El Paredón de las Orquídeas

Debería ser donde fusilaran a los amantes, a los santos, a los pecadores, a los santos y pecadores, al injusto, al mentiroso, al ladrón pues nadie debería morir bajo el fuego de las armas. Debemos ser fusilados con disparos de gardenia, de una sobredosis del olor mágico a vainilla de una orquídea, por un rosa que nos quita la respiración.

Por: Francisco Parada Walsh*

Así deberíamos morir. Mientras realizaba mi caminata diaria me fui adentrando por parajes desconocidos, todo más empinado, hubo un momento que debí pensar si valdría la pena morir despeñado mientras grito ¡Te amo Libertad! ¡Te amo Orquídea! ¡Te amo Vida, Te amo Muerte! Fue como algo mágico, fue entrar a un mundo desconocido y al abrir los ojos tengo frente a mí a un paredón de orquídeas, no lo podía creer, caen los gajos, las flores, la belleza y dije: “Ya regresaré, iré a mi lugar preferido,  luego al regresar pasaré cortando unas orquídeas”.

Creo que en la vida debemos tener no solo un lugar preferido ¡Todos y cada uno de los lugares que visitamos deberían ser preferidos! Ese lugar es un árbol de aguacate, me subo de un brinco y me siento por largo tiempo, a mi alcance están las granadillas, agarro y como las que desee, entendí por qué era, es y será mi lugar favorito, subirme a ese árbol me hizo viajar a mi infancia, la paz que da estar en esa soledad y no pensar en nada, más que vivir ese presente unido al pasado.

Luego decidí regresar al Paredón de Orquídeas, no lo encontraba, por momentos me parecía algo raro, recién había estado extasiado ante cientos de orquídeas y de repente no lo veo, no está o no existe.

Sigo escalando y ¡Qué maravilla! Estoy frente a la belleza que dios esconde, no sé si es una piedra que se moverá y encontraré un reino o un cielo tras esa pared, no lo sé; me fascinan todas las plantas y si corto alguna debo cuidarla, no se vale arrancarla de su familia y dejarla que se marchite al no recibir ni agua ni amor. No salía de mi asombro, debía ser cauteloso, una caída y todo acaba pero esa es mi cuerda floja, vivir entre lo seguro y lo inseguro y me quedo con lo inseguro, bueno, si todo en la vida es inseguro.

Entendí que así deberían ser los paredones de fusilamiento, llenos de flores, de rosas, de begonias, lirios, jazmines y de mi flor preferida como son las orquídeas, que el atronador disparo fuese el canto de una alondra, del pájaro león, de no sé qué pajarito que se pose en el hombro del hombre mientras la mujer es cubierta por la piel de su pareja antes de morir de amor.

Que sea el trinar quien avise que los condenados al amor vivirán felices, que será el aroma y el movimiento de las hojas de las orquídeas quienes darán el tiro de gracia; que, una vez inhalado ese aroma mágico no hay vuelta atrás, que la condena será vivir enamorados, vivir amándose por siempre; si es por cielo no deben preocuparse, están a escasos metros de tocarlo.

Si deben vivir los condenados en tierra, que sean sus últimos días la conversión en orquídeas, no sé el género de mis plantas, solo que deben amarse y si el paredón de Orquídeas es por mar, que sean los peces más hermosos quienes jugueteen con las orquídeas y que el pez globo vestido con un apretado tuxedo le regale un manojo de orquídeas a la pez globito, lo importante es que ese paredón debe ser el modelo donde deberán ser ejecutados los amantes y debe servir al mundo a que una flor sea el arma con el que debemos matar al otro, que los botones sean los tiros y de tiro de gracia que sea la magia de la naturaleza, con sus caprichos, con sus bellezas quien nos chinee como a un bebé, dejarnos seducir por un paredón de orquídeas es algo que nunca imaginé y está ahí, cerca de mi pasajero hogar.

Paredón de Orquídeas, contigo descubrí que la magia existe, que pude ver que alguien abría una pequeña ventanilla, no sé si era un enanito de Blanca Nieves, si era un gizmo, un hobbit pero era un ser mágico que mi diaria y aburrida vida poco apoco me prohíbe que crea en ellos. Por eso no sé si ese paredón es una alucinación, no lo sé, sin embargo prefiero vivir de alucinación en alucinación que de dolor en dolor, ya fue suficiente.

*Médico salvadoreño

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