Oscuridad en la “luz del mundo”

Como bien es sabido, hace poco, Naasón Joaquín García se declara culpable de abuso sexual contra niñas, niños y adolescentes en Estados Unidos. Dicha situación no solamente cuestiona a la misma iglesia, si no también, podría llevarnos a interrogar los vínculos con diversos grupos de poder y partidos políticos como el PRI, el PAN y recientemente Morena.

Por: Ángel Christian Luna Alfaro*

Muchos fueron sus secuaces, al respecto, una de las víctimas identificada como Jane Doe 4 mencionó:

“¿Recuerdas cómo les ordenaste que me sujetaran para que no me resistiera?”

Pero el abuso sexual de este personaje es heredado de su padre, Samuel Joaquín, quien también se conoce de sus fiestas y excesos en Chapala, Jalisco. Sobre este asunto, Isaías Alvarado señala que:

“Una de esas casas se encuentra a orillas del lago de Chapala, en Jalisco. Allí Samuel Joaquín pasaba las tardes jugando voleibol y bañándose en una alberca en forma de ese, por la inicial de su nombre. Pero durante las noches mostraba su peor faceta, la de depredador sexual infantil, asegura el expastor”.

El problema para Naasón es que sus crímenes no solamente los efectuó en México, si no también en Estados Unidos y ahí se asomó una posibilidad de justicia para una larga cadena de víctimas. Pero, 16 años y 8 meses de prisión por 17 cargos de abuso sexual, es ofensivo.

Bien sabemos que los golpes y persecuciones hacen “crecer ante el castigo” a quienes se consideran poseedores de una verdad. Pero además tenemos que ser cautos pues toda sociedad religiosa es sostenida por estructuras de poder visibles e invisibles. La red de trata que Naasón encabeza, será compleja para desmantelar, ya que tendrían que participar las autoridades mexicanas, así como el mismo liderazgo de la Luz del Mundo.

Desde luego que, en temas de abuso sexual, la iglesia católica lleva la primicia. Pero este puede ser el primer antecedente claro y de repercusiones mundiales, de una iglesia cristiana no católica nacida en Jalisco, México.

Al respecto del momento en que Naasón escucha a las víctimas, Alvarado en su artículo mencionó:

“Joaquín, con un traje naranja y su rostro parcialmente cubierto por un tapabocas, estuvo sentado al lado de sus abogados escuchando a las víctimas relatar los abusos que sufrieron. Nunca les dirigió la mirada, ni siquiera en los momentos más desgarradores de esos testimonios”.

Para ir finalizando mis comentarios, me atrevo a cuestionar:

¿Por qué los hombres en Jalisco, México y el mundo, pueden violar niñas niños y adolescentes y vivir impunes casi toda la vida?

¿Aprendimos a violar? ¿existe una cultura de la violación, que se exacerba en los varones?

¿En qué se parecen estos “hombres de dios” a los políticos, académicos, o los mismos albañiles, estudiantes entre otros, que también violan niñas, niños y adolescentes?

¿Cómo entendemos la intersección constante del factor religioso, el poder y las violaciones a infancias?

Es cierto que, en el caso descrito, participaron mujeres, y desde luego merecen el peso de la ley. Aunque es importante observar que ellas actuaron en función a los lineamientos del criminal aquí expuesto.

Seríamos ilusos al considerar que, con este señor en la cárcel, el abuso sexual del que suelen ser objeto muchas mujeres en las religiones se acabaría. Ni siquiera se acercará a debilitar a la estructura primaria de la feligresía. Pero quizá sea un antecedente valioso para que quienes asisten a las iglesias cuestionen el tema con sus representantes. “Limpiar la casa”, ojalá.

*Universidad de Guadalajara CU-Lagos – México

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