Vivir de matar

En días recientes comenté que Europa se posicionó como el primer importador de armas en el mundo, además de formar parte de los grandes productores, y toca ahora hablar del que encabeza tradicionalmente el mercado de las ventas que, sin ninguna sorpresa, es Estados Unidos.

Por: Guillermo Alvarado

Así lo ratificó el más reciente informe del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo, donde se señala que en el lustro comprendido de 2017 a 2021 la potencia norteña pasó de controlar el 32 al 39 por ciento de las exportaciones de pertrechos militares.

Los mercaderes de Washington tienen asegurados sus clientes en 103 países del orbe, fundamentalmente en Asia y el mundo árabe, números que triplican los de Rusia, clasificado como el segundo en esta categoría.

Decía que no se trata de ninguna sorpresa porque ese Complejo Militar Industrial ocupa esta posición desde el final de la II Guerra Mundial, un conflicto donde salvo los acontecimientos en Pearl Harbor,  en Hawái, el resto del territorio estadounidense no sufrió prácticamente ningún ataque.

Gracias a esa situación privilegiada, muy diferente a la del resto de la comunidad internacional, al terminar la matanza universal los fabricantes de armas de ese país se quedaron en un lugar dominante que nunca han perdido, sino que más bien consolidaron con el paso de los años.

Los horrores del enfrentamiento llevaron a pensar que quizás era el momento de garantizar la paz como un bien universal, concepto en el que se basó la creación de la ONU, pero las ilusiones duraron muy poco porque nuestra especie, la única en la naturaleza, disfruta eliminando a sus semejantes.

Para el beneplácito de los que viven de la muerte de otros, en breve comenzó otro conflicto, de un nuevo tipo, pero no menos mortal, la guerra fría que según algunos detonó en 1949 cuando la entonces Unión Soviética probó su primera bomba atómica y entró en competencia con Washington.

A la carrera nuclear le siguieron pronto otros hechos que mantuvieron en alza el negocio del Complejo Militar Industrial, entre ellos la guerra de la península de Corea, el fortalecimiento de la joven República Popular China y la prolongada y criminal intervención contra el pueblo de Vietnam.

Ya para entonces mantener la superioridad en esta esfera se convirtió en una absoluta prioridad para la Casa Blanca, que no vaciló en invertir cuantiosos recursos para conseguir sus ambiciones.

Cuando se disolvió la Unión Soviética, se puso fin oficialmente a la guerra fría en 1991 y el “iluminado” Francis Fukuyama declaró el fin de la historia, parecía que esta locura se detendría, pero la realidad demostró lo contrario, la espiral bélica se extiende hasta el infinito, o hasta la nada.

Cómo funciona y porqué tiene un poder casi ilimitado el complejo militar industrial estadounidense, serán tema de próximos trabajos.

Tomada de www.radiohc.cu

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

A %d blogueros les gusta esto: