Mi nombre es Personal de Salud

Nuevamente es el personal de salud quien vuelve al paredón, esta masacre no ha terminado, y me duele el alma cuando una persona que conocí desde su adolescencia y luego fuimos compañeros en Bienestar Magisterial es fulminada más por la indolencia de nuestras autoridades que por el virus.

Por: Francisco Parada Walsh*

Me parto en millones de lágrimas cuando una gran amiga, una colega, una madre se nos va al cielo a formar parte de todo ese coro maravilloso de ángeles que forma el personal de salud.

Todo eso me destroza, me liquida, me fulmina y pierdo la fe en el hombre y en Dios, no se vale que la mejor gente se nos vaya, no, no, no, duele mucho y no puedo entender cómo está su familia, sus amados padres, sus hermanos menores con quienes jugaba futbol en la calle Berlín, urbanización Buenos Aires; no, el dolor es enorme y junto a “Vero” hay una parte de Francisco que muere, no sé qué morirá ahora pero poco a poco voy muriendo, no viviendo, quizá ya no hay lágrimas sino dos cuencas profundas que tienen la mirada perdida.

Ese soy yo. “Si hubiera”, ese verbo tan infinito, tan soñado, tan deseado y pudiera cambiar mi vida por la de mi amiga, lo hago, ya. Soy pecador, he jodido lo que se jode en diez vidas, creo que ya cumplí la misión, no sé cuál pero no es justo que seres maravillosos como mi Vero Querida, se nos vaya. ¿Qué está pasando en el mundo? Sencillamente ha quedado desnudo y podemos apreciar una maldad que nunca imaginé, poco importa quién muere, la vida debe seguir; entiendo perfectamente que todo debe seguir pero la empatía hacia un colega debe existir, y no tanto a una compañera de profesión sino a esa esposa, madre, hija pues al fin, cuando muere una tan sola persona, muere el mundo.

Recuerdo a Verónica cuando venia del Colegio Guadalupano, con sus cuadernos abrazados, su uniforme de pingüina y me decía: “Hola Pancho”; la vida siguió su curso, pasó el tiempo y nos encontramos trabajando para la misma institución y junto a ella, Joaquín e Ingrid nos reunimos con la ministra de educación Dra. Evelyn Jacir de Lovo luchando por los derechos de todos los médicos, fue una reunión que pasó las tres horas y al final todos ganamos.

Hoy, con la partida al cielo de Verónica el mundo pierde a una gran mujer, hija, madre, profesional excepcional; me duele lo que ha sucedido, luchó contra la muerte, no se amilanó hasta el último momento de su vida, hay cosas que se salen de lo natural, de ese curso normal de lo que llamamos salud- enfermedad y el enfermo saca fuerzas de flaqueza, ni la medicina entiende cómo un paciente puede resistir tanto, así fue el caso de mi madre que sobrevivió a un choque séptico y pasó cinco meses y nueve días ingresada, y después de hablar con un siquiatra a quien guardo profundo cariño y agradecimiento como lo es el Dr. Ulises Gutiérrez que me dijo: “Dile a tu madre que ya no luche, que todo va a estar bien, que ya eres médico, que todo saldrá bien” decidí tomar valor y repetirle esas palabras a mi madre, solo recuerdo su rostro que me miraba con severidad, no estaba de acuerdo en desistir de luchar pero poco a poco las fuerzas fueron menguando.

No dudo por un momento que mi amiga Verónica Artiga lucha por sus hijos, por sus padres, por sus pacientes, por un mundo mejor. El cielo está de júbilo, todo el personal de salud infla globos, encienden velas, unos hacen tamales, otros rifas, algunos cocinan sendos peroles de sopa de patas, el olor a gallina asada es inconfundible; los hombres preparan el bar, no puede faltar ese vino que en vano limpia mis venas, el barril topado con cervezas; es Jesús que a paso lento se acerca a ver cómo van los preparativos para recibir a Verónica, él está feliz de tener a una Ángela en su cielo, sin embargo se sienta cerca del bar, le dice al doctor Gerardo Huezo (Gerardo Bone) que le sirva un tequila doble con cara de triple.

Gerardo le sirve el trago y es Jesús quien le dice que lo acompañe, que se prepare otro cachimbazo para él, que quiere preguntarle con qué canción van a recibir a Verónica; Gerardo prefiere un whisky en las rocas del cielo; Jesús, con la mirada al infinito le dice: “Mira Gerardo, todos esos cantos anteriores son muy bellos, todos alaban al Padre, pero ya me están aburriendo, eso de que “Hay ángeles volando” y bla, bla, bla no deja de quizá, aburrirme”, si ángeles son todos ustedes, quizá quiero que todos los médicos ensayen “We are the Chamions”.

Gerardo, con cara de asombro se le queda viendo a Jesús, ante la cara de desconcierto, es Jesús quien le dice: “Bueno querido Amigo, y ¿Qué no son ustedes los Campeones en salvar vidas? Quiero que se escuche fuerte, que todos canten a todo pulmón cuando Verónica entre al cielo; mientras Gerardo sirve otros dos tragos es Jesús quien tararea: “The Doctors are the Campions my friends, and we´ll keep on fighting till the end, the medical doctor are the Champions, no time for losers, cause we are the Champions of the world”

*Médico salvadoreño

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