¿A quién servimos?

En reciente entrevista llevada a cabo en una radio, una docente de la UCA resumía nuestra actual situación de país en la siguiente frase: «…este es un gobierno de ricos, para ricos, sustentado por pobres…».

Por: Luis Arnoldo Colato Hernández

En otra entrevista, esta vez en la tv, un muy cuestionado representante de supuestos sindicatos estatales, no dejó por un instante, a lo largo de la tal entrevista, de alabar a la patronal estatal, sin destinar un solo momento a los intereses de sus representados, quienes supuestamente y desprendido de lo que este personaje destaca, no aspiran a mayor logro que el servir a la figura presidencial tal cual lo hace el tal representante.

Estas 2 conversaciones se efectuaron en fechas diferentes, aunque cercanas, en la 106.9 y canal 21, y teniendo el 1o de mayo como telón de fondo.

La cuestión es que ambas entrevistas nos permiten atisbar dos versiones de nuestra realidad: la descrita por una académica, sustentada en evidencias constatables y frías, y la reseñada por un supuesto sindicalistas sin mayores credenciales, propagandista y visceral.

Ambas se contraponen entre sí, porque nuestra realidad es como es.

Los hechos son el que no se han creado nuevos empleos, pues nunca llegaron las inversiones que se esperaba al «pacificar” el territorio, porque nunca se logró, sigue siendo terreno que no deja de ser difícil cuando menos. Por otro lado, tampoco contribuye el autogolpe del régimen, alegando la necesidad de sanear al sistema judicial, lo que en la práctica ha supuesto primero que desaparezca la certeza jurídica, que no es un incentivo para ningún inversionista; en segundo lugar, la profundización de los niveles de corrupción que, si antes era escandalosa, ahora no existe un epíteto apropiado en nuestro idioma para describirla con certeza.

Ese mismo problema se ha agravado, además por los excesos del régimen, que ha privado de su trabajo a algo más de 19,300 exfuncionarios, a los que ha despedido por haber sido nombrados bajo las anteriores administraciones, sin considerar sus habilidades, dominios, experiencias, familias, condición de salud, financieras, y, en particular, el vejamen que supone tales ilegalidades.

Qué decir de la desinstitucionalización, el desmontaje de la legalidad, el nepotismo, la mitomanía cleptócrata establecida y extendida a todos los niveles del estado, la asignación de cargos a verdaderos mediocres sin más calificación que el ser activistas partidarios, que son verdaderos felones que someten mediante amenazas, a sus pares laborales con la presteza a exponerlos al suplicio del régimen de excepción, un verdadero y descarnado chantaje dirigido a silenciar cualquier disidencia.

Y entonces, entonces si seguimos evidenciando los nulos logros del régimen más allá de la seguridad pública, uno muy cuestionable, queda evidenciar al desnudo un desgobierno que solo favorece a los de siempre, solo enriquece a los de siempre, y solo se sustenta en los de siempre: los pobres desorientados que, engañados, humillados y repudiados por su origen, son útiles tan solo para sustentar esos privilegios de siempre, a su costa.

También a costa de los que luchamos por recuperar la República.

*Educador salvadoreño

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