¿Dónde están los homicidas?

La conmoción social que provocara el asesinato de más de 62 salvadoreños, entre el 22 y 24 de marzo pasado, ejecutados por el terrorismo doméstico, reclamando al gobierno central el incumplimiento de lo pactado entre ambos por la colaboración comprada durante el proceso electivo pasado, dio paso al establecimiento del estado de excepción vigente hasta ahora.

Luis Arnoldo Colato Hernández*

Del ello modo podemos inferir varias lecciones, por ejemplo, que el combate a estas aparentemente solo requiere voluntad política y, por extensión su existencia es tolerada porque responde a intereses político partidarios, pues por su intermedio se controla a las comunidades sin la necesidad de abordar ninguna problemática estructural, origen de las pandillas.

Un perverso círculo vicioso. 

Por otro lado, de acuerdo a los datos desprendidos del propio estado salvadoreño, las detenciones que a la fecha congestionan el sistema carcelario en un número que supera las 49, 000, a, de acuerdo al mismo gobierno, degenerado en 69 reclusos muertos en custodia, aparentemente por golpizas recibidas en los recintos carcelarios.

Pero lo primero; ¿dónde están los pandilleros responsables de los asesinatos de aquellas personas?

A la fecha se han presentado a 5 individuos vapuleados a la prensa, uno primero y después cuatro, de entre los cuales las autoridades policiales señalan como responsables a dos como partícipes de los asesinatos realizados en aquellas fechas.

En este punto debemos realizar una consideración: el estado de excepción se ha acompañado de un cierre informativo total hacia la población, por lo cual, y por siete años nadie puede demandar al estado ninguna información, solo aceptar sus afirmaciones.

Ello sin ninguna explicación, pero que podemos observar favorece el manejo arbitrario de recursos públicos, y que deja por otro lado, las muertes de detenidos bajo custodia en un limbo, estimulando así la arbitrariedad a la vez que se fomenta la impunidad.

Por otro lado, podemos inferir que las cifras ofrecidas por el estado, que no podemos corroborar, pueden no ser las que afirma, pues podemos calcular que semejante número de detenciones ya habría dado lugar a motines carcelarios por las condiciones de hacinamiento y la violencia que aparentemente, los custodios ahora aplican sin reparo a la población detenida.

Esta inferencia deriva del hecho de que esta administración es la cleptocracia mitómana más mediatizada del continente, gustando de afirmaciones tales como “el sistema de salud salvadoreño es el mejor”, sin que la funcionaria que afirma tal bulo haya jamás en su condición de privilegiada, puesto un pie en alguna de las instalaciones de salud pública nacional, atendiendo ahí su salud con los límites que el aparato político impone al de salud pública intencionalmente para favorecer al privado.

Podemos entonces afirmar que no hay interés por individualizar a los homicidas en cuestión, vertiendo preferible y mediáticamente los recursos en los atarrayasos represivos que vemos, y que, dejan además un porcentaje cada vez mayor de personas detenidas sin que estén relacionadas con el hampa, y sean reprimidas por ser pobres y jóvenes.

Así las cosas, seguiremos padeciendo esta errada política de improvisación, intolerancia y exclusión.

*Educador salvadoreño

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