Miguel Álvarez Castro, el primer poeta salvadoreño

Por: Tirso Canales

Miguel Álvarez Castro nació en 1789, en un lugar distante de San Miguel, al Oriente de El Salvador y falleció en 1856. Fue el primer poeta que podemos denominar salvadoreño, ya que otros cuyos nombres aparecen en escritos de otros autores no tienen referencias de nacimiento en el país, ni sus escritos recogen esencia alguna de lo que podría llamarse salvadoreño.

La poesía de Miguel Álvarez Castro se caracteriza de manera general, por estar impregnada de espíritu patriótico y por reflejar en grandes trazos aspectos de la realidad nacional, como son los acontecimientos de la guerra de clases que se desató a raíz de los sucesos independentistas de 1821, En sus poemas se duele al constatar cómo la ambición de poder llevó a los políticos enfatuados y corruptos a sembrar el dolor, la división y la desgracia en los pueblos centroamericanos, otrora solidarios.

De ello culpa directamente a los conservadores separatistas y los califica de traidores a la causa nacional. En su oda Al ciudadano José del Valle transmite el hondo desaliento que lo embarga al ver fraccionada la antigua Centroamérica, y al contemplar el caos provocado por los grupos locales dominantes.

Citamos parte de un artículo que sobre Miguel Álvarez Castro publicó Francisco Gavidia en 1888, y que fue reproducido en 1897 por la Revista La Universidad: «Este salvadoreño llama doblemente nuestra atención por ser el poeta y escritor más antiguo del país, por su noble carácter, comparable al de muy pocos, y porque nos da un ejemplo del hombre público digno de ser presentado como modelo a la presente generación, ignorante -por cierto- a la filosofía de nuestra propia historia».

«Nació Álvarez Castro a fines del siglo XVIII en una hacienda distante de la ciudad de San Miguel, desconociéndose lo relativo a sus padres, su clase, circunstancia digna de ser considerada cuando se habla de los hombres de aquella época. Fue a educarse a Guatemala, donde no completó una carrera por tener que volver al lado de su familia que necesitaba su apoyo; sin embargo, adquirió lo indispensable para desplegar sus dotes intelectuales. Abrazó con entereza la causa de la Independencia. Demócrata sincero, al igual que José Francisco Barrundia, guatemalteco y Mariano Prado Baca, nicaragüense, figuró en el partido que combatía a la nobleza.»

«La oda a José Cecilio del Valle de Miguel Álvarez Castro, está diciendo que en esta época de serios disturbios, él se había unido a Prado, lo mismo que Vasconcelos y Molina para hacer resistencia al General Arce, Presidente de la Republica, ligado ya con el partido servil o sea de la nobleza de Guatemala.» Manuel José Arce es tenido por la historia oficialista como prócer de la independencia salvadoreña de 1821.

«Tanto por sus ideas radicalmente deslindadas, según lo mostrara el curso de su vida, como por su admiración a Valle (a éste le fue usurpada la presidencia de Centro América en la primera elección de dicho cargo por Arce) y a causa de la preponderancia del partido que había anexado Centro América a México y que después trabajaba por volvernos al dominio español, Álvarez Castro se sentía indignado y lamentó el rumbo que tomaban los asuntos políticos del ltsmo, que en esos momentos históricos eran de vida o muerte para este país.

Así decía a Valle:

Mas ¡hay! que apenas sueltas
De tu mano las bridas,
Torna a encender la tea cruel Belona;

«En que se refiere al triunvirato; 1··del cual Valle fue alma.»

Míranse ¡oh, Dios! envueltas
En lides fratricidas
Las provincias; «al arma ¡sus! se entona;
La ambición se corona;
Todo el orden se invierte
Y la patria copioso llanto vierte.

Estos últimos versos aluden al golpe de estado del general Arce.»
¿Y en tan lúgubres días
De nublados cubiertos
Mi lira ha de sonar? Sí, caro amigo;
En horas tan sombrías
Recuerdo bienes ciertos
Que gozó la nación bajo tu abrigo;
Partícipe y testigo
Fui yo del dulce fruto
Que le ofreció tu celo en fiel tributó.

Así era Miguel Álvarez Castro el primer poeta salvadoreño y su poesía.
“Nuestras pesquisas por encontrar otro poeta que haya florecido antes de Miguel Álvarez Castro, han sido vanas e infructuosas; y él es el único que se nos ha presentado iniciando el derrotero que más tarde siguieron otros predilectos hijos de Apolo. Ayer no más tuvo vida este pueblo, y el recuerdo de sus hombres notables está todavía muy reciente, sin que sea necesario para admirarlos remontarse a épocas muy lejanas.”

Referencia General: La Guirnalda Salvadoreña, Tomo I, Román Mayorga Rivas, Primera Edición 1884, Imprenta Nacional.

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