La apertura de los templos. Una lectura antropológica

Por: Elio Masferrer Kan (ENAH / INAH – México)

El cierre de los templos y otros lugares de culto ha sido una constante en casi todos los países con motivo de la pandemia. Desde el punto de vista epidemiológico son concentraciones de personas. Donde pueden desarrollarse una multiplicidad de contactos, que eventualmente una persona portadora del virus, incluso sin síntomas visibles podría contagiar a los asistentes. Desde una perspectiva religiosa las lecturas pueden ser diametralmente opuestas.

¿Es el templo la casa de Dios? Los creyentes sinceros, honestos y observantes ¿pueden sentirse protegidos en el templo?, acaso es un lugar peligroso para los creyentes, si fuera así, la enfermedad podría verse como un castigo divino, como un ataque satánico. Los pastores y sacerdotes ¿entonces qué tipo de mediación tienen frente a la divinidad?

Los servicios religiosos y la asistencia a los mismos ¿pueden verse como zonas de peligro? En esta perspectiva ¿estarían más protegidos los no creyentes o no practicantes? ¿Qué relación establecen entonces los ministros de culto con la divinidad? ¿Son hombres (y mujeres) de Dios?

Está arriba de la mesa el cuestionamiento de los ministros de culto como intermediarios de lo sagrado y/o como agentes activos frente a la divinidad. Hace varios años un pastor que estaba haciendo sus estudios en teología y tuvo que estar un mes fuera del país, me comentó, con alivio, que afortunadamente no se había enfermado ningún feligrés mientras duró su ausencia. El “rebaño” se hubiera sentido abandonado por su pastor. Esta preocupación incluye a católicos y no católicos como puede verse en el artículo de Rodolfo Soriano en este mismo Boletín.

Jair Bolsonaro y Donald Trump han tenido una nueva coincidencia, considerar a los servicios religiosos como actividades esenciales y con este criterio han ordenado la apertura de los templos, que en ambos países autoridades sanitarias a nivel estadual y municipal habían ordenado en cierre estos. Varias iglesias, preferentemente las transpentecostales como la IURD Pare de Sufrir han planteado que los templos deben permanecer abiertos, con normas de sanidad estrictas. En varios países latinoamericanos hay misas católicas “presuntamente” clandestinas para los fieles más allegados, lo mismo sucede en el mundo evangélico. Incluso hubo movilizaciones de pastores “que guardando la sana distancia” han protestado por el cierre de templos y las jerarquías católicas discretamente pero incluso con más energía presionan a las autoridades.

Líderes religiosos de distintas creencias han informado a su feligresía que respetando a todos, ellos por las dudas prefieren no abrir sus templos. En México Andrés Spyker dijo “no llamamos cobardes a quienes no han abierto reuniones ni irresponsables a quienes sí”. Un lector comentó algo resignado que:

“Dios tiene un propósito en las casas de todos estos que se pelean por tener la verdad. Pasa el tiempo y él nos espera ahí en nuestro hogar, para charlar y conocerlo. Para que puede hablar con mi esposa, con mis hijos, y pueda saber cómo está su relación con el Señor. Pensemos esto: Dios tiene el poder para eliminar el virus cuando él quiera. ¿Por qué no lo hizo??? Mi Dios es TODOPODEROSO. Entonces, ¿no será que debo escarbar, hasta encontrar el tesoro que realmente tengo en casa?” https://www.noticiacristiana.com/pastor/2020/06/no-abrir-iglesias-debe-visto-acto-cobardia-dice-predicador.html

Caben varias lecturas: la pastoral es que los ministros de culto están preocupados por la salud espiritual de los feligreses y firmemente decididos para cumplirle a sus fieles, una lectura pragmática sería que están urgidos por volver a la normalidad y recuperar los ingresos cotidianos de diezmos, ofrendas, bautizos, matrimonios y misas a pedido.

Complica el panorama que el regreso a la “nueva normalidad” está programado por médicos que en sus preocupaciones no está la concepción de que los templos son la “casa de Dios” y que por ello deben tener atenciones especiales y distintas a un gimnasio o un salón de fiestas. Que los templos no podrán tener más del 25% de su capacidad podría alarmar a muchos. Aunque si tomamos en cuenta al comentario arriba transcrito podría pensarse que los epidemiólogos son parte “del plan de Dios” pugnando por que nos quedemos en casa hasta que “encontremos el tesoro”

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