A las puertas de un primero de mayo

Róger Hernán Gutiérrez*

Estamos a las puertas de un nuevo momento histórico en la memoria colectiva, para celebrar los 132 años de la gesta heroica de los mártires de Chicago en 1886.

Habrá para ese día una coincidencia con el evento de la toma de posesión de alcaldes y diputados, cuestión que habrá de opacar la fiesta de la clase trabajadora, en tanto que hay un triunfalismo de los sectores de derecha, que pretenden decir que se ha rescatado el “rumbo del país”, y que la prensa oligárquica contribuye a hacerlo más grande en un discurso falaz sobre los resultados del 4 de marzo pasado, anulando y haciendo nada visibles que la actual asamblea y la próxima tiene una deuda grande con las personas trabajadoras del país.

Para la clase trabajadora la situación no es en nada favorable, dado que los intereses que prevalecerán en la nueva legislatura y la correlación de fuerzas en ese órgano, estará en contra de los sectores populares.

Ello por cuanto la actual legislatura (2015-2018) se ha opuesto a un ejercicio efectivo en favor de la clase trabajadora para el caso la reforma de pensiones que favoreció la privatización en detrimento de la estatización—lo aprobado en septiembre pasado fue en todo una manipulación legislativa en pro de la ganancia y el negocio, en detrimento de lo social y una cobertura mayor.

El uno de mayo en el mundo significa una expresión de lucha, de entrega por la causa de la clase trabajadora: empleo; salarios; condiciones laborales en constante mejora de beneficios y de protección social plena; la plena libertad sindical—oprimida y delimitada por el interés de la ganancia—por qué la asamblea legislativa no genera mayores mecanismos en la ley para proteger los derechos laborales y sindicales.
Una asamblea legislativa donde la aritmética será siempre en suma por los intereses de la ganancia y en detrimento de políticas públicas que hagan que cada persona trabajadora progrese en una realidad económico-social y política cada vez más pauperizada y en crecimiento acelerado hacia el sub desarrollo humano.

La cultura organizativa sindical tendrá que recomponerse a partir de la nueva realidad legislativa y del poder local, uno de los retos mayores, superar la debilidad mental y de acción: factores inmediatos y mediatos caracterizan al movimiento sindical con capacidades mermadas y poco coherentes al accionar político-sindical necesario que demanda la realidad social, económica, política cultural y medio ambiental en la sociedad salvadoreña.

Y hoy en un ámbito legislativo futuro (2018-2021) no favorable para la situación de los derechos laborales y sindicales que van a ser disminuidos existiendo mayores niveles de flexibilización y desregulación laboral. Esto tiene que ver con la forma de producir que cada vez es más explotadora y expoliadora de la gente que trabaja. Esa debilidad dará pie a elementos de poca conciencia y convicción para trabajar la causa sindical dentro del ejercicio de las libertades sindicales más justas y democráticas.

Hemos caído grupos sindicales en el colaboracionismo: siendo una forma de relación que impide el posicionamiento cabal para luchar contra la derechización y por la acción sindical revolucionaria, para enfrentar al poder capitalista, en clara y abierta colaboración con el enemigo de clase.

Importante destacar la razón del mismo, por afinidad ideológica o por coacción y miedo para obtener una aparente subsistencia y conseguir prebendas o favores—esto es la raíz histórica del por qué encontramos un movimiento sindical “blanco” fuertemente arraigado en su temor, posicionado y en contra del movimiento de resistencia social y popular.

Estado de derecho: Es el problema jurídico elemental del país, siendo en la situación nacional imperante la necesidad política de transitar de un marco rígido y sin cambios, históricamente imperante en nuestra sociedad, lo pertinente a las cláusulas pétreas constitucionales, hacia el Estado de derecho nuevo y que fomente y promocione los derechos humanos y la democracia participativa; la Cn. como elemento medular y consustancial de ese Estado obsoleto y anacrónico, tendrá que ir emergiendo con toda su dimensión, conocimiento y estudio, para convertirse en método de construcción de un nuevo El Salvador.

Este uno de mayo, por los vientos que soplan, parecerá una fecha desaparecida o será si la convicción se impone, un punto de inflexión para luchar en la oposición y resistencia contra el estatus quo que amenaza seguir igual favoreciendo los intereses del poderoso, y esperanzados que ello “rebalse” hacia los sectores mayoritarios empobrecidos que son siempre permeables al consumismo y al discurso dominante de los medios de comunicación de la oligarquía.

*Sindicalista salvadoreño

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