¡Nada Cambia!

Esta canción recitada por la grande Mercedes Sosa es un poema a la vida, mientras la escucho quizá soy uno con el canto, con ese sueño de un mundo mejor, de ser uno con el otro, de agradecer conocer una pobreza que golpea; todo eso es quizá lo que deseo construir, sin embargo la realidad que vivo y la que vive este sencillo país me calla, me tapa la boca, me hinca y me tortura.

Por: Francisco Parada Walsh*

No hay un tan solo cambio que venga de la pureza de intenciones, todo es un retroceso como nunca, sin embargo en maldad, vamos ganando, el mal triunfa y nos guste o no, morimos en vida, poco a poco dejamos de amar, de confiar y por un lado nos matan y por el otro lado, nos matamos.

Cambia lo superficial, cambia también lo profundo, cambia el modo de pensar, cambia todo en este mundo. (El Salvador, ejemplo mundial de cómo no se deben hacer las cosas no cambia ni lo superficial y menos en lo profundo, no cambia el modo de pensar pues el pensar, el tener un juicio crítico está abolido, somos manojos de reflejos donde nuestras prioridades son tan vagas, vacías, sin caldo y delito más grave es el pensar, eso es suficiente para tener a un estado que no piensa, husmeando al que apenas discrepa, sin embargo ¿Cómo pudimos llegar a esto? Lo merecemos).

Cambia el clima con los años, cambia el pastor su rebaño, y así como todo cambia, que yo cambie no es extraño. (No puede el pastor ni el cura cambiar su rebaño si callan el sufrimiento de un pueblo, esquilman a mansas ovejas, quizá algunas prefieren ser ese guanaco, otros borregos, sumisos por genética, ignorantes por derecho propio, callados por cobardes; cuando escribo me impregno no de tinta sino de algún sueño, de creer que algunas líneas sacudirán a algún lector, en primer lugar debo sacudirme yo, luego sé que hay lectores amigos que a lo mejor disfrutan de mis ideas, con eso me doy por servido, no más; en un mundo de egos y táctiles, me basta que tan solo un lector se conmueva, ría, llore, que suceda lo que sea pero que haya un cambio).

Y el más fino brillante, de mano en mano su brillo, cambia el nido el pajarillo, cambia el sentir un amante. (No tenemos ni finos  brillantes ni brillantes en bruto, tenemos piedras pómez que se tiran de cabeza en la vorágine diaria y se hunden cual buzos con escafandra, directo  al fondo, no hay peso, no hay un tan solo valor, somos una sociedad que adora los anti valores, cantamos y bailamos en un cementerio de 20 mil muertos cuadrados, eso somos).

Cambia el rumbo el caminante, aunque esto le cause daño, y así como todo cambia, que yo cambie, no extraño. (¿Quién es el caminante? Lo somos todos, pero una estatua no puede cambiar de rumbo, seres impávidos donde tener un alma anestesiada es el sueño de todos, perdimos el rumbo más creo que nunca tuvimos un rumbo, siempre sometidos por la violencia, por la oligarquía, por rezos y plegarias, siempre dormidos, siempre  dejando que otros nos resuelvan la vida y ahora, que decidan nuestra muerte).

Cambia, todo cambia, sí, señor, ya cayo, ya cayo, cambia, todo cambia, (Cambia, todo cambia), (Cambia, todo cambia). (¡Claro que hemos cambiado! A peores, a más indiferentes, a balar más fuerte que nunca, rebaños de rebaños, todos somos actores de quinta categoría en una trágica novela que los únicos protagonistas que valen la pena son los muertos que gritan desde algún cielo y cada persona asesinada en las cárceles que dejaron de ser clandestinas, ahora la muerte es legal).

Y el sol en su carrera, cuando la noche subsiste, cambia la planta y se viste de verde en la primavera. Cambia el pelaje la fiera, cambia el cabello el anciano, y así como todo cambia que yo cambie, no es extraño. Pero no cambia mi amor, por más lejos que me encuentre, ni el recuerdo ni el dolor de mi pueblo y de mi gente. Y lo que cambió ayer, tendrá que cambiar mañana, así como cambio yo en esas tierras lejanas. Cambia, todo cambia, cambia, todo cambia, cambia, todo cambia, cambia, todo cambia. Pero no cambia mi amor por más lejos que me encuentre ni el recuerdo ni el dolor de mi pueblo y de mi gente. (Cambia, nada cambia, no cambia el indigente, muere siempre más jodido, no cambia el presidente por más muertos que aparezcan, quizá son ellos los ungidos; no hay futuro ni presente más que una vida tan ausente donde todo se resume, en vivir entre lágrimas como entes; nada cambia, nada, todo lo que vivimos es la mayor involución a que una sociedad pueda anhelar. Lo logramos).

*Médico salvadoreño

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