Descubren una letra desconocida en una inscripción celtibérica

La identificación de una particular ‘S’ en el Bronce de Novallas revela la existencia de un sistema de enseñanza de un alfabeto latino modificado para escribir en celtibérico más homogéneo y unificado de lo que se creía.

Apenas ha llegado hasta nuestros días una quinta parte de lo que fue en origen el Bronce de Novallas, pero en esas once líneas que ni siquiera están completas los investigadores han descubierto valiosa información sobre la lengua que hablaban los celtíberos antes de que se extendiera el uso del latín. Entre los signos de esta inscripción del siglo I a.C., la más extensa en lengua celtibérica escrita con alfabeto latino, los expertos han identificado una letra nueva, desconocida hasta ahora, que debió de reflejar una especie de ‘S’.

«Los celtíberos tienen dos signos silbantes: uno para el que utilizaban la ‘S’ y otro que no tenía una equivalencia en el alfabeto latino. Era necesario para la lengua celtibérica y decidieron añadir un trazo horizontal al pie de la ‘S’ para identificar esa letra», explica Francisco Beltrán Lloris, coautor junto a Carlos Jordán, Borja Díaz e Ignacio Simón del extenso estudio sobre el Bronce de Novallas que acaba de ser publicado por el Museo de Zaragoza.

Según recuerda este catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Zaragoza, la creación de este nuevo signo siguió un procedimiento similar al de la ‘C’ latina, que en un principio se utilizaba también para el sonido ‘G’ y terminó por desambiguarse al añadirse a la ‘C’ un trazo horizontal para convertirla en ‘G’.

El último uso del celtibérico hablado lo atestigua Tácito en sus ‘Anales’ al relatar el asesinato del senador Lucio Calpurnio Pisón en Tiermes (Soria) en el año 25 d.C. Los romanos capturaron al asesino y le torturaron para que revelara la identidad de sus cómplices, pero éste «a grandes voces en su lengua patria gritaba que le interrogaban en vano».

En lengua celtibérica y alfabeto latino

El estudio del Bronce de Novallas arroja además otras tres novedades. Según detalla el catedrático de la Universidad de Zaragoza, «es el primer bronce de gran formato que aparece fuera de la ciudad de Contrebia Belaisca». La actual Botorrita, a 22 kilómetros de Zaragoza, es muy conocida en estudios céltibéricos porque allí se han encontrado valiosas inscripciones. «Solo se conocían bronces de gran formato en esa ciudad y el de Novallas muestra que no era un hecho aislado, sino que su uso estaba extendido por otras ciudades celtibéricas».

Los celtíberos debieron copiar de los romanos el hábito de hacer públicas sobre planchas de bronce las decisiones importantes de un magistrado o un consejo, porque los iberos no practicaban esta costumbre. De estos últimos adaptaron su escritura, que se caracteriza por combinar signos alfabéticos con silábicos, aunque comenzaron a escribir «muy tarde en comparación con los iberos», según Beltrán. Hasta el siglo II a.C. no se generalizaría la escritura entre ellos.

El fragmento hallado en el yacimiento de Chicharroya (Novallas), entre la actual Tarazona, en Zaragoza, y la localidad navarra de Cascante, «tiene la relevancia de estar alumbrando el periodo de transición previo al gran cambio cultural que supuso la latinización», remarca el catedrático. Es el primer bronce de gran formato en lengua celtibérica y en alfabeto latino. En un siguiente paso, la primera se abandonaría en beneficio del latín, la lengua del poder, de la administración, del ejército. La lengua que les permitía viajar y con la que podían leer tratados de geografía, historia, medicina, poesía o teatro. «Fue un movimiento muy espontáneo. Roma no impuso el latín, como queda de manifiesto en la peculiar letra que hemos descubierto», destaca el director del estudio del Bronce de Novallas.

Esta transición se aprecia también en un préstamo del latín que los expertos han identificado en la inscripción. En la placa de Novallas se empleó la palabra ‘publicus‘ (aquello que es del populus, que es público, del Estado) cuando existían palabras celtibéricas como ‘toutika’ que significaba lo mismo. Beltrán cree que tomaron un término romano para describir una realidad que les era ajena.

Al igual que el resto de las lenguas paleohispánicas, la celtibérica (emparentada con el irlandés o el bretón) no se ha logrado traducir y se desconoce el contenido preciso del mensaje de Novallas, pero se sabe que se trata de un texto normativo, público y oficial. Los estudiosos creen que podría regular los espacios que debían dejarse de libre uso en torno a tierras, canales o vías de propiedad pública y en ese contexto se tomó prestado el término ‘publicus’. Para ser un fragmento con solo once líneas incompletas en una lengua desaparecida hace 2.000 años no es poco lo descubierto. «Estamos satisfechos de lo mucho que hemos podido extraer de una lengua que conocemos tan poco», confiesa Beltrán. No es para menos.

Fuente: ABC.

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