Aspectos que sostienen la estructura del sistema de opresión y que responden al esquema de sumisión y falta de transformaciones en la clase trabajadora del país

La caracterización de la clase trabajadora del país de no crecer cualitativa y cuantitativamente en el asocio o afiliación a la organización en sindicato, estos en federaciones y éstas en confederaciones y de aquí a la central única, no es posible por ser personas trabajadoras oprimidas por el sistema de dominación imperante, que anula la conciencia crítica y evita el análisis reflexivo de la realidad.

Por: Róger Hernán Gutiérrez*

Los casos que se nos vienen para el comento son en los sectores privados, en cuanto a la actividad de la industria, donde la anulación de las libertades sindicales, es concreta—el asalariado privado fabril, asume que es “apreciado y tomado en cuenta por las estructuras jerárquicas y verticales, que explotan en el sistema de producción— haciéndole creer que si se faja, si no protesta, sino se revela, sus sueños de promociones, beneficios y mejoramiento de sus condiciones socio-laborales serán realidad.

La estrategia empresarial es crearle y fortalecerle mitos como el de la movilidad social; “querer es poder, si tienes la voluntad lo conseguirás siempre, o creer que puede ser empresario y lo alientan al llamarlo colaborador(a), cual si se tratara de alguien en igualdad y equidad; esto se extiende para la sociedad marginada y excluida, en el trabajo independiente e informal que en mucho se catalogan por el sistema opresor como mini y pequeños empresarios.

Mucho de las libertades sindicales—derecho a organización, contratación colectiva y huelga—se ven anuladas y/o limitadas a sectores productivos específicos, sin embargo, en el caso de las maquilas desde 1990 que se instalaron bajo el régimen de zonas francas, luego de más de 30 años, todavía no se logra un contrato colectivo—los maquileros son ejemplo claro de reforzar una cultura del silencio, quien la rompe es sujeto(a) de despido; y el dueño le impone sus reglas y claramente le intimida que no va ganar los juicios laborales, la conciliación laboral y el diálogo laboral con los representativos del sindicato.

Recientemente conocimos que muchos sindicatos pierden la titularidad, que no es más que no conservar la mayoría más uno de afiliados al sindicato, en relación con la totalidad de personas empleadas en el centro de trabajo—es claro que esta suma es muy alta y difícil de cumplir, por el nivel existente de rotación laboral y número total de personas empleadas; en consecuencia, no se alcanza a cumplir la titularidad y con ello jamás se logra una negociación obligatoria—quedando a la voluntad del patrón.

En el caso del sindicato existente en el Ministerio de Trabajo, acaba de perder su titularidad, por el estado de opresión existente, que debilita la fuerza del sindicato, al establecer que quien esté afiliado a dicho sindicato, será despedido y/o marginado dentro de las relaciones laborales existentes; y en consecuencia, las débiles conciencias en las personas trabajadoras que se encuentran en posiciones de adormecimiento y ceguera, son fácilmente intimidados, y en expresa voluntad se desafilian, ello tiene como respuesta un claro nivel de desunión, debilitamiento de la representatividad; y sobre todo del grado de autonomía e independencia del sindicato de la ligazón con la patronal.

Es claro que la docilidad del grupo sindical en el Ministerio de Trabajo, en el ex INPEP, en Obras Públicas, las alcaldías y en otras tantas instituciones públicas, el precio ha sido muy alto, lo que ha dispuesto una membresía atemorizada, llena de desunión y en clara pérdida de fuerza para el mejoramiento en la defensa laboral y de condiciones socio-económicas contenidas en los contratos colectivos.

El sistema opresor, continuamente, permanentemente y reiteradamente, está anulando la voluntad de la persona trabajadora, quienes se ven abrumados por el fatalismo—aumentando el estrés, la depresión, y en mayor gravedad el alcoholismo, la drogadicción y violencia doméstica; la incapacidad de sobreponerse al ámbito de represión que se vive en el centro de trabajo; y adormecidos y ciegos aceptan la injusticia, la violencia laboral y fácilmente caen en la deshumanización de la persona trabajadora.

Los grupos laborales disidentes, resentidos, venales, traicioneros se encuentran proliferados en el conjunto de la organización sindical, haciendo funcionar la estrategia comunicacional, en las redes sociales, en las unidades de recursos humanos, en la supervisión laboral, para mantener el control de quienes no aceptan la sumisión del sistema opresor; haciendo retrasar la transformación como personas trabajadoras, llenas de inteligencia, pensamiento y acción y, no sometidas al patrón; y con ello retrasando un proceso de liberación hacia unidades laborales—públicas y privadas—y sociedades de mayor bienestar socio-económico, político y cultural.

*Sindicalista salvadoreño

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