¿Y el Colegio Médico salvadoreño?

(Por: Francisco Parada Walsh)


¿Cómo olvidar las grandes marchas blancas? Ahora recuerdos idos de una extinta unión en un gremio abandonado, vilipendiado, denigrado hasta lo más hondo. Protestas multitudinarias de profesionales, huestes blancas como sus ideales. El blanco de la dignidad que debería representar una noble profesión hoy luce un blanco invisible. Tiempos muertos caídos a la tierra del olvido.

Mucho podríamos aprender de nuestros vecinos hondureños, quienes bajo la colegiación obligatoria protegen y cobijan al gremio médico, lo que ha significado para todos, salarios dignos, regulación del ejercicio tanto público como privado, verdadera defensa gremial, etc. No es que los hondureños tengan un andamiaje social y legal más avanzado y complejo que el nuestro, sino más bien, que el Colegio Médico Hondureño ha tenido verdaderos líderes, genuinamente interesados por el bienestar de todos los profesionales.

Parece que en El Salvador distamos mucho de ellos. La concepción generalizada entre los galenos es que nuestro Colegio Médico es una suerte de “club social”, un lugar para departir, para un par de copas, para una noche loca, ni siquiera elegante, que ofrece apenas algunas charlas sobre formación médica continua.

Recuerdo una historia contada por mi padre, socio del Colegio Médico cuando durante una disertación un colega dijo que el alcoholismo es algo inherente al campesino analfabeta a lo que un honorable colega le cuestionó su discurso al decirle: “Estimado Colega, lamento refutar sus palabras pero en el bar del Colegio Médico se consume más alcohol que en el hospital Rosales”. Fin de la historia.

Lo que dejaron patente las marchas blancas fue la división. Muchos de los que protestaron por medio de la huelga, fueron reemplazados por otros médicos. Las cirugías suspendidas del I.S.S.S. a raíz del paro de labores ¡Se pagaron a precio de ámbito privado, valga sobre redundancia, en hospitales privados!! Lo que significó el enriquecimiento de un selecto grupo de médicos de turno y que luego vemos con asombro como directivos del Colegio Médico.

Pero de seguro lo que más nos y me indignó: Del Colegio Médico salieron incluso diputados, que al poco tiempo olvidaron sus ideales revolucionarios y su afinidad por los trabajadores, para convertirse en políticos muy distantes, “políticos de las montañas del opio”. Supe de algún miembro de cierta directiva, de no mucho tiempo atrás, entre quienes prometieron no aceptar ningún cargo público, aún, levantando la mano al más estilo hitleriano pero a la primera oferta corrió con el rabo entre las patas “tras el hueso” volviéndose en forma paradójica, un enemigo mortal de sus propios colegas y un ferviente opresor.

Es comprensible que el Colegio Médico tenga, por naturaleza propia, antagonismo con el gobierno de turno. Claro, como ente rector de los médicos (al menos de una minoría) debe de señalar las deficiencias en cada sistema de salud y hacerlo con valentía y en beneficio de los agremiados. Pero no es lo que vemos ni hemos visto. Por el contrario, lo notorio y manifiesto, es una clara agenda política personal, personalísima, como los hechos lo han demostrado.

El Colegio Médico no sólo es un club social, un trampolín político personal, sino, algo muy distante del médico, de un gremio reducido a la infamia, desprestigiado, acusado en los tribunales por cada complicación médica, devorado por sus propios colegas bajo marcos legales administrativos cargados de la más grande ignorancia e ignominia.

De esta forma no hay futuro promisorio a la vista. Necesitamos de verdaderos líderes y de un auténtico Colegio Médico para los médicos. Sólo de esta forma podemos atraer a los colegas jóvenes con ilusiones y viejos decepcionados como yo, anhelantes de una figura que los represente y los proteja, que sea completamente apolítica en su ejercicio.

Pero con el sindicato actual si, cual el sindicato más fiel y feroz al servicio del gobierno de turno sea de izquierda o derecha, lo único que se genera en el gremio es desconfianza, distancia y una mayor desunión. Unos por este lado, los otros por el otro. El resultado es el más conveniente para quien ostente el poder y a quien no le interesan las condiciones de los médicos: La colegiación obligatoria es una ilusión, “el caballo de batalla” de quien debe protestar, pero el caballo que devoran al llegar al poder sin tener descendencia europea donde la carne de caballo es un plato gourmet. Infamia, politiqueros de cantina, profesionales sin perfil, sin porte ni elegancia, que luego llegan a diputados…o algo más.

Así no se puede, el gremio médico será tan frágil y vulnerable como lo sea la falta de líderes genuinos…. Y el Colegio Médico de El Salvador, ¿dónde está?: En la Miramonte. P.D.: Por designios divinos no pertenezco a dicha institución luego de renunciar hace más de 22 años. Y no me arrepiento.

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