El consumismo es una enfermedad psiquiátrica

El consumismo es una «enfermedad grande», una «enfermedad contra la generosidad», «una enfermedad psiquiátrica». Lo dijo el Papa Francisco durante la homilía matutina en la Casa de Santa Marta, en la que reflexionó sobre el evangelio del día, a poco del “black Friday”, sobre el tema de la generosidad, invitando a hacer «un viaje» al propio guardarropa para dar a los más necesitados: «¿Cuántos pares de zapatos tengo? Uno, dos, tres, cuatro, quince, veinte—- Yo conocí a un monseñor que tenía 40. Pero, si tienes tantos zapatos, da la mitad».

Francisco comenzó su reflexión a partir del episodio evangélico de la viuda pobre que arroja dos monedas, es decir «todo lo que tenía para vivir», como ofrenda al templo; al contrario de los ricos, que donaban parte de lo que les sobraba. «No son malos», aclaró Jorge Mario Bergoglio, según indicó el sitio Vatican News, «parece ser gente buena que va al Templo y da la ofrenda», pero la viudas da más que todos, porque «da todo lo que tenía para vivir». «La viuda, el huérfano y el migrante, el extranjero, eran los más pobres en la vida de Israel», subrayó el Papa, y la mujer «da todo, porque el Señor es más que todo. El mensaje de este pasaje del Evangelio es una invitación a la generosidad».

Frente a las estadísticas dela pobreza en el mundo, a los niños que mueren de hambre, que no tienen que comer, que no tienen medicinas, tanta pobreza que se escucha todos los días en los telediarios y en los periódicos, prosiguió el Papa, es una actitud buena la de preguntarse: «Pero, ¿cómo puedo resolver esto?». «La generosidad —prosiguió Francisco— es algo de todos los días, es algo que nosotros debemos pensar: ¿cómo puedo ser generoso con los pobres, con los necesitados… como puedo ayudar más? “Pero, padre, usted sabe que apenas llegamos a fin de mes”. “Pero alguna monedita te quedará. Piensa: se puede ser generosos con esas…”. Piensa.

Las pequeñas cosas, hagamos, por ejemplo, un viaje a nuestras habitaciones, un viaje a nuestro guardarropa. ¿Cuántos pares de zapatos tengo? Uno, dos, tres, cuatro, quince, veinte—- Cada uno quiere decir. Un poco demasiado. Yo conocí a un monseñor que tenía 40… Pero, si tienes tantos zapatos, da la mitad. ¿Cuánta ropa que no uso o uso una vez al año? Es una manera de ser generosa, de dar lo que tenemos, de compartir».

El Papa contó también que conoció a una mujer que, cuando iba al supermercado a comprar, siempre compraba para los pobres el diez por ciento de lo que gastaba: daba el «diezmo» a los pobres.

«Nosotros podemos hacer milagros con generosidad. La generosidad de las cosas pequeñas, pocas cosas. Tal vez -insistió- no hacemos esto porque no nos viene a la mente. El mensaje del Evangelio nos hace pensar: ¿cómo puedo ser más generoso? Un poco más, no tanto… “Es verdad, Padre, es así, pero… no sé por qué, pero siempre hay miedo…”. Pero, hay otra enfermedad, que es la enfermedad contra la generosidad, hoy: la enfermedad del consumismo. Siempre comprar cosas, tener…».

Y consiste en comprar, siempre cosas. El Papa Francisco recordó que cuando vivía en Buenos Aires «cada fin de semana había un programa de turismo de compras»: se llenaba el avión el viernes por la noche y se iba a un país a unas diez horas de vuelo y todo el sábado y parte del domingo se iba a comprar a los supermercados. Y luego de regreso.

«Una gran enfermedad, del consumismo, ¡hoy! No digo que todos hagamos esto, no. Pero el consumismo, gastar más de lo necesario, la falta de austeridad en la vida: es enemigo de la generosidad. Y la generosidad material… Pensar en los pobres: “Yo puedo dar esto para que coman, para que se vistan”. Estas cosas tienen otra consecuencia: ensancha el corazón y te lleva a la magnanimidad».

Se trata, por tanto, de tener un corazón magnánimo por donde todos entran. «Los ricos que dieron el dinero eran buenos; la anciana era santa», señaló el Papa que, en conclusión, nos exhorta a seguir el camino de la generosidad, empezando por «una inspección en casa», es decir, pensando en «lo que no me es útil a mí, lo que será útil a otro, por un poco de austeridad». Debemos rezar al Señor «para que nos libere» de ese mal tan peligroso que es el consumismo, que nos hace esclavos, una dependencia del gasto: «es una enfermedad psiquiátrica». «Pidamos – exhortó Francisco – por esta gracia del Señor: la generosidad, que ensancha nuestros corazones y nos lleva a la magnanimidad».

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