Relaciones laborales, una cultura empresarial de impunidad y anti sindicalismo

Por: Róger Hernán Gutiérrez*

La pandemia del covid 19, ha significado mayores elementos de impunidad, cultura anti sindical y laboral, por parte de los empresarios que se rasgan las vestiduras, en una actitud de hipocresía tratando de verse como un sector consciente de la situación por la que estamos pasando; con raras excepciones, más parece la excepción y no la regla. Son orígenes que la pandemia nada más ha fortalecido, dado que históricamente se trata de una clase empresarial con una visión corto placista y centrada en la ganancia y no en la persona.

Hoy más evidente por la manera en que la economía ha sido afectada, el asunto de los costes de producción se ha distorsionado, y en la cadena productiva son los salarios y prestaciones socio-económicas y laborales las que se mueven en rango de claro favorecimiento a los intereses empresariales. ¿Cómo integrar una nueva manera de construir relaciones laborales con equidad, igualdad y sobre todo justicia?, ese es el problema que esperamos tratar en esta oportunidad.

La relación laboral inicia con el derecho a contrato individual de trabajo—que implica una serie de acuerdos, concesiones y requerimientos para ambas partes que actúan en la relación, el que necesita del trabajo para cubrir necesidades individuales y familiares y, vende su fuerza de trabajo por un salario (demanda); y quien requiere de un trabajo productivo que le hagan y por ley debe pagarlo a través de un salario (oferta). En este vaivén de intereses y beneficios es que se centra la relación laboral, y para que nadie abuse de su posición, se da en un marco jurídico de derechos, deberes y obligaciones, para las partes.

A la cuestión de realizar un trabajo para determinado dueño de los medios de producción corresponde el de hacerlo con toda la diligencia, aptitud necesaria, conocimiento, habilidad y experiencia para cumplir con lo asignado, y en correspondencia se le otorgará un salario—el cual es pagado oportunamente, en tiempo, y en la cantidad acordada de antemano en el contrato, más los derechos a que se hace acreedor dentro de la relación laboral establecidos claramente en la legislación laboral como salario mínimo; jornada de 8 horas, con tiempos para pausas por necesidades fisiológicas y de descanso, entre otros.

Además debe disponer de las herramientas necesarias para realizar el trabajo, el control y supervisión básica, clara subordinación en la línea de mando, entre otros aspectos que desarrollen a cabalidad el trabajo. Acá entra el nivel de entendimiento mutuo sobre lo que corresponde a cada una de las partes del proceso productivo. El punto acá es que el interés es diferente, para una parte es el cumplimiento irrestricto del trabajo—producto y/o servicio terminado—y a cambio se requiere de un ámbito laboral satisfactorio y dispuesto a cabalidad que derive en un ejercicio laboral para obtener la meta productiva.

Esto es la premisa base que la pandemia ha implicado—que a un trabajo realizado corresponde el pago de un salario—como no se ha dado claramente un trabajo, con la excepción de actividades económicas específicas que no pararon de producir bienes y servicios. Lo que ha derivado en atrasos salariales, incumplimientos en los términos de la protección socio-laboral y económica—pago del programa de salud y pensiones—pago de vacaciones y otras prestaciones; desarrollo de medidas de salud y seguridad laboral, aún más complementadas y desarrolladas debido al problema del contagio.

Se retrasaron los salarios, y otros sufrieron el no pago de los mismos, se suspendieron los contratos de trabajo, sin el debido proceso de manera arbitraria y discrecional en pro del patrón, lo que conllevó a la violación del contrato de trabajo, se despidió sin justificación y clara muestras de cumplir con la legislación, unos enfermaron y murieron resultado o como consecuencia del contagio a la enfermedad.

La relación laboral se fue violentando hasta alcanzar niveles históricos de una total impunidad y acción anti laboral y anti sindical de parte de empresarios, dejando en la incertidumbre jurídica la relación, en detrimento de las personas trabajadoras cuya dependencia del salario es primordial para su existencia—derivándose en procesos de mayor empobrecimiento.

Ahora el asunto es cómo rescatar una relación laboral—se tiene que garantizar un ejercicio productivo en condiciones de bio seguridad excelentes; pago de todos los salarios caídos y prestaciones con responsabilidad patronal; un ámbito laboral de compromiso sobre el respeto pleno a los derechos, cero abusos y arbitrariedades, satisfacción inmediata de todo aquello que sirva para un mejor desempeño laboral.

*Sindicalista salvadoreño

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