‘Esto es pelota, no se asusten si les ganamos un jueguito’, aseguró Espinoza, quien logró más de 100 triunfos como profesional en la liga de su país y trabajó como ‘scout’ para la organización estadounidense Tigres de Detroit.
En conversación telefónica desde Panamá, donde promociona el tope en el marco de la Serie del Caribe, Espinoza explicó que esta iniciativa busca darle un buen espectáculo a la afición salvadoreña, ‘mayor de lo que muchos creen’.
La diáspora salvadoreña, radicada mayoritariamente en Estados Unidos, aprendió a amar al béisbol y a franquicias como los Yankees de New York o los Dodgers de Los Angeles, destino final de numerosos emigrantes centroamericanos.
‘El fútbol todavía es el deporte más gustado en El Salvador, pero el béisbol también mueve seguidores’, señaló Espinoza, quien destacó la existencia aquí de torneos infanto-juveniles, siete academias y una liga semi-profesional.
Al respecto, en dicho campeonato milita una veintena de legionarios, algunos con experiencia en el sistema de sucursales de las Grandes Ligas del béisbol en Estados Unidos, en particular venezolanos, nicaragüenses y dominicanos.
Por lo pronto, la representación anfitriona se entrena entre las fechas del calendario de liga, conscientes de que enfrentará a un equipo integrado por algunas leyendas del béisbol cubano, como Friederich Cepeda y Danel Castro.
Además, en la escuadra comandada por el legendario torpedero Eduardo Paret hay jugadores que brillaron en el reciente campeonato cubano, como Yosvani Alarcón, César Prieto, Jorge Jhonson, Yurién Vizcaíno y Pablo Luis Guillén.
Para José Luis Avellán, director técnico de la selección salvadoreña, en esta nación centroamericana hay jugadores con talento, pero sin una sistematicidad y oportunidades, dada la brevedad del certamen local (tres meses).
La mayor -quizás única- proeza de El Salvador a nivel de selecciones fue el oro en los Centroamericanos de Tegucigalpa-1990, con dos victorias sobre Nicaragua, que venía de ser subcampeón en la Copa Mundial en Edmonton.