Tensiones étnicas religiosas en la crisis ucraniana

Una de las claves para entender la dinámica del conflicto en Ucrania es asumir que las actuales fronteras ucranianas fueron establecidas durante el período soviético y particularmente terminada la Segunda Guerra Mundial. Por ejemplo, la Unión Soviética (URSS) se quedó con la Galitzia polaca y la incorporó a Ucrania; en cambio, Polonia se expandió sobre territorio que antes de la Guerra era controlado por Alemania.

Por: Elio Masferrer Kan*

Como ya expliqué en otro artículo, el 75% son hablantes de ucraniano y el 17% de ruso. Hay 75 etnias, pero tienen más de 80,000 hablantes los armenios, bielorrusos, búlgaros, griegos, húngaros, moldavos, polacos, romaní o gitanos, rumanos, rutenios y tártaros. Si bien la mayoría es ortodoxa hay 455,000 musulmanes. Los ritos ortodoxos incluyen a más de 5 millones que son católicos de rito ucraniano y ruteno y están bajo la tutela del Papa Francisco. Alrededor del 12% son ateos o agnósticos.

Esta complejidad étnica es clave para entender la dinámica del conflicto. También lo religioso es importante. Los medios informativos simplifican la cuestión y asimilan la estructura jurídico-política como si fueran dos nacionalidades confrontadas. En esta crisis la gente no se maneja por el pasaporte, sino por sus lealtades étnicas y religiosas.

Durante el período soviético la población fue presionada para abandonar las variantes ortodoxas del catolicismo y entrar a la ortodoxia rusa, que es una iglesia autocéfala, ahora dirigida por el Patriarca Kiril, los soviéticos controlaban esta Iglesia. Recién en el 2019 se creó un Patriarcado ortodoxo ucraniano que no logró agrupar a todos los ortodoxos.

Con motivo de los programas de colectivización forzosa durante los años treinta del siglo pasado, millones de ucranianos fueron deportados a Siberia y muchos murieron en este proceso. Particularmente los Alemanes del Volga, que en su mayoría eran cristianos de tradiciones pietistas y estaban desde el siglo XVIII. Como es el caso de los menonitas, quienes en su mayoría habían huido del Imperio Ruso en 1904 y se radicaron en Canadá, después de la Primera Guerra Mundial, este país los reclutó para el servicio militar, por lo cual se fueron en México y luego migraron a varios países latinoamericanos. Algo similar sucedió con los judíos quienes también salieron en contingentes importantes en 1904. Muchos no pudieron entrar a Estados Unidos por el “sistema de cuotas migratorias” de ese país y se radicaron en Brasil, Cuba, Uruguay y Argentina preferentemente.

La colectivización forzosa fue y está en la memoria colectiva, sigue siendo un elemento de fricción interétnica entre rusos y ucranianos durante el período estalinista, que continúa hasta la actualidad. Este tema explica la alianza de los sectores nacionalistas ucranianos con la Alemania nazi. Una mención especial es el caso de los judíos: debemos mencionar que un partido de izquierda judía participó de la Revolución Rusa, sin embargo, durante el gobierno de Stalin se aplicaron políticas antisemitas, acusándolos falsamente de conspirar contra el régimen soviético, muchos judíos fueron deportados a Siberia, y la URSS hizo la pantomima de crear una república autónoma judía. En la década de los sesenta hubo otra persecución contra los judíos, que llevó a que, con la Caída del Muro de Berlín, cerca de un millón y medio migraran a Israel, cambiando la composición demográfica de este Estado.

Los grupos de ultraderecha que se aliaron con los nazis, tanto en la Galitzia polaca, como en Ucrania, participaron activamente de la masacre de más de un millón y medio de judíos y de 700,000 gitanos durante el Holocausto. Terminada la II Guerra Mundial fueron ejecutados por los soviéticos o deportados a Siberia muchos de estos militantes nacionalistas. Sus espacios en muchos casos fueron ocupados por rusos étnicos, que eran de la “confianza” de los soviéticos. El caso de la Península de Crimea es paradigmático, considerada estratégica por los soviéticos, la población tártara de origen judío y musulmana había sido deportada a Siberia. El mencionado referéndum, según el cual el 97% de la población decidió anexarse a Rusia es una obviedad, quienes se hubieran opuesto simplemente no estaban o, no eran considerados residentes: no votaban. Algo similar sucede con el Donbass, de mayoría rusa, están dentro de Ucrania por una decisión política del período soviético, pero son étnicamente rusos.

Podemos concluir que el compromiso de los estados pasa por garantizar la convivencia entre los distintos pueblos, etnias, nacionalidades y religiones, si no lo resuelven pagamos las consecuencias.

*Doctor en antropología, investigador emérito ENAH INAH

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