Fanáticos queman vivo a científico maya en Guatemala

Por: Sergio Del Águila*/

El cruel asesinato del sacerdote maya Tata Domingo Choc Che‘, el fin de semana pasado en el municipio de San Luis Petén acusado de “brujo” por una secta evangélica de la comunidad, ha causado un amplio repudio, cuyas denuncias ponen al descubierto la intolerancia y la discriminación contra los pueblos originarios guatemaltecos.

Choc Ché fue quemado vivo en un horrendo crimen que indigna a los pueblos y enluta a la comunidad científica mundial, pues se trata de un reconocido científico maya Ajq’ij (guía espiritual/contador del tiempo maya) y Ajilonel (herbalista) miembro del Concejo de Guías Espirituales Releb’aal Saq’e’, de Poptún, Petén, a unos 550 km en el norte de Guatemala.

Trabajaba junto a otros estudiosos de la medicina Maya/conocimiento tradicional, en proyectos antropológicos de la Universidad de Zurich, University College en Londres y de Universidad del Valle de Guatemala.  Al momento de su asesinato compartía conocimientos sobre plantas medicinales logrados sobre la base de la observación botánica y de la biodiversidad, la que lamentablemente la ignorancia y el atraso la  “confundió” con “brujería”.

Tata Mingo Choc  (con se refieren a él con respeto quienes lo conocieron), fue un maestro y experto de medicina natural y plantas medicinales, era reconocido –junto a otros científicos indígenas– como un investigador y portador de conocimientos ancestrales, útiles y vigentes para la salud de las comunidades, que en Guatemala reclaman plenitud de derechos.

Según diversas reacciones de periodistas, psicólogos, sacerdotes, historiadores, e indigenistas, el crimen no es un acto aislado, sino es el resultado de la práctica constante de descalificación y ataque al conjunto de conocimientos y prácticas culturales ancestrales de nuestros cuatros pueblos: maya, mestizo, garífuna y xinca.

El psicólogo Marco Garavito, se preguntó ¿Quién prendió el fuego para asesinar a Domingo Choc Che’ ?  y responde: las autoridades deben esclarecerlo también desde la historia y recuerda que el precedente fue sembrado por el conquistador Pedro de Alvarado, cuando en Gumarcaah el día 4 Qat (7 de marzo de 1524) quemó vivos a los reyes quichés, Ahpop y Ahpop Qamahay.

“Casi 500 años después la realidad de discriminación y racismo continua”, señala Garavito quien es presidente de la Liga de Higiene Mental, y quien hace eco de quienes afirman que el crimen contra Tata Domingo Choc Che´ es parte de la desvalorización que por siglos se ha hecho de prácticas cosmogónicas mayas que están vivas e inspiran la lucha de los pueblos originarios.

Por su parte el poeta y columnista, Jorge Mario Salazar Monzón, indignado, condena que resulta increíble e inaceptable que por ideas religiosas se criminalice y ejecute sumarísimamente a personas que cumplen un deber con la comunidad y con madre tierra. “Quien prendió el fuego tiene nombre. No es el simple fanatismo, son personas las responsables”, dijo Salazar al pedir persecución penal contra los ejecutores de este crimen investigado por el  Ministerio Público.

“No olvidemos que la inquisición intelectual y el etnocidio espiritual, se incrustó en Guatemala con la llegada de las sotanas españolas, su biblia y su cruz, todo eso reforzado con la soldadesca y ese ignorante racismo y discriminación cultural que sigue presente hasta nuestros días”, señaló el sociólogo Jacobo Vargas Foronda.

“Para reforzar esa asesina ignorancia llena de dogmas”, agrega Vargas Foronda, los estadounidenses montaron la masiva evangelización desde las filas del

Ejército de Guatemala, “todo organizado por la CIA, llegando a fundar el centro de operaciones religiosa para América Latina a partir de la otrora Iglesia de El Verbo”, operada en Guatemala por el ya fallecido dictador Efraín Ríos Montt.

“Este acto violento y profundamente cruel es la imagen de una sociedad enferma atrapada en pantanos del colonialismo, racismo, prejuicios, ignorancia y prácticas propias de La Inquisición, precisa la escritora, Marcela Gereda.

¿Cuánto conocimiento perdimos y perdieron los pobladores de Chimay al calcinar en llamas de maldad, odio e incomprensión a este maestro del arte de conocer las plantas medicinales?  Se preguntó Gereda a lo que añadió otra interrogante: ¿Cuánto podríamos crecer como sociedad si supiéramos pensar no sobre la diversidad cultural, sino desde la diversidad cultural?

En Guatemala por siglos de racismo y desprecio, los sucesivos poderes políticos y la sociedad no hemos sido capaces de reconocer el inmenso valor existente en el conocimiento tradicional de los Pueblos Indígenas, denuncia la también analista.

Para el director del vespertino La Hora,  Oscar Clemente Marroquín, lamentó que el condenable crimen sea visto como parte del paisaje natural de este país por mucha gente urbana, para quienes se trató de un linchamiento más, en esta patria tan desvalorizada no es una cosa del otro mundo y menos si la víctima es un indígena.

Al comparar la ola de protestas en Estados Unidos por el asesinato de  George Floyd,  Marroquín advierte que es triste reconocer que el crimen de un científico maya, “ni siquiera nos inmuta,  se ve como un linchamiento más, un acto de barbarie” que ha afectado por años principalmente a las regiones más pobres de este país.

*Corresponsal de El Independiente en Guatemala

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