Hace 42 años

Hay que ver lo que puede suceder en el intermedio de 42 años: una vida se sucede en 42 años, los cambios que se dan en 42 años, la niebla que comienza poco a poco a ocupar esos 42 años; sin embargo, a veces, los 42 años pasan inmutables, imperceptibles e inalterables, pues transcurriendo no se suceden, pues los 42 años no hacen sino acentuar los sucesos que iniciaron la cuenta de los hasta ahora 42 años.

Por: Luis Arnoldo Colato Hernández

Aquel marzo 24 de 1980 no dejará de existir a pesar de los años que transcurran, como tampoco los eventos que de esa fecha se desprenden, ¡toda una guerra se deriva de aquella fecha!, una generación resultó nacida de aquella fecha, la impunidad reina desde aquella fecha y todos nos vemos ahora envueltos en tal fecha.

Todas y todos porque los eventos que la marcaron en el hospitalito donde se sucedieron, siguen ahora martillando la memoria y la realidad de nuestro pueblo, constante y desvergonzada los hechos no sólo son memoria conocida por las imágenes que se vienen a nuestra psique, pero además porque no son un cuento, una pesadilla, sucedieron y nos siguen marcando:

Aquella tarde Monseñor Oscar Arnulfo Romero celebraba el primer aniversario luctuoso a la memoria de doña Sara Meardi de Pinto, cuando en el momento de la consagración se escuchará una detonación que conmovió tanto al templo como a los concurrentes, cayendo Monseñor alcanzado de esta y derivándose la serie de imágenes que todas y todos conocemos casi de memoria, tomadas por un periodista asistente.

Monseñor Ricardo Urioste declararía que su muerte fue el martirio supremo, siendo asesinado al hacer de su vida una declaración de verdad y fe.

Luego sus exequias, donde los verdugos entonces no se midieron, atacando el pueblo indefenso, indemne, que, acompañando a su obispo mártir, entregará a otros 40 hijos de esta tierra al martirio, liquidados por los mismos asesinos y genocidas de 1932, aquellos que siguen impunes desde siempre.

Aunque de inmediato se supo la fuente de aquel magnicidio, la evidencia material llegó poco tiempo después cuando las autoridades asaltaran la finca San Luis en Santa Tecla, deteniendo a Roberto Daubuisson y su pandilla de criminales, quienes preparaban un golpe de estado, y que en breve serían liberados con apenas un jalón de orejas.

Entre las evidencias recabadas se secuestró una libreta de apuntes propiedad de un tal Álvaro Saravia en la que se detalla la Operación Piña, el asesinato de Monseñor Romero con todos los elementos de logística que aquella supuso, proveedores, financistas y operadores, todos los detalles de la misma.

Tal evidencia es conocida por el trabajo de algunos juristas probos, que los hay, y el trabajo periodista de algunos que se han esforzado por hacer público tal material.

Así las cosas, desde entonces han transcurridos esos 42 años y la cuenta se sigue, acumulando polvo y telas en la memoria, sin que la memoria se desvanezca, pues es y seguirá siendo una herida abierta, y todo un pueblo la sangra.

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