El Desánimo venció a mi lucha

Por: Francisco Parada Walsh*

Poco a poco me reviso el cuerpo, hay muchas heridas de tantas batallas, unas se perdieron, otras se ganaron pero lo importante fue luchar, luchar y morir en el intento. Entendí que una letra que se amarra a la cola de otra, se forman palabras, oraciones, deseos y ambiciones; de a poco cada oración se convierte en un arma capaz de destruir imperios y castillos, eso sí, esa frase debe estar impregnada de valor, de honor y de humildad; todo pasa y todo queda, el desánimo y la indiferencia de una sociedad hedonista dieron paso al tedio, a la fatiga, a la derrota. En la medida que escribo me hundo en un fangal de mediocridad, de egos, de materia y de vacíos indescriptibles; todo lo que pasa a una sociedad hueca no es más que la cosecha de lo sembrado, esa indiferencia eterna a que el otro solucione mis problemas, quizá me he tardado mucho en darme cuenta que para someter a una sociedad no es necesario tanques ni fusiles, basta que una sociedad tenga futbol y cerveza y estamos dormidos, perdidos. Cuando importa más qué cerveza tomar a qué libro leer la sociedad está muerta, se suicidó y no nos dimos cuenta porque somos parte de ella.

En un país tan disfuncional no puedo estar exento de tal evento, quizá todo se resuma a quien hala la pita más fuerte y hace caer en el fango al otro, nunca escribí por dinero, por fama, no, aun ni profanaré la palabra escritor para mi persona, eso nunca, soy un loco soñador que creyó en un mundo mejor, un país donde desde el ciudadano presidente sea igual que el más indigente, que todos creamos en un futuro mejor, que nadie esconda nada, que todos nos tiremos al agua, que no haya ventajas, que no haya rencores pero no sucede así; El Salvador de Qué me desanima, me vence esa desidia congénita donde la generación del idiota, del eterno idiota triunfa, todos debemos velar por aquel mientras nadie quiere tener sangre azul y blanco, no, somos indolentes, somos egoístas, somos jodidos. Y cobardes. Topamos. No hay futuro. No espero que un sencillo articulo cambie a una sociedad fraccionada y friccionada, no, siempre me bastó que con tan solo un lector que me escriba y entablemos una amistad es  suficiente, alguien me dice que debo seguir en esa lucha desigual y que basta con un lector que reflexione sobre nuestra realidad para darme por satisfecho y eso haré, seguir escribiendo tratando de dejar un legado, sencillo pero legado al fin.

Recuerdo que hace varios meses le dije al director de El Independiente que deseaba escribir de cinco a diez artículos semanales, hubo un momento de confusión y le recordé que podíamos morir víctimas de la pandemia. Recuerdo esos meses, pensé que seriamos más solidarios y al contrario, sufrí al ver al grande oprimir más al pequeño, siempre esa desigual lucha, el fusil oprime al pobre, el rico oprime al pobre ¿Cuándo terminará esa opresión?: ¡Nunca! Se necesita una sociedad revolucionaria, luchadora por amar lo que le pertenece que es la libertad y no el gol ni la cerveza, no, así no podemos avanzar.

Acá en el área rural todos saben del “Aliancita” ¡Todos! Pero no saben sumar ni restar, no saben que estas montañas fueron bastiones de la guerrilla y ahora caen rendidos a una caja de víveres, recapitulo: “Futbol, cerveza y víveres” y tenemos a una sociedad que ella misma se encadena, se somete, se pone las esposas, se mete al calabozo y tira las llaves al amo, al poder. Quizá sea un desanimo pasajero y debo seguir luchando en todos los frentes de la vida; poco a poco veo que la pista se acorta, vamos llegando al destino, se suben y se bajan nuevos y viejos pasajeros y ahí estoy yo, sin escapatoria, solo con mis pensamientos, mis palabras que cual elefantes se agarran de la cola y caminan hacia el lector, debo seguir, debo luchar; antes de escribir este artículo revisaba otro, el final fue una carcajada que nació de mi alma y eso significa que la lucha venció al desánimo.

Será el juez tiempo el que dictará mi condena: Seguir escribiendo con lo que tenga a mano pero seguir, no podemos desfallecer ante una sociedad ciega, sorda y muda. Yo me leeré, ellos no.

*Médico salvadoreño

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