Una lucha histórica de la clase trabajadora por sus conquistas

Róger Hernán Gutiérrez*

La construcción de las personas trabajadores, basada en principios de la unidad, democracia, independencia, solidaridad y del sindicalismo de masas, heredada de la organización y lucha de generaciones de asalariados y no asalariados, forjada en difíciles condiciones históricas impuestas por las fuerzas políticas, económicas, sociales y culturales de la derecha dominante.

Que como sindicalismo clasista hemos ayudado a derrotar y evitar que no regrese más al poder institucional, decisivo en las conquistas por cambios y transformaciones, moldeados por la confianza, esperanza y valores de la revolución salvadoreña, vamos hoy desarrollando una actividad que marca el presente en la lucha por el empleo con derechos—sin desregulación y flexibilización laboral— la soberanía nacional y el progreso social, entre otros aspectos consustanciales a los derechos humanos.

Una intervención cada vez más cercana (situación de la derecha en Honduras) es tanto más importante cuando tiene lugar en un contexto en que el país pretende de nuevo ser marcado por una política de derecha, que todos sabemos causa daño y humilla a la clase trabajadora, el pueblo y el país.

Toda la lógica neoliberal que impactó el período 1989-2009, que introdujo el programa de ajuste estructural—donde se privatizaron todos los servicios públicos rentables telecomunicaciones, distribución eléctrica, fondos de pensiones, educación , salud y mucho de la cultura y recreación que hoy tiene en una enorme crisis las condiciones en el arte y cultura nacional.

Se redujeron los impuestos directos a la ganancia de la gran empresa y se impusieron los impuestos regresivos (iva el 10% y luego el 13%), que mantienen en mayores niveles de endeudamiento las arcas del Estado; intereses que han impedido sistemáticamente la reforma fiscal.

Un auténtico programa de agresión, sobre bases de la globalización económica (preponderancia del mercado) que siguió a las firmas de tratados comerciales diversos y a la liberación plena de la oferta y demanda.

Esto ha juntado al resto de los partidos de las derechas, que junto a arena asentaron políticas económicas (dolarización y otras) y anti sociales (falta de cobertura plena de las necesidades y asistencia social a diferentes grupos vulnerables) que acentuaron más la explotación, las desigualdades, y el empobrecimiento de las personas trabajadoras y del pueblo.

Los sucesivos gobiernos areneros impusieron una política que empeoró la explotación, empobrecimiento y regresión de los derechos conquistados, la fuerza de las personas trabajadores, organizados en el sector público fueron reducidos a más de 40,000 (Calderón Sol) y ahora se presiona por las fuerzas de organismos financieros internacionales y arena, por cambios en los servicios públicos, y hay intenciones de reducir la plantilla laboral en el sector público.

Unidos y en lucha, fue determinante para frenar y condicionar esta ofensiva neoliberal y decisiva para evitar el deterioro mayor del tejido de la base social organizada; electoralmente la izquierda ganó el período 2009-2019, y fue una oportunidad para plantearse nuevos retos y trabajar en la reconstrucción organizativa de una concienciación hacia cambios y transformaciones en los derechos humanos.

El proyecto de arena y cía es anti-laboral y anti-social. La condenación de este rumbo de explotación, expoliación y empobrecimiento, el rechazo de una mayoría absoluta partidaria que pretende continuar dominando en el legislativo favoreciendo los intereses capitalistas y la ganancia en detrimento de lo social.

El sentido de cambio político expresado de manera inequívoca por el pueblo (2009 a la fecha), debe continuarse en las elecciones legislativas y municipales próximas, la consecuencia debe ser en una nueva correlación de fuerzas en la Asamblea, hoy constituida por una mayoría de diputados (as) de la derecha que se oponen férreamente a las necesarias transformaciones económico –sociales.

Es esta fuerza de los trabajadores(as), motor de la lucha de clases y de transformación de la sociedad que el capital quiere continuar en su debilitamiento; y volver a tener un aparato del Estado pleno que favorezca la acumulación de la riqueza y privilegios, en un tiempo marcado por la crisis estructural del sistema capitalista.

El sindicalismo de clase enfrenta enormes desafíos revelándose grandes potencialidades. El gran capital utiliza todos los medios para condicionar y determinar la formación de gobiernos genuflexos y su actuación, utiliza el chantaje ( mediatización de grupos sindicales) y no duda en recurrir a bloqueos (presupuestarios), injerencias e incluso a la guerra sicológica, para conquistar posiciones de poder, expoliando recursos del Estado e imponer su política.

*Sindicalista salvadoreño

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