Qué es el glaucoma y cómo tratarlo

Las personas con glaucoma pierden gradualmente la visión con el tiempo, empezando por la visión periférica.

El glaucoma es una enfermedad ocular que daña el nervio óptico, un nervio situado en la parte posterior del ojo que puede provocar una pérdida repentina de visión. Es posible que no notes los síntomas, ya que empiezan lentamente. Un examen ocular completo con dilatación de la pupila es la única forma de determinar si tienes glaucoma.

El glaucoma es la segunda causa mundial de ceguera y una de las enfermedades oculares menos tratadas. Puede tener resultados graves, ya que no hay indicios tempranos, por lo que es difícil de diagnosticar o tratar.

El glaucoma es una categoría de enfermedades oculares que se distinguen por los rasgos físicos, como el glaucoma de ángulo abierto y el de ángulo cerrado.

También se puede diferenciar en primario y secundario, en función de si no hay ninguna otra enfermedad preexistente en el ojo del paciente (primario), o si se ha desarrollado un glaucoma en un ojo que ya tiene una enfermedad previa.

En las primeras fases del glaucoma de ángulo abierto, no hay signos ni síntomas de advertencia, sino que las zonas ciegas en la visión periférica (visión lateral) se desarrollan a medida que la enfermedad se va desarrollando. Por ello, las personas que lo padecen no detectan ningún cambio en su visión hasta que la enfermedad ha progresado hasta el punto de ser irreversible. Por esta razón se conoce al glaucoma como el «ladrón silencioso de la vista». Los exámenes oculares regulares pueden ayudar a tu oftalmólogo a detectar esta enfermedad antes de que cause la pérdida de visión.

Cabe destacar que las personas que tienen diabetes e hipertensión arterial corren un mayor riesgo de sufrir este problema, por lo que es más importante en estos casos el hacerse revisiones periódicas.

Si se diagnostica el glaucoma cuando todavía se encuentra en sus fases iniciales, puede tratarse con medicamentos en forma de gotas oculares diarias. Estas gotas ayudan a disminuir la presión ocular, o incluso reduciendo la cantidad de líquido acuoso que produce el ojo. Otras ayudan a que el líquido fluya mejor por el ángulo de drenaje, reduciendo la presión. Algunos de estos medicamentos pueden producir efectos secundarios, como picor o escozor persistente, ojos rojos, etcétera, por lo que es importante que siga las instrucciones de su médico al utilizarlo y, en caso de que aparezcan síntomas de alarma, consulte con él si es normal o si debe cambiar el tratamiento.

En otras ocasiones, se tiene que recurrir a la cirugía con láser para tratar el glaucoma. Existen principalmente dos tipos: la Trabeculoplastia y la Iridotomía.

La trabeculoplastia es una operación puede utilizarse en lugar o además de los fármacos para las personas que tienen glaucoma de ángulo abierto. Esta intervención se utiliza con el fin de mejorar el ángulo de drenaje. Tras esta cirugía, el líquido drena eficazmente y la presión ocular disminuye.

La iridotomía, en cambio, es aquella operación de láser con la que se trata a los pacientes con glaucoma de ángulo cerrado. El oftalmólogo utiliza un láser para hacer un pequeño agujero en el iris que facilita el paso del líquido al ángulo de drenaje.

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