Por: Luis Arnoldo Colato Hernández
Consumado en las pasadas elecciones el fraude más descarado – y bajero – que en lo sucesivo hará reír al mundo, sigue considerar nuestro papel de soberano en lo sucesivo.
Se avecina el más voraz proceso de privatizaciones que, si consideramos las manías compulsivas del golpista, supondrán la más profunda, en la medida de ese campo de concentración que terminó siendo otro fiasco del régimen que solo supone la extensión de su proselitismo al aparato carcelario por razones propagandistas
Para lograrlo necesita iniciar un proceso de achicamiento del estado, “para hacerlo más eficiente”, y que en realidad será un engrosamiento del mismo, saturándolo con la peor ralea de sus incondicionales, mientras aumente exponencialmente el costo de su mantenimiento, logrando hacerlo menos eficiente, lo que comprobamos con los pobres logros cosechados después de 5 años y que son expuestos descarnadamente por la banca multilateral, que no tiene problemas en exhibir al país en sus informes como el peor ejemplo de mal gestionamiento regional.
Lo hará teatralmente porque el golpista entiende que solo lo que brilla atrae a las masas. Ese brillo además deriva en los likes que tanto gusta para su cuenta (esa misma que usa para comunicarse con sus seguidores, a los que ve como si de súbditos se tratara, donde a propósito ha colgado una imagen de sí mismo ataviado como rey, auto denominándose “rey filosofo”), logrando la admiración que alimenta y sustenta a su ego.
Seguirán en una escala mayor las expropiaciones a pequeños tenedores de las regiones del país que apetezcan a las élites, concentrando en una escala con precedentes solo en la creación del parque cafetero, que también suprimió los ejidos, la mayor campaña de empobrecimiento que recuerda nuestra historia, y que fuera el giro que supone la maldición de la violencia para nuestra patria: la entrega de la tierra más valiosa a esas élites para que hagan de ellas como quieran.
Los proyectos que se desarrollarán para justificar este proceso generado de ex profeso, por los que se pagarán ingentes y jugosas sumas del erario público, serán su justificación, para luego ser abandonados, como lo han sido todos los emprendimientos del régimen hasta ahora, y luego de cobradas esas jugosas sumas.
No olvidemos que nada que implique gasto público, puede ser examinado.
Por algo será.
Por otro lado, la cuestión inmediata es ¿Qué papel debe asumir la sociedad civil de cara al fraude?
Debemos entender que las elecciones son vistas por el régimen como una herramienta solo útil para alcanzar el poder, por lo que no nos debe sorprender que el fraude haya sido tan burdo, tan bajero; en tal sentido y de cara a que los partidos se negaron a formar un frente de unidad nacional, toca a la ciudadanía, que hasta en un 72% rechazó al régimen no asistiendo a emitir su voto, hacer lo propio.
Un masivo rechazo suscrito está vez en las papeletas será imposible de ocultar.
Y entonces nuestro silencio se hará oír.
