Si yo estoy bien, tú estás bien

Esta frase nos está implicando lo que ahora somos—una población anti solidaria, tremendamente egoísta, bastante individualista y que quiere salir adelante pero en solitario, a partir de ideas nuevas que puedan abordar creativamente una sociedad utópica, que es una persona en sociedad con poca o nula profesionalización y con mano de obra bastante descalificada; con un régimen y sistema educativo que no avanza, está estancado y por coyunturas específicas hasta se retrasa.

Por: Róger Hernán Gutiérrez*

La visión de ser alguien de valía como sociedad está presa en la frase si yo estoy bien, tú estás bien, los gobernantes de hoy sienten, piensan y actúan de manera individual, egoísta, piensan que, porque ellos están bien disponiendo de recursos de toda persona existente que sigue esperando su oportunidad, y lo usan a su favor, porque hoy están en un cargo público con buenos salarios y prestaciones de ley, porque hoy toman decisiones que antes sin el poder jamás tomaron, todos los demás también lo estamos. Es una visión que no muestra apoyo, ni solidaridad por los demás que lo necesitan, es otra deshumanización más que avanza con el precio de que es una medicina amarga que debemos tragar, digerir y aceptar como la panacea que va llevarnos al futuro.

Por hoy es una transición que va definiendo en cada decisión individual que se toma, lo prescindibles que somos, por más que se publicite en redes sociales que la vía, que la ruta es la correcta, muchos sectores poblaciones van quedando atrás sin oportunidad a pasar a un supuesto constitucional, incumplido históricamente de bienestar común.

Nuestra sociedad ha sido basada en el derecho individual, fijado en la frase de más vale tener que ser, y en la dominación de pequeños grupos oligárquicos que hoy disputan la hegemonía económica en el juego.

Si yo estoy bien, no es cierto que los demás lo estemos o podamos estarlo, puesto que somos dominados por las ideas nuevas de alguien que lo tiene todo y que con el poder acumulado va siendo muy autocrático para definir la vida de los sectores populares mayoritarios. Por hoy estos sectores que con la pandemia y el claustro obligatorio de marzo 2020 y las consecuencias sociales, económicas y políticas que se derivaron de la medida tomada, dejaron honda huella en las vidas de mucha gente, marcas inolvidables, por la afectación en su microeconomía, en su salud, en su vida laboral y social, en sus relaciones comunitarias, en sus relaciones familiares, en toda su vida de relación como sociedad.

Si yo sigo estando bien, como está entonces la economía, podemos decir porque alguien que domina lo dice, que está bien, y los regímenes de salud, educación, vivienda, seguridad ciudadana ¿están bien? Porque alguien que maneja bajo su poder casi todo, entonces ¿se colige que todo está bien?

No, la vida cotidiana está mal, que todo mal debe terminar para dar paso a algo bueno, mejor, estamos claros que es así el proceso, pero vamos o está delineado ese camino de tal manera que vamos seguros a un buen puerto, no lo sabemos, o al menos así como se enmarca no vemos que pueda ser mejor, que debemos arriesgarnos y estar dispuestos a cambiar el orden establecido, estamos de acuerdo, que fuerzas pro sistema siguen luchando por defender su estatus quo también lo vemos, que puede estar pasando una oportunidad para no seguir siendo lo que hemos sido puede ser cierto, que todos sabemos nunca ha sido para potenciar un modelo de desarrollo humano, capaz de potenciar satisfactores sinérgicos e individuales que nos lleven a una conquista segura de las necesidades identificadas de todo ser humano, olvidando la idea de tener bienes y servicios o para cubrir necesidades que caen en deseo, por su carácter consumista.

Queremos entender como necesidad humana, qué es lo que se quiere, a dónde se pretende llevarnos, eso es válido, lo que no es aceptable, que lo haga rodeado de las mismas pirañas que lo hicieron socavar en el pasado, que nunca se avaló participativamente por el pueblo, que ese director, que ese ministro, que ese magistrado, que ese diputado, que ese concejal, son personas intachables, éticas, progresistas, que responden a los demás antes que a sí mismos.

Insistimos que la creatividad es una necesidad humana que hay que potenciar para que el talento humano se desarrolle, pero le estamos dando autonomía e independencia a la creatividad para que sea desplegada a sus anchas en todas las actividades económicas que nos propongamos realizar: agro, industria, comercio, servicios; o hemos caído en la demagogia de un hombre que necesita abrirse, dialogar y poner a disposición de la gente la información y el poder para llegar a la meta que todos queremos.

*Sindicalista salvadoreño

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