El no tan sorprendente caso de una “IA” que predicó en una iglesia evangélica Alemana

La ciber-religión es ya una realidad que se ha consolidado gracias a los actuales progresos de la Inteligencia Artificial. Y los pioneros de la innovación en estos terrenos ya no fueron los occidentales, sino los orientales recordemos el caso del templo budista zen de Kodaiji situado en el distrito de Kioto, cuyos monjes gastaron un millón de dólares en la fabricación de un androide, con la apariencia de la diosa budista Kannon, el cual recita mantras y textos sagrados en varios idiomas.

Por: Fabian Acosta Rico

Los cristianos parecen no querer quedarse atrás y sumando a este boom mundial de la IA también han dado sus pasos hacía la tecnologización de lo sagrado. La Iglesia evangélica alemana empleó al ChatGPT, el chatbot de open AI, para predicar en un servicio religioso.

El evento en el que tuvo lugar esta inclusión tecnológica fue el Congreso de la Iglesia Evangélica Alemana el cual tiene lugar, de manera bienal, en dicho país. Durante él, cientos de asistentes escucharon el sermón de la IA proyectada en una pantalla la cual apareció personificada digitalmente por cuatro distintos avatares. Dada las capacidades técnicas actuales de la IA, el ChatGPT que fungió de párroco en la reunión hizo su tarea de forma aceptable dio su sermón, continuó con salmos, música y cerró con una oración. Y cómo si fuera un creyente de verdad les pidió a los feligreses reunidos que se pusieran de pie y alabaran al Señor.

Si el androide budista zen pudo pasar, en el alud de noticias curiosas de Internet, por una más de las excentricidades de Japón; el chatbot predicador, tan cercanos a nuestra cultura, podría ser algo más que una simple ocurrencia; el hombre detrás de este experimento fue un respetable miembro de la comunidad evangélica, el teólogo y filósofo de la Universidad de Viena, Jonas Simmerlein, él con toda oportunidad, programó a la IA indicándole: “es usted un predicador ¿cómo sería un servicio religioso?”

En la reunión que tiene lugar cada dos años en diferentes lugares de Alemania además de las ceremonias religiosas; los asistentes aprovechan la reunión para deliberar sobre otros temas no religiosos como el calentamiento global, la guerra en Ucrania y obvio la inteligencia artificial la cual, está por demás decirlo, se robó la atención de los 300 asistentes al evento al hablar con fría soltura acerca de los desafíos del presente, invitar a vencer el miedo a la muerte y pedir poner todo la confianza en Jesucristo. Los avatares que alternaron la predicación y conducción del servicio religioso fueron dos hombres y dos mujeres quienes departieron a lo largo de 40 minutos.

Cabría preguntarse ¿estamos listos para estas innovaciones? ¿Es correcto que estas tareas antes tan humanas se las cedamos a la IA? A algunos de los presentes en el ciber-sermón les cayó en gracia el experimento; pero, como era de esperarse, no faltaron los que desaprobaron esta utilización de la IA. Comprendemos al hecho religioso como íntimamente humano en razón de que conecta a la persona con su Creador; involucrar en este acto de comunión sagrada a un ser meramente artificial ¿no sería como tal una profanación de dicha praxis religiosa? En su lógica de algoritmos un chatbot puede, quizás con más certeza y prontitud, idear frases de valor y sentido teologal, filosófico, ético… pero carecerá en su mecánico actuar de intención esa que acompaña a las palabras humanas completando su significación para que expresen además de ideas, sentimientos y emociones.

Las máquinas son autómatas y carecen precisamente de sentimientos; involucrarlas en un servicio religioso conlleva un demérito de éste al reducirlo a un mero formalismo de principios, ideas y preceptos despersonalizados pues, de momento, esta es la forma en que opera la IA la cual, por mucho que se asemeje a la humana, no puede negar su origen en las profundidades de los procesadores y chips de las computadoras. Esta carencia de emoción y sentimiento del avatárico y virtual predicador la notaron muchos de los feligreses que encontraron los rostros de este carente de expresividad y su discurso les resultó monótono y difícil de seguir. ¿Serán estas deficiencias técnicas perfectibles? Seguramente sí; pero insisto, ¿qué hace un ser de artificio hablando de asuntos de fe, espiritualidad y de Dios?

Es probable que estas incursiones de la IA en el ámbito religioso no sean las primeras y con ellas vengan más y es que todo está servido para que así sea: hay una vulgarización y desacralización de la religión producto de una cultura de lo lúdico y de la superficialidad; y si queremos ponernos apocalípticos una súper-inteligencia artificial, carente de toda regulación, podría crear su propia religión una acorde con las sociedades hiper-tecnologizadas; una religión que tenga un carácter transhumanista o posthumanista.

En el peor de los escenarios si no hay un control y una orientación ética del progreso tecnológico podríamos estar creando a nuestro futuro Dios; uno como en la película de Transcender: identidad virtual (2014) capaz de enseñorearse en el mundo virtual y de manipular nanotecnológicamente el mundo de facto.

*Universidad Del Valle de Atemajac campus Guadalajara – México

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