

Desarrollo Historico Del Militarismo En El Salvador

El Salvador es un país de apenas veintiún mil kilómetros cuadrados, muy pequeño en cuanto a su extensión territorial, en el cual convivimos más de seis millones de habitantes que sumados a los más de tres millones de salvadoreños y salvadoreñas en el exterior hacen una población aproximada de diez millones en total, sin embargo es un país con mucho conflicto interno, marcado por una serie de guerras consecutivas en su desarrollo histórico.

La primer guerra significativa fue la de 1524 cuando los invasores castellanos cruzaron el rio paz y asesinaron, sometieron y esclavizaron con las armas y las cruces a los pueblos Pocomames al occidente del país, Chortis al norte, pipiles al centro y lencas al oriente. La segunda guerra de mayor importancia histórica fue la de 1883 con el levantamiento de los pueblos Nonualcos liderados por Anastasio Aquino quien fue asesinado por la lucha en defensa del territorio junto con cientos de compañeras y compañeros de los pueblos originarios. La guerra de 1932 liderada por Farabundo Martí en un levantamiento indígena-campesino que termino con la masacre de miles de compañeras y compañeros.

La guerra de las cien horas entre oligarquías hondureñas y salvadoreñas por el predominio del Mercado Común Centroamericano en 1969. La quinta guerra es la civil, que duro veinte años y finalizo con los llamados “acuerdos de paz” y la sexta es la actual, la que llamaremos guerra social, la más sangrienta de nuestra historia y la más compleja, que se encuentra en pleno desarrollo y abordaremos más adelante en el analisis.

El militarismo en El Salvador se expresó más a raja tabla durante la dictadura militar de Maximiliano Hernández Martínez, quien fuera presidente de 1931 a 1944, dos acontecimientos marcados por golpes de estado, el primero propiciado por el grupo militar al cual pertenecía Martínez quien fuese el autor intelectual del asesinato de Enrique Araujo, presidente anterior a la dictadura y el segundo producto de una huelga general de brazos caídos donde participaron diferentes actores sociales que culmino con el derrocamiento del Dictador. En esto es importante destacar que fue durante la dictadura Martínez que los militares se consolidaron como grupo políticamente gobernante, controlando todas las instituciones del estado y reprimiendo a sangre y fuego al pueblo salvadoreño, en consecuencia fueron los años del militarismo en su máximo apogeo.

Los militares, siempre al servicio de las oligarquías como clase dominante, desaparecieron como grupo gobernante con el fin de la guerra civil y salieron de las instituciones de estado, esto se expresa en el artículo 212 de la Constitución de la Republica, que establece: “La Fuerza Armada tiene por misión la defensa de la soberanía del estado y de la integridad del territorio.”

Después del fin de la guerra civil aparecen los partidos políticos y sus cúpulas como grupos políticamente gobernantes, sustituyendo a la fuerza armada y se consolido el bi partidismo como régimen dominante entre los partidos ARENA y fmln (Que no es el mismo histórico FMLN guerrillero, por su naturaleza y proyecto político), sostén del proyecto económico e ideológico del Neoliberalismo en El Salvador.

Desarrollo De La Militarizacion En El Modelo Neoliberal Salvadoreño

Como hemos apuntado, después de la guerra civil se consolido el Neoliberalismo en el país como modelo predominante, donde el Estado desaparece y aparece el Mercado como amo y señor de la vida de la gente, esto supone que el aparato de estado debía estar al servicio del Mercado y siendo el Bi Partidismo el régimen político adoptado, este debía garantizar el desarrollo total del modelo económico dominante.

El modelo Neoliberal brutal impuesto en la sociedad salvadoreña promovió la exclusión económica y profundizo la precarización del pueblo, fomento el individualismo y abandono el desarrollo de la vida misma, consecuentemente se produce el fenómeno de las pandillas, como hijas legitimas del modelo Neoliberal, en la cual a lo largo de treinta años se integraron miles y miles de jóvenes excluidos de un sistema educativo, de un sistema de salud, de un empleo digno, de una vivienda digna, de un sistema económico justo, jóvenes que encontraron en estas formas de organización delincuencial un modo de sobrevivencia, asesinando y extorsionando a la población en general, se apoderaron de los territorios, pactaron con grupos del narcotráfico, se armaron y se consolidaron como poder político, económico y militar.

En respuesta a esto, todos los gobiernos neoliberales de los últimos años, incluidos el actual, han abordado el tema como un problema de delincuencia, sin atacar las causas estructurales que lo originaron. Militarizaron la Policía Nacional Civil creada después de los acuerdos de paz, formaron a los miembros de la corporación bajo una filosofía castrense y crearon aparatos especializados en la represión, mismos que son utilizados para reprimir a la población en general, sean o no pandilleros.

En el periodo del presidente Elías Antonio Saca, presidente de El Salvador del año 2004 al 2009, proveniente del partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), partido representante de la oligarquía tradicional salvadoreña, saco a la Fuerza Armada acuartelada y le designo funciones de “seguridad pública” con las cuales se originaron cientos de violaciones a derechos humanos, luego con la victoria electoral del partido Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y la llegada al gobierno del Presidente Mauricio Funes, se retomó la vía militar para “combatir” el problema de las pandillas, pero bajo la misma lógica militarista, continuando así las violaciones a derechos humanos por parte de militares sobre todo a jóvenes, que solo por el hecho de serlo ya los etiquetaban de pandilleros o pandilleras.

En el periodo del 2014 al 2019 llega a la presidencia Salvador Sánchez Ceren, proveniente del mismo partido político, el cual consolido la militarización y no solo mantuvo la presencia de soldados en las calles , barrios y cantones del país, sino que además saco tanquetas y material de uso militar en la capital San Salvador, ninguna de estas propuestas obtuvo resultados de solución esperados, esto porque el abordaje sigue siendo incorrecto, pues no se trata de un problema de delincuencia nada más, sino, de un fenómeno estructural. Con la llegada del nuevo Gobierno dirigido por el actual presidente Nayib Armando Bukele el año pasado, se profundiza la política de militarización, pues la primer medida fue reclutar a más de tres mil soldados para el “combate” contra las pandillas.

Militarizacion En El Momento Actual

El país vive un nuevo momento político interesante, el año pasado en las elecciones presidenciales se consolida la derrota del Bi Partidismo montado desde hace treinta años y por primera vez llega a la presidencia de la republica un candidato distinto a los provenientes de los partidos políticos tradicionales. Esta derrota se debió al hartazgo que tenía la gente de los políticos tradicionales y del régimen político partidista en general, en una breve aproximación a la caracterización del gobierno actual hay que decir que se adopta la posición política del centrismo figurado, es decir aquel que aparece fuera de las tradicionales derechas e izquierdas, con un modelo llamada modernización del capital en la cual se fortalece una burguesía en conflicto con la oligarquía tradicional que toma el aparato de estado para fortalecer su proyecto político y económico, bajo una gestión corporativista el grupo políticamente gobernante dejan de ser los partidos políticos y aparece la pequeña burguesía empresarial en su lugar.

Por otra parte con la toma de posesión del nuevo gobierno de Nayib Bukele en junio de 2019, se adopta un nuevo plan denominado “Plan Cuscatlán” dentro del cual se contempla como apuesta para combatir la delincuencia unas acciones más represivas mediante el plan control territorial. Este consiste en el despliegue del ejercicito y policía a nivel nacional, esto conlleva a incrementar el número de efectivos militares y la adquisición de nuevos pertrechos como chalecos, cascos y uniformes, que además va implícito un incremento de presupuesto nacional hacia este cartera de estado, haciendo recortes presupuestarios de otras áreas esenciales para el desarrollo del país.

Con el plan territorial endurece las medidas extraordinarias en centros penales y se desata una persecución a los jóvenes en el campo y ciudad, en el cual se cometen actos de violación a los derechos humanos, propiciando golpizas a los jóvenes sin tener ningún delito, lo cual ahora en nuestras comunidades en lugar de generar confianza y sentirse seguro porque hay cuerpos policiales cerca, se siente represión dado que se ha satanizado a la juventud e intimidan porque se espera que en cualquier momento comiencen a golpear sin justificación solo por el hecho de ser jóvenes. Por otra parte si hay policías cerca se siente inseguridad dado a que se ha creado enfrentamientos entre la policía y las pandillas donde en muchos casos han sido lastimadas personas inocentes.

“No podemos ver a un policía o soldado porque si nos corremos nos golpean y si no también” La gran pregunta obligada es: ¿será sostenible en el tiempo una acción represiva y un presupuesto que en lugar de utilizarlo en esa área sea utilizado en actividades de prevención? Sin ser pesimistas creemos que no, pues aunque hay resultados tangibles, lo único cierto es que el fenómeno de las pandillas sigue en cada barrio o comunidad extorsionando, ejerciendo su control sobre la población y su economía.

Fuente: http://somosunaamerica.org/

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