Pero, y el sindicalismo sigue siendo un interlocutor válido y un factor de equilibrio social

Lon los resultados electorales, el movimiento sindical se autodestruye a sí mismo, por cuanto no reconocer que esa situación no conduce a un fortalecimiento organizativo, nos pone en un proceso de debilitamiento continuo, en tanto hemos perdido nuestros valores de independencia, autonomía y democracia participativa al apoyar algunos grupos sindicales identificados con el continuismo del gobernante.

Por: Róger Hernán Gutiérrez*

La nueva realidad requiere que el poder sindical continúe en la vía de seguir siendo un interlocutor válido; y un factor de equilibrio social, sin embargo, deslucirse en apoyos políticos hacia la figura del gobernante, debilita sustancialmente los procesos democráticos para alcanzar niveles cualitativos importantes de diálogo social con los tomadores de decisión, con el gobierno de turno y con los sectores empresariales que ven en la persona trabajadora una mercancía—vendible y comprable—.

Así también, impulsa a procesos organizativos de debilitamiento de lo social en el país, con mayores niveles de anulación y desprotección jurídica de derechos laborales y sindicales en pro de la persona trabajadora, pero si en función del mercado y de los intereses sectarios de grupos económicos y políticos de dominación nacionales y extranjeros. La política pública actual que respalda la continuidad de Bukele, no demuestra en la práctica el mejoramiento de salarios ni de condiciones socio laborales que trabajen hacia mayores y/o mejores niveles de bienestar socio económico, tanto para grupos laborales en la formalidad ocupacional, como de las mayorías que viven en el desempleo, la sub ocupación, la marginalidad y exclusión socio-económica.

Hay cambios importantes en los grupos laborales para ejercer sindicalismo de manera más cualitativa en el futuro cercano, y de no hacerlo será poco halagüeño seguir con una postura independiente y autónoma y en lucha por espacios democráticos que han ido cediendo por el autoritarismo y la autocracia imperante. No obstante, siempre es importante que se trata de un factor imponderable de equilibrio social, en tanto su trabajo, su acción laboral está referido a la representación de la humanidad que labora en diferentes actividades laborales.

Los sindicatos son interlocutores válidos, pero la pérdida de identidad propia, sometidos a directrices de funcionarios(as) que han perdido la concepción de función pública—servicio a la comunidad; la participación con escasos niveles de compromiso y responsabilidad para con la sociedad en que vivimos, aunado a la fallas en el entendimiento de la coyuntura y la realidad autocrática y autoritaria, denotan también dificultades para serlo; la prevalencia de altos niveles de subsistencia y los asuntos de seguridad, han envuelto los factores estructurales dominantes, que lleven a alcanzar este rol de interlocutor social ante grupos políticos, económicos y sociales.

El mundo del trabajo, dotado de nuevas tecnologías está impactando la base cuantitativa en el movimiento sindical; sin embargo, la formación profesional elemento sustantivo y esencial para una resiliencia sindical y laboral importante a ese mundo, no se sabe dónde ha quedado, fusiones y reformas legales no permiten sustentar y menos aclarar las propuestas y, sólo se observa una cooptación de las cotizaciones de las empresas en el Instituto de Formación Profesional, bajo su dominio y arbitrio hasta hace poco tiempo.

El mundo del trabajo en el país, está siendo modificado en una clara deshumanización, y bajo la lógica de oferta y demanda, flexibiliza derechos laborales y se va en diferentes procesos desregulando la legislación laboral, eso lo impuso arena en sus años de gobierno( 1989-2009); y ahora simplemente se recoge con una que otra diferencia coyuntural, en el fondo hay problemas para impulsar políticas públicas de empleo, de mejoramiento del sistema de salarios; de prestaciones socio económicas que mejoren sustancialmente las condiciones socio laborales en la empresa pública y privada.

Factores de desprotección social se hacen evidentes en este ejercicio gubernamental y empresarial, y el continuismo profundizará la acción y desarrollo de procesos productivos de bienes y servicios deshumanizantes y con prevalencia de sustituciones, relevos, desplazamientos, despidos de personas trabajadoras, que por edad, por nula y poca calificación laboral, por estar sindicalizados o por estar en puestos claves institucionales, no son útiles al esquema público que se pretende imponer.

Los factores de la producción están demandando nuevas formas de producir, introduciendo factores de imposición y tecnologías, y el sindicato no está preparado para la defensa de las personas trabajadoras, y el factor cuantitativo ha ido mermando y debilitando la acción de protesta identificada con mecanismos como la formación y desarrollo de organización sindical, las capacidades y competencias para la negociación colectiva e interlocución equitativa con la empresa y el diálogo social en virtud de un tripartismo sano y colegiado, y de la huelga, y por tanto desvalorando su calidad de interlocución y equilibrio social.

Es por ello que toca aferrarse a las capacidades y competencias de sus líderes, a la extirpación de grupos sindicales anquilosados, poco calificados y desprovistos de autonomía e independencia política. Lo cualitativo es la meta a alcanzar y para ello es siempre importante el fortalecimiento de la interlocución y equilibrio sociales.

*Sindicalista salvadoreño

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