El Rojo en Navidad

Dr. Francisco Parada Walsh*

Recién han pasado las fiestas navideñas, fotos aparecen donde el rojo predomina, manteles que engalanan mesas, finos suéteres cubriendo a pecadores, posadas rojizas, mentes que como borregos siguen tradiciones llenas de traiciones y poco importa el verdadero significado del nacimiento de Jesús.

No me meteré a la religión sino a la manipulación y me eriza los pelos que por un momento somos los toreros que masacramos al toro; pero ¿Quién es el toro? El toro que conozco y que viene a visitarme es un pobre con cara de más pobre que apenas tiene con qué vivir, lo poco que entiendo que tal fecha no es una barra libre donde puedo tomar, comer, comprar, regalar lo que se me antoje pues entonces ¿Dónde queda el verdadero significado del cristianismo? ¡A saber! Todo es un culto a los excesos, algo indescriptible que, una persona que cree en Dios prefiera que el capote y la muleta sea esa ropa rojo sangre con el que engañamos al toro prójimo y no dudamos ni por un segundo en sambutirle el estoque hasta la médula al que de lejos, nos ve pasar. Eso somos, sociedades que no son sociedades, apenas un conglomerado que en esa auto gratificación que conlleva el consumo se cree merecedor de lucir ese rojo asesino cuando con sus actitudes matan de hambre y de indiferencia al que la vida le jugó una mala pasada.

Me espanta creer en un dios y ser un simple amante de ritos externos cuando en mi interior poco importa el amor a mi prójimo, rojo maldito que no me dice más que, lucir tal color, casi levito, tengo alas y mientras me atiborro de comida a lo lejos escucho las tripas del vigilante, de mi empleada, de mi gente pero poco importa, la fiesta debe continuar. Prefiero mi desnudez pero jamás profanaría el nombre de Dios cuando lo menos que hago es celebrar su nacimiento sino que brindo por todo, como por todo, grito por todo pero se me olvida orar por TODOS.

Me crispa la sencillez de perder el tiempo mandando a hacer camisetas que duran un segundo mientras el vigilante del pasaje no tiene ni para el pasaje; definamos dos cosas: O somos o no somos; esto no se trata del libre albedrío sino de la falsedad personal más grande que una sociedad pueda vivir ¿Cómo puedo llamarme cristiano si mi vida religiosa apenas dura dos días? Y ¿Qué hago durante los 363 días restantes? Ser ese toro ya no colorado, sino almas desteñidas que, felices por haber comprado basura no entienden ni por la O la verdadera natividad. Ni por cerca aspiro a cambiar a alguien, no, me da asco ver esa hipocresía donde la reflexión dio paso a la intoxicación, donde nadie piensa en el hambre de más de cincuenta mil hermanos que languidecen en las cárceles de Roque Dalton, me aterra formar parte de una sociedad que aparte de violenta es sádica como pocas; no puedo comer a gusto si un perro no ha recibido su cena y ¿Cómo puedo lucir a Dios disfrazado de luces, vajillas con ribetes rojos si soy incapaz de lucir a Dios en mi corazón? No me extraña que lo que vivimos, lo tenemos más que merecido, seres de cera, seres sin luz que hacemos que tome vida aquel cántico navideño: La Virgen (Doña) se está peinando, entre cortina y cortina sus cabellos (Tintes caros y colorados)  son de oro Y el peine de plata fina, pero mira cómo beben los que dicen ser cristianos en el río, pero mira cómo beben por ver al Dios (ídolo dinero) nacido, beben y beben y vuelven a beber Los paganos en el río por ver a Dios (Ídolo dinero) nacer.

Cada quien sabe lo que se debería hacer, sin embargo en un sistema estructurado para el desenfreno, es como complicado no formar parte de él y eso conlleva a ser tan pueriles, tan vacíos que, hombres de muchísima fe, nos bastan dos días para creer que es lo que agrada a Dios. Borregos hasta en la sopa, mientras dejo una pregunta que debe el lector contestarse: ¿Alguna vez se ha acercado a su empleada doméstica (Esclava es la palabra) a preguntarle por sus necesidades reales? ¿Regala las primicias o las sobras? Prefiero que mi altar personal esté colmado de ángeles con colas y bigotes y no mentirme más de lo que me miento.

*Médico y escritor salvadoreño.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

A %d blogueros les gusta esto: