El Llanto y el Crujir

Por: Francisco Parada Walsh*

El Llanto se encierra en una sencilla habitación. Corre el pasador para que nadie entre. La desvencijada casa pertenece a sus padres, el nombre de su madre es Dolores y el de su padre, hombre de lento caminar es Mortificación. El Llanto no quiere ser visto llorando, se acuesta en la cama mientras llora desconsoladamente.

De repente se escucha el viejo timbre sonar, Mortificación mueve la cabeza como queriendo averiguar quién es, Dolores se recoge de hombros y se asoma por la ventana, es un viejo conocido de la casa, es El Crujir; le abren la puerta, saluda a los padres de su gran amigo El Llanto; mientras El Crujir  toma asiento, Dolores toca suave la puerta, nadie responde, apenas escucha algunos ruidos, cree que son las palomas que revolotean en la azotea.

El Llanto no puede detener el llanto, mientras seca sus lágrimas pasa frente a un  espejo, no puede ocultar sus hinchados y colorados ojos, abre la puerta y es su madre quien le dice: Hijo mío, nuevamente encerrado, sal a dar un paseo pero no me gusta verte llorar querido hijo; El Llanto ríe cínicamente y no puede quedarse callado: ¡ay madre, siempre tú queriendo arreglar mi vida! y ¿Por qué me tocaste la puerta?: Es El Crujir quien te busca; El Llanto sale a recibir a su gran amigo, interrumpe la conversación entre  Don Mortificación y El Crujir y le dice que lo acompañe al cuarto, El Crujir se disculpa y sigue a El Llanto a su habitación.

El Crujir no puede ocultar su sorpresa y no tarda en preguntarle: Llanto, ¿Y por qué lloras?

El Llanto: No puedo más, no soporto lo que estamos viviendo, después que disfrutaba ver llorar a tantos salvadoreños, hoy soy el que llora, quizá no entendía el dolor que viven, pero cuando veo a familias que no tienen que comer, madres solteras que perdieron su empleo y las escucho llorar encerradas no puedo sentir alegría, no, no, los niños lloran de hambre, muchos abandonaron sus estudios y no sé qué será de ellos.

En eso interrumpe El Crujir: Y esto apenas empieza, tu Llanto no será nada, nada amigo Llanto, de a poco empezará el crujir de dientes, de huesos y de tripas; por eso vengo a verte, haz tu trabajo y deja que el pueblo llore, prefiero que seas tú la mayor tragedia que sufra este pueblo, sé que tanto tú como yo solo cumplimos nuestro trabajo sin embargo duele en el alma ver a un país tras corneado apaleado; no es un país rico pero llega uno, llega el otro y lo siguen saqueando y quiero decirte algo, quizá para ti no tenga importancia pero muchos de los que ahora lloran votaron por ese joven, no me alegra que su peregrinar sea un llanto triste pero el fanatismo no les permite ver la realidad  y serán esos ciegos y sin rumbo quienes sufrirán mi crujir, grande será la decepción, bueno, ya lo es, pero esto apenas empieza querido amigo El Llanto; ante lo inminente y la tragedia que vive este sufrido pueblo prefiero que lloren, que queden sin lágrimas, que rebalsen, pues mi trabajo será algo nunca visto por El Salvador.

El Llanto: Mi madre esta desconsolada, todos en la casa estamos tristes pues a pesar de lo duro que es hacer nuestro trabajo alguien tiene que hacerlo, nunca imaginé que El llanto llorara, yo, el fuerte de la casa, ¡El gran hombre! me encierro para llorar, no puedo creerlo!

*Médico salvadoreño

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