Ajedrez: ¿Haifa o trípoli? un dilema tan grande

El Amigo


Sí amigos, ¡qué dilema tan grande! Eso dice la canción de Los Panchos, Trío pionero de los trovadores del bolero en voces y guitarras en América Latina y el mundo entero. Pero no es de música que vamos a hablar hoy. ¡Qué lástima! Otra vez será. Si no del juego ciencia como siempre o del ajedrez motivo de esta columna. Efectivamente, en 1976 se presentó en el mundo deportivo de esta disciplina una disyuntiva galana que lo hizo trastabillar. Es decir, tambalearse cuando los países árabes organizaron una competencia Olímpica en Trípoli, Libia, retando a Haifa, Israel, sede de la 22ª. Olimpiada Mundial de Ajedrez. Problema no tan fácil en el que se mezcló la política. El caso es que la FIDE, desde 1924 organismo rector mundial del Juego Ciencia, sin pensarlo tanto dispuso dar la sede a Haifa. No midió las consecuencias. De inmediato la aceptación de unos y protestas de otros no se hicieron esperar. Aquellos eran años de Guerra Fría entre Occidente y el Este. Los primeros se alinearon con Haifa y los países socialistas con Trípoli. Otros no asistieron.

Nosotros en El Salvador habíamos tocado trompetas ya anunciando los fervientes deseos de asistir a una Olimpiada Mundial. No teníamos en cuenta esa disputa, no existía. Ni pensábamos como hacerlo, era cuestión de fondos económicos. Con la polémica antes dicha la oportunidad cayó del cielo. Dios, digamos figuradamente, que todo lo dispone de acuerdo a las aspiraciones y méritos de cada quien, envió los pasajes. O sea, bajaron de las nubes, siguiendo la metáfora; si no ¿cómo? ¿De dónde telas si no había arañas? El ajedrez de por si no es juego de azar, de dinero. La Federación Salvadoreña a este respecto hacía milagros. Prodigios hacía sin money y se las arreglaba.

Fue así como un día de todos, a mediados de 1976, apareció el Cónsul de Libia acreditado en Brasil visitando a los federativos en San Salvador. Almorzaron en el Boulevard de Los Héroes; se discutió el asunto, hubo preguntas, las necesarias. Después de ofrecer los pasajes y estancia gratis incluyendo unos 180 dinares (moneda de Libia, un tanto más de 200 dólares US por cabeza) como viáticos para cada uno al asistir, quedó clara la propuesta. Invitaba a El Salvador a estar presente en la Contra-Olimpiada de Trípoli. Como sobremesa se platicaron temas más bien culturales. ¿Cuántas mujeres puede tener cada uno allá? Preguntó el federativo Armando Argueta, por curiosidad hay que aclarar, no por interés personal. “Tantas como pueda mantener.” Contestó el Honorable Cónsul libio. “Eso no difiere a lo de acá.” Agregó quitándose el tiro al hígado que se le había hecho. “Aquí se tiene una o varias adicionales, públicas o escondidas, sin hacerse cargo de ellas. No difiere en absoluto, es lo mismo.” Remató el Cónsul esgrimiendo su alfanje verbal. Y de veras decía la verdad, pegaba en el blanco.

Volviendo al asunto, la Federación tenía que tomar una decisión. Pero de una vez manifestó al Cónsul la intención de asistir. Estaban todos los federativos presentes si se recuerda bien: Ing. René Valle, Carlos A. Argueta, Sr. Guillermo Alfaro Calderón y Dr. René Meza Sandoval. Así que tomaron una decisión preliminar. Otro convivio-cena con el Cónsul fue en El Churrasco del argentino Abundio, ex jugador fútbol de primera cerca del Café de Don Pedro. El gusanito de ir a un evento internacional estaba sembrado; remoto era que la Federación de Ajedrez dijera que NO. Difícil rechazarla. En efecto, después de consultas con colaboradores y jugadores ésta asumió el reto y se movilizó a tal fin informando al Comité Olímpico. Pidió a su vez la venia porque aquello trascendía las instancias federativas. Era una situación difícil. El Coronel José Larios Guerra “Chepe Larios” que lo presidía, no puso objeción. Mejor aún dio facilidades, animó. Se aclaró que el propósito era el deporte exclusivamente, no la política. Libia estaba en el auge de una revolución socialista; Khadafi, su líder, en el pináculo del prestigio. Pero con fama a su vez de ayudar a quien sea, a grupos terroristas. El asunto sin duda era delicado. Sin embargo: “A nosotros no nos interesaba en lo más mínimo la política ni la ideología. Nos valía un comino. Hoy o nunca, pensábamos, parte del dilema tan grande a resolver” Ha dicho el Coronel Majano, Presidente de la Federación. Lo cual era ciertamente la posición de los ajedrecistas. Nada inconsulto.

Las presiones de Israel fueron fuertes. El Embajador llamó a Casa Presidencial; también a los federativos, se reunió con ellos haciendo contra-propuestas. Ofrecieron facilidades pero ya era tarde. El compromiso estaba tomado. Con cortesía se le aclaró. Como en realidad existía el trasfondo de una batalla ancestral hasta bíblica por la supremacía en el Medio Oriente, el Gobierno conoció el asunto. “Vos querés ir a Trípoli.” Dijo en broma y en serio el Tte. Coronel Rafael Flores Lima, hombre de influencia en Casa Presidencial, al Coronel Majano. Ambos antiguos compañeros de estudios. Majano trabajaba igualmente en Estado Mayor Presidencial cerca del lugar de las decisiones nacionales. Utilizó esta ventaja. “No hay opción.” Contestó Majano a Flores Lima. “No tenemos alternativa.” Una sola señal bastaba y se suspendía el periplo. No la hubo, se apoyó la decisión. Hasta el Ministro Defensa General Carlos H. Romero, intervino. “Si la Federación ha decidido, Majanito, vayan. De nuestra parte no hay problema.” Le dijo y el viaje se hizo.

El Coronel Arturo Armando Molina, Presidente de la República, mostró comprensión, flexibilidad a toda prueba. Dio el visto bueno. Él mismo habló con el Tte. Coronel Adolfo Majano, federativo, deseándoles un buen viaje pues éste iba además como Jefe de la Delegación Salvadoreña a Trípoli. Nombrado por la Federación. Todos estos entresijos tras bastidores no se conocieron en público a nivel de ajedrecistas. Solo vieron que la gira al fin de cuentas se realizó. Niega completamente lo dicho por muchos escritores e historiadores del juego ciencia de que, el Gobierno del Coronel Molina era incapaz de desafiar a EUA y no aceptaba dicha invitación. Completamente falso, la participación de El Salvador a Libia se hizo con el visto bueno del mero Gobierno y el Presidente.

Pues bien, El Salvador no se podía quejar de su suerte. Llevaba un auténtico equipo olímpico con buenas posibilidades pero en el país no lo sabían. Por razones injustificadas indicadas antes, la prensa poco informaba sobre esta viabilidad, dudaban. Majano, Jefe de la Delegación y antiguo Seleccionado Nacional, si sabía que llevaba un grupo bueno. Los conocía, jugaba con ellos. El equipo en resumidas cuentas era un gallo tapado. Una carta escondida compuesta de jóvenes entusiastas que con esfuerzo se habían preparado los años previos. Sin saber que la fortuna deparaba a El Salvador una Olimpiada Mundial. ¿Quiénes integraban la Delegación? ¿Qué currículum tenían dichos jugadores? Esto y la participación directa de la Selección Nacional de Ajedrez en Trípoli será el tema para el siguiente artículo. Lo escrito aquí es la historia, no solo del ajedrez salvadoreño, sino nacional.

Diagrama: las blancas juegan y dan mate en tres.

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