Hackeo y esclavización: ¿qué hay detrás de los implantes cerebrales que desarrolla Elon Musk?

«La neurobiología está muy lejos de entender cómo funciona el cerebro, y mucho menos de poder descifrar sus señales», dijo la profesora de ética médica y política sanitaria de la Universidad de Pensilvania, Anne Wexler.

La compañía Neuralink ha demostrado que un implante cerebral puede hacer que la mente tome el control de ciertas actividades como jugar un videojuego. Sin embargo, algunos expertos creen que si bien este proyecto de Elon Musk puede tener un fin beneficioso para personas con parálisis, también puede exponerlas a hackeos y hasta esclavizarlas.

Añadió que es probable que los hackers obtengan acceso a los implantes cerebrales y provoquen un mal funcionamiento, pueden tomar el control y causar consecuencias fatales para la persona que posea este tipo de tecnología. El experto Evgueni Voloshin sugirió que esta tecnología puede representar peligros, por lo que sugirió que deberían cumplir con requisitos estrictos, incluyendo la ciberseguridad, antes de ser implantados en humanos.

A su vez, el profesor del Instituto de ciberseguridad y protección de la información de la Universidad Politécnica Pedro el Grande de San Petersburgo Dmitri Moskvin coincidió en los riesgos de ciberseguridad que representan los implantes cerebrales que desarrolla Musk.

«Neuralink es una plataforma robótica con integración de electrodos y análisis de actividad mediante un software especial. Se trata, sin duda, de una tecnología innovadora que puede ayudar a muchas personas con enfermedades neurológicas. Sin embargo, es esencialmente un ordenador ultracompacto con software e interfaces de red.

Cualquier software contiene un cierto número de errores y cuanto más complejo es, más errores hay», señaló.

Según el experto, los implantes cerebrales de Neuralink crean una serie de graves amenazas a la seguridad que prácticamente son imposibles de eliminar por completo, pues existe el riesgo de que se intercepte la información generada por el cerebro para controlar dispositivos externos y esto permita a los intrusos leer la mente de los usuarios sin importar la distancia.

Estas vulnerabilidades pueden permitir ejercer una influencia destructiva en el cerebro que puede empezar desde la limitación de la actividad humana, la muerte y hasta manejar el comportamiento humano con una especie de control remoto inclusive de forma inconsciente y en contra de la voluntad del usuario.

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