Demografía, religión y conspiración

La población crece en forma significativa, pero la dinámica del crecimiento poblacional es diferente según regiones del mundo y religión. Un estudio reciente de Pew Research Center muestra que la población musulmana en el mundo es la de mayor crecimiento y se calcula que en la segunda mitad de este siglo superen a los cristianos en el planeta.

Por: Elio Masferrer Kan*

Se calcula que los musulmanes crecerán al doble, en el 2015 eran 1500 millones y para el 2060 llegarán a 3000 millones de personas, pasando así del 24.1% al 31.1%. Las razones son muy sencillas, la tasa de fertilidad de la población musulmana es de las más altas del mundo y además son los que tienen una población más joven con una alta tasa de fecundidad. El fenómeno está localizado en prácticamente todas las regiones del mundo. Por ejemplo, tanto en el África subsahariana como en la India, la tasa de crecimiento de población no musulmana es menor

Por el contrario, el mundo cristiano presenta bajas tasas de fertilidad y un envejecimiento permanente de su población. Si bien en el continente americano la presencia musulmana es muy reducida, es importante mencionar que crece en forma significativa en países de habla inglesa cómo Estados Unidos y Canadá. En el Caribe y Centroamérica los ingleses impulsaron el asentamiento de poblaciones de la India y Paquistán que involucraba a población musulmana, como una estrategia de construcción de sociedades multiétnicas para un mejor control colonial.

En los Estados Unidos la dinámica poblacional es diferente y se ha determinado una tasa muy baja de fertilidad entre la población WASP (blanca, anglosajona y protestante) que pasará del 80% en el siglo pasado al 56% en el 2030 y se prevé que seguirá disminuyendo, En este caso el crecimiento demográfico más intenso es entre las poblaciones afroamericanas, hispanas, asiáticas, judíos ultraortodoxos y ciertas minorías católicas de origen europeo. La presencia musulmana en este país está en el orden del 1%, si bien crece no tiene gran visibilidad.

La situación de los Estados Unidos es diferente y sectores supremacistas blancos, han desarrollado una teoría de la conspiración llamada de El Gran Reemplazo, según la cual la mayoría WASP esta siendo objeto de ataques para reducir su fertilidad y permitir que sea superada por “las minorías”. Dentro de esta teoría conspirativa estaría la Teoría del racismo estructural, esta teoría jurídica plantea que la Unión Americana tiene un sistema jurídico que niega derechos a las minorías “raciales”. Incluyen dentro de este marco conspirativo la defensa del aborto, el casamiento entre personas del mismo sexo y el despliegue de migrantes que abarrota la frontera con México, todas estas situaciones disminuirían la presencia WASP e incrementaría a las minorías, a quienes no consideran “americanos” de pleno derecho. La teoría conspirativa del Gran Reemplazo es un ingrediente imprescindible en los procesos electorales de este país, que en noviembre tiene elecciones de representantes y senadores. Fortalecen estas “preocupaciones” la presencia de El Escuadrón, nombre que la prensa estadounidense asignó a cuatro mujeres que sacudieron el Capitolio: Alexandria Ocasio Cortés, portorriqueña, Ilhan Omar, musulmana y nacida en Somalia, Rashida Tlaib, musulmana nacida en Palestina y Ayanna Pressley afroamericana.

En América Latina el cambio religioso tuvo otras lecturas, las teorías de la conspiración se orientaron contra los judíos, los evangélicos y la Teología de la liberación. Los judíos tendrían una estrategia para dominar el mundo y los evangélicos serían la “avanzada del imperialismo norteamericano”. Cuando existía la Unión Soviética, la derecha católica descalificaba a la Teología de la Liberación latinoamericana como la “cabeza de puente” de los soviéticos.

Es importante comprender que estas estrategias de descalificar a los “otros” convirtiéndolos en oponentes estructurales son sumamente peligrosos para la construcción de las sociedades democráticas, implicarían el supuesto de que hay actores políticos nacionales o locales que tienen una “agenda oculta” y que están notoriamente interesados en desestabilizar las respectivas sociedades nacionales. Transformando así el debate de cualquier sociedad política en un problema de seguridad nacional.

El pluralismo y la aceptación de las diferencias sociales, políticas, étnicas, personales y religiosas son el largo camino de la construcción de sociedades donde nos aceptemos mutuamente.

*Doctor en antropología, profesor investigador emérito ENAH-INAAH

 

 

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