Oferta electoral de nuestro país

Con los años la ciudadanía en definitiva se manifiesta cansada del modelo político practicado en el país, que solo satisface al 1% de la población [FMI/BM/BID].

Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*

Ello porque es representativo, es decir, la población deriva en los partidos su representación, reduciéndose apenas a refrendar mediante el voto, el programa que nos ofertan, de regular en beneficio de intereses elitistas, no así del soberano.

Ello provoca un hastío generalizado de la población por el tema político, manifiesto electoralmente [para el caso, a las elecciones presidenciales de 2019 asistió el 51,8% de la población, volviéndose el menos votado dado el descrédito que la política partidaria padece/TSE].

Así las cosas, la oferta electoral se constituye por las propuestas y promesas que los diferentes partidos hacen a la población.

Debemos acotar que estas de regular gravitan en torno a la persona o personas que conforman las candidaturas partidarias, dado el valor que le asigna nuestra idiosincrasia y que estima por mucho quien oferta, y no que oferta.

Es decir, se valora por encima del contenido al “envase”, descartándose así la valía de las propuestas.

Como ilustración precedente, en el mismo proceso electivo citado arriba (2019), el partido ganador no oferto nada, girando todo en torno a la persona del actual ejecutivo, sin que incluso a la fecha se conozca ningún plan de gobierno, y todo apunta a que en la administración todo sea producto de la improvisación.

Por otro lado, con la derrota de los partidos tradicionales en el mismo evento, comienza a tomar forma una recomposición de las fuerzas políticas, en la que una pléyade de proyectos partidarios da sus primeros pasos de cara a los futuros eventos electorales.

En principio eso es saludable además de deseable para nuestro país, dado que las fuerzas tradicionales, ya anquilosadas y desgastadas por ser un subproducto del esquema de confrontación este/oeste, responden al modelo representativo, y consecuentemente no buscan ni buscarán resolver las históricas problemáticas que nos afligen.

¿Qué entonces debe constituir una oferta creíble y válida de parte de un proyecto partidario para el soberano?

Debemos subrayar antes de atender esta cuestión, que debemos educarnos en materia electoral y civil, comprendiendo, por ejemplo, que la ciudadanía debe participar en el tema político, negándose a dejar en otras manos la toma de las decisiones que le atañen, siendo así positivamente partícipe de la cosa pública.

Entonces la ciudadanía podrá crear los instrumentos jurídicos para transformar a la sociedad salvadoreña, abordando las temáticas que ahora mismo los partidos posponen, se niegan a abordar o simplemente obvian para satisfacer así a las élites, como pensiones y seguridad, agua y educación, relaciones bilaterales y economía.

Es decir, negarnos como población a participar en política equivale a permitir a un desconocido apretarnos una cuerda al cuello, y, por otro lado, participar sin formación cívica y política, tampoco es participar.

Debemos entonces participar con responsabilidad, eligiendo también responsablemente, comprendiendo que nuestra participación redundará en la nación que verá a nuestros hijos crecer.

Y, queremos que crezcan bien, ¿verdad?

* Educador salvadoreño.

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