“American Citizen” ¡Viva El Salvador

Grito de batalla del migrante que viajó hacia “Masacre´s Land” hace cuarenta años, con el tiempo arregló sus documentos, es un flamante ciudadano americano y goza de todos los beneficios y maleficios que esa tierra puede ofrecer.

Por: Francisco Parada Walsh*

Sin embargo, como todo buen salvadoreño que por más que imitemos, vivamos o se nos obligue a guardar determinada compostura en nuestras vidas, seguimos siendo aquellos salvadoreños descritos por el grande Dalton:

“Los que ampliaron el canal de Panamá Papers, son los guanacos; los que repararon la flota del pacífico en las bases de California, son los guanacos; los mismos que se pudrieron en las cárceles de Guatemala, México, Honduras, Nicaragua y mueren vapuleados en sus cárceles amparadas por un régimen de excepción brutal, solo por ser pobres, los más pobres;  por ladrones, por contrabandistas, por estafadores, por hambrientos; los siempre sospechosos de todo: Me permito remitirle al interfecto por esquinero sospechoso y con el agravante de ser salvadoreño, de ribete, santaneco, para variar del barrio La Cruz; las que llenaron los bares y burdeles de lujo, de todos los puertos, haciendas y capitales de la zona; los sembradores de maíz en plena selva extranjera, los que lloraron borrachos por el himno nacional bajo el ciclón del pacífico las nieves del norte y siguen borrachos, los primeros en sacar el cuchillo, los reyes de la página roja, los que nunca sabe nadie de dónde son; los mejores artesanos del mundo, los que murieron de paludismo en el infierno de las bananeras, los arrimados, los mendigos, los marihuaneros, eternos indocumentados, los hacelotodo, los vendelotodo, los comelotodo, los tristes más tristes del mundo, mis compatriotas, mis hermanos”.

Sucede que ese “American Citizen” que sigue  siendo ese eterno indocumentado, regresa a su tierra y manda a volar a la U.S.A. y nuevamente grita “Viva El Salvador de Qué” mientras sigue borracho, solo que en finos y carísimos restaurantes; no hay lugar, restaurante, bar, chupadero, puterío que no visiten; traen ese dinero que tanto necesitamos los mendigos, los marihuaneros y en un momento de desintoxicación del alma les pregunto “Si El Salvador de Qué vive en sus corazones ¿Por qué no se quedan a vivir? ¿Por qué no venden sus carros americanos, barbacoas, máquinas para cortar el césped, casas y demás e invierten en comprar tierras por Popotlán? ¿Por qué no regresan a su tierra natal e intentan ir a almorzar cada fin de semana donde “Chepe Aleta”? ¿Por qué la reticencia a no regresar? ¿Por qué  no cambian Wall Street por nuestros cajeros Chivo Wallets? ¿Por qué no poner a sus hijos a estudiar en escuelas públicas si tanto ama a esta patria perdida?

Ese grito de guerra es lo que Dalton describe, siempre mendigos aunque en apariencia lo tienen todo, sin rumbo; se creen gabachos cuando llegan a las playas, ropa de moda, lentes colgando del cuello, hablando en inglés, desean ser rubios, tener los dientes y el trasero rubio pero siguen siendo aquellos negretillos que un día decidieron soltar amarras y buscar un mejor pasto y lo encontraron.

La invitación está hecha, y si no aceptan esta invitación deben gritar ”A la basura El Salvador, viva U.S.A.” ese es su panorama, el mío es totalmente crudo donde veo no los ojos de mis hermanos sino cuencas, miradas vacías sin rumbo y con hambre, cada día la pobreza golpeando  más y más; se ríe por no llorar; es “el gabacho piel oscura” que aun, se mantienen alejados de los problemas del país, de lejitos es fácil arreglar estas tierras, el clavo es vivir y morir acá, aquí no se sobrevive, se sobre muere día a día.

*Médico salvadoreño

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