Resultados electorales en Costa Rica: Descontento, abstencionismo y fragmentación

El domingo 6 de febrero los costarricenses vivieron la primera elección presidencial y legislativa desde el inicio de la pandemia de Covid-19. Tal como habían vaticinado la mayoría de las encuestas, ninguno de los candidatos alcanzó el 40% de los votos necesarios para ganar en primera ronda.

Por: Jerry Espinoza Rivera*

Los resultados evidencian además el descontento de la mayoría de los “ticos” frente al actual gobierno y a la clase política en general. Este descontento se manifestó, por un lado, en el elevado índice de abstencionismo (más del 40% de los electores, la cifra más alta desde 1953), y en el apoyo a partidos emergentes.

El candidato de uno de estos partidos emergentes, el economista Rodrigo Chaves del Partido Progreso Social Democrático, obtuvo, según el último corte del Tribunal Supremo de Elecciones con un 88,2% de las juntas electorales escrutadas, un 16,7% de los votos, resultado que le permite pasar a la segunda ronda. El 3 de abril, Chaves se enfrentará a José María Figueres, candidato del Partido Liberación Nacional, quien lidera los resultados con un 27,2% de los votos. Figueres ya gobernó al país entre 1994 y 1998 y es hijo del dirigente histórico José “Pepe” Figueres, quien dirigió al país en tres ocasiones durante la segunda mitad del siglo XX, En la segunda ronda se enfrentarán entonces un candidato de un partido emergente y un candidato de un partido tradicional.

Otra sorpresa fue la votación obtenida por Eliécer Feinzaig, del Partido Liberal Progresista, otro partido emergente, quien obtuvo un 12,3% de los votos, prácticamente el mismo porcentaje que Lineth Saborío del Partido Unidad Social Cristiana, mientras que José María Villalta del izquierdista Frente Amplio obtuvo un 8,7% de los votos. El candidato del oficialista Partido Acción Ciudadana, Welmer Ramos, obtuvo menos del 0,7% de los votos, un resultado catastrófico que también evidencia el malestar ciudadano frente al actual gobierno.

En cuanto a los partidos religiosos, el único candidato que obtuvo un apoyo considerable fue el predicador evangélico Fabricio Alvarado del Partido Nueva República, quien alcanzó el tercer lugar con un 14,8% de los votos. Cuatro años atrás, Alvarado sorprendió al mundo entero cuando obtuvo el primer lugar en la primera ronda de la elección presidencial en un contexto de polarización a favor y en contra del matrimonio entre personas del mismo sexo y la despenalización del aborto terapéutico. En esta ocasión, la campaña de Alvarado dejó de lado los temas morales y se enfocó más en temas económicos. Utilizando un lenguaje coloquial y campechano y coqueteando con los grupos antivacunas, Alvarado logró mantener una parte considerable del apoyo que obtuvo en 2018. Como en la elección anterior, el apoyo mayoritario a Alvarado se dio en las provincias costeras alejadas del Valle Central (Guanacaste, Puntarenas y Limón). Es importante destacar que los otros dos candidatos de partidos religiosos que participaron en las elecciones, Eduardo Cruickshank del Partido Restauración Nacional y Christian Rivera de la Alianza Demócrata Cristiana, en conjunto obtuvieron menos del 1% de los votos.

El resultado electoral evidencia tanto el malestar ciudadano como la fragmentación del voto en un país que hasta hace unos años se caracterizaba por el bipartidismo y la estabilidad. La próxima Asamblea Legislativa es un claro ejemplo de esa fragmentación, lo que indudablemente dificultará alcanzar acuerdos políticos en esta nación centroamericana.

*Profesor UCR y UNED

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