Una incansable hormiga

Don Eduardo Ramos

(Por: Walter Raudales).


Cuando inicié el proyecto: “La Red Contacto”, un grupo de apoyo mutuo y proyección social que surgió desde la necesidad de los mismos oyentes en la memorable Radio Corporación salvadoreña (RCS), cuyo programa tenía el mismo nombre de la red: “CONTACTO” y buscaba evidenciar las necesidades y contactarlos con samaritanos para solventar necesidades.

Entre uno de los tantos que conocimos, un día se presentó un señor, de apariencia afable y muy servicial, quien puso a disposición sus talentos. Lo acompañaba una máquina soldadora que manejaba con gran destreza y con la que generaba su sustento para él y su hija. Siempre me llamó la atención que dentro de todo el grupo de colaboradores de la Red, él era muy humilde y alegre de poder servir y ayudar a otros. Le recibí con atención pues emanaba pureza en su mirada.

Cuando le pregunté su nombre me dijo: Soy Eduardo Ramos. Profesión continué: “Hacelotodo” y además, “soldador”. Su ¿Dirección?: San Antonio Abad, me dijo. A todos les asignábamos una comunidad a la que se integrarían para apoyarles conforme a las necesidades que presentaban. Luego el terremoto de enero de 2001 y luego el 13 de febrero fueron motivos para que los integrantes de la RED nos activáramos de lleno a las diferentes necesidades de aquel histórico y nefasto día. Recuerdo que él fue uno de los más dispuestos sin horario ni calendario, atendiendo lo que nos presentaba en esos días grises de El Salvador.

A medida él se iba involucrando le iba conociendo, me invitó a su humilde casa en San Antonio Abad, atrás de la Universidad Evangélica, donde ahora es zona de alta plusvalía y construcción de residenciales, universidades y complejos habitacionales. En el patio de su casa había sembrado mandarinas, aguacates y loroco. Aún recuerdo el ruido de los perros, muchos para mi gusto, los cuales le seguían como ángeles guardianes. Como muchos salvadoreños entre la sencillez, pobreza y necesidades era muy feliz, creo que mucho más feliz de aquellos que cuentan con mucho más que eso.

Seguimos siendo amigos. A pesar que tanto la Red de oyentes como el proyecto radiofónico RSC desapareció. Recuerdo que la radio fue comprada por otros inversionistas y el programa que además era de ayuda social desapareció. Un proyecto realmente desinteresado y de encomiable imitación en nuestros días.

Pasaron los años y don Eduardo no se alejó de mí, siempre me buscaba para que le ayudara a encontrar trabajos que en su mayoría eran informales. La crisis arreció y terminó vendiendo la soldadora y todo lo vendible que era de su posesión. Por su incansable y positiva forma de trabajar lo bauticé como “EL HORMIGA” siempre buscando alternativas para sobrevivir como todos a nuestra manera, preparación y las oportunidades que Dios nos permite.

Don Eduardo, El Hormiga, pasó por un proceso largo para obtener su pensión. Los trabajos de soldador y “hácelo todo” empezaron a mermar. Prestaba dinero y al salirle un trabajo lo pagaba corriendo. Vivía como la mayoría “coyol quebrado coyol comido”. Pero cayó en la necesidad de endeudarse con un banco para solventar una de tantas necesidades. Pero al hacerlo, las vorágines redes de los intereses de una Caja de Crédito devoraron su patrimonio.

Hizo uso de un préstamo hipotecario de 20 mil dólares, dejando en garantía su vivienda, que adquirió con insufribles sacrificios. El valúo hecho por la Caja de Crédito sobrepasaba los 60,000 dólares ya que era una zona con una enorme plusvalía al día de hoy. Necesitaba pagar deudas y quería aprovechar remodelar un poco, venderlo e irse a vivir a un lugar más pequeño y tranquilo con su hija. Esos planes le fueron truncados porque por falta de trabajo estable dejó de pagar algunas cuotas que inmediatamente la Caja de Crédito aprovechó para despojarlo de su patrimonio a él y a su amada y única hija.

Nuevamente al encontrarnos traté de apoyarle con trabajo, pero insuficiente para hacerle frente a los “canívalescos” intereses de quienes buscaron despojarle y al hablar con él me dijo: “Licenciado Walter ya no puedo, ayúdeme”. Entonces lo incorporamos a trabajar con el equipo de El Independiente en distribución, llevar los periódicos a los suscriptores y puestos de ventas, cobrar, vender. Un mil usos con nosotros y muy necesario en el funcionamiento de El independiente.

Mientras trabajaba con nosotros batalló en varios litigios con la Caja de Crédito, fue engañado y estafado por dos abogados, puso un amparo en la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, para no perder su terrenito y su casa. Ganó el amparo, se repitió el juicio, vino la subasta y no hubo quien le ayudara. Ya la deuda de 20 mil dólares se le había convertido en 60 mil por los intereses…. Y en ese batallar mientras repartía El Independiente, al final de la jornada, en un redondel, cuando hacía un alto un carro lo embistió, lo elevó por los aires y su cabeza se estrelló en el muro. Pensamos que había muerto. Pero El Hormiga es “un roble”. En la Sala de emergencias resucitó, hasta hoy le han operado 8 veces la cabeza y su cerebro sigue funcionando, pero su motricidad responde poco, lleva ya año y medio recuperándose, va a terapia y aún no camina, pasa la mayor parte del tiempo en cama o en silla de ruedas. Su abnegada hija Eneida lo cuida con manos de ángel.

Pero la justicia que no atina siguió su curso y los insensibles abogados y jueces ya finalizaron el juicio de desalojo y le han dado hasta el 13 de septiembre próximo, un par de días, para que El Hormiga, en ese estado desaloje su terreno y su vivienda. Pregunté en la Caja de Crédito y nadie escucha, ahora quieren por el terreno 160 mil dólares. ($100,000) más de su valor original.

Eneida, su hija, ha enviado cartas a quien le ha soplado el espíritu, desde el Presidente de la República, periodistas reconocidos, Cardenales Católicos y aun me sorprendió porque le envió una al Papa Francisco. (Me mostró la copia) Y nada. Ayer que hablamos por teléfono le sugerí que dejara el lugar, pero no tienen alternativas, ni familia, ni amigos, ni nadie que responda a su necesidad. Cabe mencionar que hemos aunado esfuerzos todos quienes le conocemos para absorber sus necesidades ya sean médicas, de atención y/o alimentación, entre otras, que por su estado son significativas. También hemos buscado a algunos contactos que son propiedades de fincas y que puedan ubicarlo en una esquina, estoy seguro que él les será de mucha bendición, no sólo por el increíble ser humano que es, sino porque “ayudar a otros” genera bendición de parte de aquel que nos mandó a “amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos”. Con esto recordaba la conocida parábola del “Buen Samaritano” Dios quiera que entre quienes leen esta historia pueda extender la mano de quien será ese “Samaritano” o “Samaritanos” en la vida de Don Eduardo Ramos: “EL HORMIGA” Hemos utilizado este medio como lo solíamos hacer con la RED CONTACTO ante las necesidades del prójimo. Espero de todo corazón como en aquellos tiempos la mano hermana y amiga de quien o quienes “aman a su prójimo como a sí mismo”.

Teléfonos de Eneída Ramos (hija de Don Eduardo): 7606-5181 ó

El Independiente 22648656

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