¿Los traumas de los padres pueden dejar secuelas en los hijos?

Vivir una experiencia traumática puede ser una de las pruebas más difíciles que enfrenta un individuo en la vida. El trauma puede manifestarse de muchas formas diferentes y puede surgir como resultado de sucesos como la violencia, el abuso, desastres naturales, accidentes graves o la pérdida de seres queridos.

Por: Pablo Mora*

Según los expertos en el campo de la psicología y la salud mental, el trauma puede definirse como cualquier evento abrumador que cause una reacción de miedo intenso, desesperanza o impotencia. Pero, ¿pueden dejar los traumas de los padres secuelas biológicas en sus hijos?

Numerosos estudios han explorado esta cuestión utilizando modelos animales. Por ejemplo, algunas investigaciones en roedores sugieren que la exposición a estrés prenatal puede afectar la expresión génica en la descendencia. En humanos, aún no se disponen de suficientes pruebas sólidas, pero se han observado ciertas asociaciones entre la exposición de los padres a eventos traumáticos, como la guerra o el abuso, y un mayor riesgo de problemas de salud mental en sus hijos.

Algunos expertos plantean que uno de los mecanismos para explicar este fenómeno podría ser la transmisión de cambios epigenéticos a través del esperma y los óvulos, que luego pueden influir en el desarrollo y la función de los sistemas biológicos en la descendencia. En cierto modo, se cree que estos cambios epigenéticos pueden afectar la forma en que se regulan los genes relacionados con el estrés, la ansiedad y otras respuestas fisiológicas y emocionales.

En este sentido, algunas investigaciones han profundizado en este asunto para comprender cómo se transmiten estas influencias de generación en generación y cómo pueden afectar a la salud y al bienestar de los descendientes.

Efectos del trauma

En el caos que siguió al colapso de las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001, un equipo de médicos de la Escuela Icahn de Medicina de Mount Sinai (Nueva York) se encontró con una situación inusual: 187 mujeres embarazadas que habían estado expuestas al terror y al humo ofrecieron voluntariamente someterse a evaluaciones médicas.

Este evento marcó el comienzo de una investigación que más tarde arrojaría luz sobre cómo las experiencias traumáticas pueden impactar a las generaciones futuras a través de diversos mecanismos, incluidas las vías epigenéticas.

Rachel Yehuda, catedrática de psiquiatría y neurociencia, del Centro de Psicoterapia Psicodélica e Investigación del Trauma de Mount Sinai, lideró este trabajo pionero en el campo de la transmisión intergeneracional del trauma. “Las experiencias adversas pueden influir en la siguiente generación a través de múltiples vías, y todas parecen involucrar la epigenética: alteraciones en la forma en que funcionan los genes”, tal y como ella misma expresó.

En concreto, la epigenética, un campo emergente en biología, ofrece una explicación de por qué los efectos del trauma pueden perdurar tiempo después de que la amenaza inmediata haya desaparecido, y podría explicar los diversos caminos por los cuales el trauma se transmitiría a las generaciones futuras.

El trabajo de Yehuda no solo se basa en la teoría, sino también en observaciones clínicas concretas. De hecho, un encuentro en la década de 1990 con hijos adultos de supervivientes del Holocausto reveló un patrón preocupante de síntomas psicológicos y biológicos compartidos.

Estos hijos, cuyos padres habían sobrevivido a los horrores de Auschwitz, experimentaron ansiedad, culpa y trastornos del estado de ánimo, además de presentar niveles anómalos de cortisol, una hormona relacionada con el estrés, tal y como señala la investigadora.

Y aunque la conexión entre el trauma de los padres y la vulnerabilidad de los hijos a las enfermedades mentales parezca evidente en estas historias, los investigadores se muestran cautos en este sentido ya que los trabajos más consistentes hasta la fecha se han realizado en modelos animales, y por el momento, “no es posible atribuir los efectos intergeneracionales en humanos a un único conjunto de determinantes biológicos o de otro tipo”, según los investigadores.

Con todo, como indica Yehuda, “la respuesta epigenética puede servir como una adaptación que podría ayudar a los hijos de padres traumatizados a hacer frente a adversidades similares”. Así, esta psiquiatra sugiere que, si bien los efectos del trauma pueden ser preocupantes, también pueden ser una forma de preparación para hacer frente a obstáculos futuros.

Además, el hecho de que el trauma pudiera dejar secuelas biológicas en los hijos plantea preguntas importantes sobre el tratamiento y la prevención. En este contexto, Yehuda y su equipo han explorado cómo la terapia cognitivo-conductual puede influir en los patrones epigenéticos, ofreciendo una vía prometedora para la intervención temprana y la curación.

La importancia de las experiencias pasadas

No obstante, además de la epigenética, la investigación de Yehuda ha revelado otros mecanismos a través de los cuales el trauma se podría transmitir a las generaciones futuras. Estudios en animales han demostrado cómo las experiencias traumáticas pueden alterar la expresión génica en el esperma y los óvulos, influyendo en el desarrollo y el comportamiento de la descendencia. Al mismo tiempo, la exposición prenatal al estrés ha demostrado tener efectos duraderos en la salud y el bienestar de los niños, lo que pone de relieve la importancia de cuidar el bienestar de las madres durante el embarazo.

Esto subraya la importancia de abordar el trauma no solo a nivel individual, sino también a nivel familiar y comunitario, reconociendo que las experiencias pasadas pueden influir profundamente en el presente y el futuro.

“A medida que aprendemos más sobre las formas en que las vivencias catastróficas han moldeado tanto a quienes las vivieron como a sus descendientes, estaremos mejor equipados para enfrentar los peligros actuales y futuros, enfrentándolos con resolución y resiliencia”, concluye la investigadora.

* Periodista científico

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