Duelos congelados: los nuevos desaparecidos

Lloyd Ahlem (1980) afirma, en su libro “Crisis, Cambios y Conflictos”, que en todos los cambios de nuestra vida ya sea crisis, muerte o éxitos, las respuestas de adaptación de la gente siguen el mismo modelo. Las fases de cualquier acontecimiento o crisis que acompañan a los cambios significativos en la vida son: Impacto, Abstracción-Confusión, Adaptación y Reconstrucción-Reconciliación.

Por: José Guillermo Mártir Hidalgo

La primera, la Fase de Impacto, oscila entre unas pocas horas y algunos días. En dicha fase, nos percatamos de la crisis y nos cae encima su efecto arrollador. En ésta fase se toman importantes decisiones como luchar o huir. En tiempos de crisis lo más saludable es luchar. El problema es, que en la Fase de Impacto nuestros procesos intelectuales se encuentran seriamente disminuidos. El estupor y la desorientación gobiernan los procesos intelectuales. Igualmente, la Fase de Impacto provoca sentimientos encontrados. En ésta fase, las emociones son elevadas. El mejor servicio que se puede hacer a alguien en dicha fase es aceptar sus sentimientos.

En la Segunda Fase, Abstracción-Confusión, las emociones tienden a descender. La declinación del nivel emocional es la característica principal de ésta fase. Una sensación de agotamiento o depresión se instala en ésta fase. La Abstracción-Confusión puede durar días y posiblemente semanas. En ella, la negación de los sentimientos alcanzan su mayor intensidad y se hace necesaria la ayuda de amistades o profesionales. La inactividad y auto compasión impiden la reconstrucción, por eso, debemos orientar a las personas hacia tareas prácticas.

La Tercera Fase de la Crisis es la Adaptación, la cual dura algunas semanas, comienzan a aparecer actitudes positivas, aunque, suelen permanecer vestigios de depresión. Hay una expresión de esperanza. Lo que supone que se ha completado el desprendimiento del Objeto Perdido. La principal característica que nos dice que la persona se está recuperando bien es, cuando consciente y deliberadamente da por terminada su auto compasión.

La última fase, Reconstrucción-Reconciliación, la cual puede durar meses, es el comienzo de la materialización de nuevos proyectos. Se pude apreciar que el sujeto ha tomado iniciativas para progresar. Y a la vez que reconstruye su vida, se hace imprescindible la reconciliación con los que hemos dañado o herido en nuestra crisis. Lo cual puede hacerse simbólicamente.

EFECTOS PSICOSOCIALES EN LOS FAMILIARES DE DESAPARICIDOS

Diana Kordon (cintras.org), en su ponencia “Elaboración del Duelo desde el punto de vista Psico-Social”, plantea que en las perdidas de cualquier tipo, el psiquismo realiza un trabajo bien penoso de elaboración del Duelo, a partir del reconocimiento del principio de realidad: perdida del objeto o el cuerpo del ser querido. Ante la pérdida, el aparato psíquico lo primero que hace es utilizar el juicio de realidad, para acomodarse poco a poco al desapegamiento con el objeto que se pierde. Este es un proceso muy lento y el aparato psíquico se resiste al Duelo, cuyo proceso fue descrito anteriormente por Lloyd Ahlem.

La desaparición, es un hecho que crea una ambigüedad para que el principio de realidad indique al psiquismo una dirección precisa en la cual realizar un trabajo elaborativo del duelo. La desaparición, constituye un tipo de pérdida en la que no existe ningún ritual social que opere como punto de partida para la elaboración del duelo. El cuerpo más el ritual que acompaña a la muerte, es el punto de partida para la elaboración del duelo. En los casos de desaparecidos, no hay cuerpo y no hay ritual.

En opinión de Carlos Maradiaga (cintras.org) en su ponencia, “Detenidos desaparecidos en una comunidad rural: daño psicológico y psicosocial. Psicoterapia de Grupo”, la situación dominante en los familiares de los desaparecidos es la negación de la muerte del ser querido. La muerte es rechazada en forma permanente y cíclica. La no elaboración del duelo se convierte en un severo conflicto psíquico irresuelto. En un primer momento, los familiares de los desaparecidos se sumergen en su búsqueda, lo asumen vivo y siguen teniendo expectativas de su aparición. Incluso, extienden su búsqueda a lugares como la morgue. Con el tiempo, la no aparición del cuerpo hace que la conducta de búsqueda, se vaya reduciendo a una mera actividad psíquica.

Los duelos no elaborados o retardación de la elaboración del duelo, impacta a todos los familiares del desaparecido, pero, no en igual forma. En su “Hipótesis de Trabajo”, Diana Kordon registró un aumento en la morbidez-mortalidad en los padres con hijos desaparecidos. Kordon cree que en nuestra sociedad, en el seno de la familia, la protección es asignada al padre. La desaparición provoca el afloramiento, en los padres, de sentimientos de impotencia por no cumplir con el rol asignado. En el padre hay un auto reproche, por creer que su figura queda desvalorizada.

Teresa Huneeus (cintras.org) en su ponencia “Algunas dinámicas familiares observadas en familias de detenidos desaparecidos” plantea que las mujeres de desaparecidos siguen teniendo un vínculo con su compañero. Aceptan tener otras parejas, pero, no definitivas. El duelo no completado interfiere en sus nuevas parejas. Ésta rigidez tiende a negar su dimensión de mujer.

Huneeus menciona que cuando un hijo nace en periodo cercano al desaparecimiento del compañero, su madre externa sentimientos ambivalentes. La compañera del desaparecido tiende a idealizarlo y exigir a los hijos conductas de alguien inalcanzable. Y a los hijos a los que se les ha ocultado “la verdad” para protegerlos, viven una situación caótica. Estos son rebeldes y no tienen un concepto adecuado de la jerarquía familiar ni de la autoridad.

A partir de la experiencia de represión política vivida por los países del Cono Sur, las madres de los desaparecidos contaron con una estancia social que contenía su dolor. La respuesta social organizada a la situación traumática producida por la desaparición de los hijos, condujo a las madres a que la elaboración del duelo se vea muy favorecida. El Grupo de Madres generaba una función profética y proteica. Servía de apoyo al psiquismo y facilitaba el enriquecimiento yoíco. Por eso, Diana Kordon no registró un aumento en la morbidez-mortalidad de las mujeres que participaban en el grupo de madres que buscaban a sus hijos.

Niels Biedermann (cintras.org) en su ponencia “Detenidos desaparecidos: consecuencias para la segunda generación” considera que la desaparición provoca una perturbación en el proceso normal de duelo en la familia. Nadie de sus miembros realiza un duelo normal. En su seno se da una transmisión generacional de patrones conductuales extremos, como por ejemplo, el suicidio.

La familia se transforma en un sistema rígido donde el sistema de lealtades se extrema. Suscitándose una cohesión interna y lucha contra el agresor. Es decir, se desarrollan limites rígidos hacía afuera y laxos a su interior, dándose un crecimiento y una maduración centrífugos y una búsqueda exogámica de pareja. La rigidización del sistema familiar tiene como consecuencias, la interrupción de las fases del ciclo vital de la familia. En ella hay una separación rígida de los roles, se culpan por la supervivencia, el paciente identificado del grupo familiar cuestiona los valores de la familia y expresan contradicción con las normas de la sociedad.

Mauricio Gómez (cintras.org), en su presentación “Privatización o trincheras: consecuencias de un contexto patógeno” plantea que la desaparición significa la aparición de dolor psíquico en sus seres queridos. Lo preocupante, afirma, es su cronicidad o estabilización de sus manifestaciones. Por eso, propone un rol más determinante en el evento traumático: silencio y aislamiento y de esta manera cronificar el sufrimiento en la familia o dar una respuesta organizada que adquiera un carácter político.

La experiencia de los países del Cono Sur confirma, que la carencia de instancias sociales de contención del dolor y la amputación del grupo familiar, que conducía a la ausencia de apoyo familiar, sustraían a las personas de las apoyaduras necesarias para la preservación del psiquismo. Lo anterior llevaba a la Privatización del Daño o al Síndrome de la Trinchera, el cual comprende profundos trastornos psicobiológicos debidos al sufrimiento acumulado. Estos síntomas son: aislamiento, alcoholismo, incapacidad de sentir placer por algo, trastornos psíquicos cíclicos y persistentes (depresión, angustia, trastornos del sueño y cefaleas tensiónales), enfermedades más prevalentes y envejecimiento prematuro.

La existencia de un referente externo que demanda justicia, apoya al psiquismo para reconocer el estatus psicológico de la desaparición y la muerte, como probable opción, ayudo de hecho, a que no fuera el familiar el que tuviera que definir una muerte, con los sentimientos de culpa concomitantes. La aceptación de la muerte de un ser querido, en ausencia de su cuerpo, es una situación doble vinculante (aceptar la muerte o asumirlo vivo) que exacerba los sentimientos de dolor y mortificaciones. En Argentina, los hallazgos de osamentas, en la década de los noventa, de ciudadanos asesinados en los años setenta, generaron reacciones psicoemocionales ligadas a procesos de reactivación de duelos no elaborados.

Las instancias sociales de contención del dolor, también deben ofrecer servicios psicoterapéuticos a las familias de desaparecidos. Carlos Maradiaga expone que el trabajo psicoterapéutico puede ofrecerse a través de psicoterapia individual, de grupo o en reuniones informales. Niels Biedermann propone, que el trabajo psicoterapéutico debe mostrar los conflictos negados, hablar de lo que se silenció por años, echar a andar el proceso de duelo congelado, restablecer limites internos dentro de la familia y develar lealtades disfuncionales ocultas. Maradiaga señala cuatro momentos en la psicoterapia de grupos: consolidación del vínculo terapéutico, configuración de una impresión diagnóstica, apertura a la posibilidad de la muerte y descongelamiento del duelo y re encuadre de la situación.

RADIOGRAFÍA SOBRE EL DERECHO A LA LIBERTAD

La violencia de las maras, narcotráfico y crimen organizado en general, están relacionadas con las desapariciones. Los pandilleros han creado cementerios clandestinos en parques públicos, en zonas verdes, cafetales y en casas “destroyer”.

El informe “Una Radiografía sobre el Derecho a la Libertad Personal” (https://diario.elmundo.sv) del Observatorio Universitario de Derechos Humanos (OUDH) de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA), destaca que hay una baja efectividad de la Fiscalía General de la República en la investigación y sanción de los imputados del delito de desaparición de personas. De junio de 2019 a junio de 2021, la Policía Nacional Civil (PNC) reportó un total de 3751 casos de personas desaparecidas, con lo que hacen una razón de cinco desaparecidos diarios, contabilizando tanto casos activos como finalizados. Mientras, la Fiscalía reportó un total de 6470 atentados contra la libertad personal, entre enero de 2019 y junio de 2021, que incluye tanto privaciones de libertad como personas desaparecidas.

Durante el período estudiado, únicamente se registraron 4 sentencias condenatorias por desapariciones, es decir, que únicamente el 0.28% del total de casos iniciados obtuvo una condena. De 1406 imputados por desaparición forzada de enero 2020 a junio 2021, solo hay cuatro sentencias condenatorias.

El observatorio considera que prevalece la impunidad en el delito de desaparecidos. Agregaron que les preocupan las inconsistencias en los registros estadísticos de la Policía Nacional Civil (PNC), la Fiscalía General de la República (FGR) y el Instituto de Medicina Legal (IML) pese al esfuerzo de generar una mesa de trabajo para un registro «homologado», es decir, cuyas cifras y datos coincidan.

De junio de 2019 a junio de 2021, de un total de 2448 casos, el 65.26% fueron «resueltos» pero 1303 casos todavía están sin resolución. La PNC clasifica la resolución de las desapariciones en función de si la víctima fue encontrada con o sin vida y si la víctima sufrió un delito adicional a la desaparición. Los resueltos no implican capturas según dicha definición. De los casos «resueltos», en 2039 casos se encontró a la persona con vida y no existió delito, en 190 casos la víctima fue encontrada con vida y sí existía delito, en 188 casos la víctima fue encontrada sin vida como resultado de un delito y en 31 casos las personas fueron encontradas sin vida, pero no existió delito. El 64% de las víctimas son hombres y 36%, mujeres.

La mayoría de los hombres afectados por las desapariciones tienen edades entre 18 y 30 años. Las mujeres afectadas por las desapariciones tienen edades entre los 12 y 17 años.

El dolor y la angustia de los familiares de desaparecidos aumenta. Durante el conflicto armado, existió una red solidaria de instancias sociales que contenían el dolor del drama del desaparecido en sus familiares. Pero ahora, hay una ausencia de una red solidaria que brinde apoyo al psiquismo de la familia del desaparecido y fortalezca su YO. Se vislumbra, entonces, que se está dando una privatización del daño con sus profundos trastornos psicobiológicos que de él se derivan.

BIBLIOGRAFÍA

Ahlem, Lloyd (1980). Crisis, Cambios y Conflictos. Miami: Editorial Vida.

Centro de Salud Mental y Derechos Humanos (CINTRAS). II Seminario de la Región del Maule. “Derechos Humanos, Salud Mental, Atención Primaria: Desafío Regional”. En: cintras.org/textos/libros/libro%20linares%20completo.pdf

Peñate, Susana. Observatorio UCA señala alto número de desaparecidos en los últimos dos años. En: https://diario.elmundo.sv/observatorio-uca-señala-alto-numero-de-desaparecidos-en-los-últimos-dos-anos/

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