¿Dónde están los Jóvenes?

Desaparecidos. El resto, escondidos, buceando en sus táctiles sin un rumbo más que la nada. Vale la pena revisar las pasadas elecciones en Chile, donde un joven de apenas treinta y cinco años destruyó a la dictadura de Piñera; antes de la pandemia, hubo desaparecidos, violencia contra el manifestante; un joven y brillante presidente que los jóvenes salvadoreños deben leer su historia de luchas, hombres que conocen su historia, líderes a los veinte años  y no decir “izimos iztoria”; no, ese joven presidente tiene años de andar en las calles luchando contra los milicos, ese país que, fue de Pinochet por décadas y así, revisar qué papel juegan y DEBEN JUGAR los jóvenes en una sociedad.

Por: Francisco Parada Walsh*

Siempre los jóvenes  han sido los dueños del mundo, los rebeldes, aquellos que no conocen el miedo. Esa juventud revolucionaria no se volverá a ver; acá, hubo un desfile de estudiantes de la Universidad Nacional y creí en esos jóvenes, viajé al pasado pero todo fue un momento de éxtasis y la eternidad como el común denominador; también se pudo ver a jóvenes estudiantes a los que les cerraron los sueños y  las diferentes sedes estudiantiles  protestar, eso fue todo. Mientras, los siguen desapareciendo, sometiéndolos, quitándoles su futuro.

Es fácil entender lo que se vive,  si desciendo de un padre y una madre que en sus tiempos de juventud fueron pusilánimes, timoratos y mediocres como José Ingenieros describe a la perfección  en “El Hombre Mediocre” a nuestra gente, son ellos los responsables de aconsejar a sus hijos para que “eviten los problemas, que no se metan en cosas malas”, así estamos y no hay espíritu de lucha sino de una mansedumbre, de un joven rebaño pero rebaño al fin. Me invade una tristeza que lo mejor de una sociedad calle, no tenga voz, cada quien salvando su pellejo y no existe la capacidad de indignarse, de sentir algo por el joven desaparecido, ¡Si somos el mismo tejido! Nuestros jóvenes, incapaces de revisar nuestra historia, no conocen la verdad oculta de El Salvador y los dividiré en tres categorías: A la primer categoría pertenece el joven que la vida no fue tan benévola con él, y le tocó luchar con todas sus fuerzas y salió adelante, como me dijo un  joven y médico a quien admiro mucho: “Mire Doc., solo tenía dos opciones, o estudiaba o me hacía pandillero”. Esos son los que cambian el mundo.

En segundo lugar tenemos esa masa sin levadura, un pan que no crece, ahí están los millones de jóvenes que creyendo que sus habilidades con el táctil, piensan que será lo mismo demostrar tales destrezas para obtener alimento, trabajo, altísimos salarios, viajar por el mundo; este grupo está totalmente perdido y en tercer lugar está el joven que lo tiene todo, sus padres le dejan el camino trazado y solo deberá estudiar lo que se ha estudiado en la familia y manejar la empresa y casi con toda seguridad serán unos exitosos profesionales, viven y estudian en el extranjero, no conocen la realidad de El Salvador, solo les importa seguir los pasos de sus acaudalados padres. La tienen fácil.

Este artículo va dirigido a esos millones de jóvenes que no tienen las fuerzas para luchar por sus derechos y que de una u otra forma, son otro tipo de desaparecidos. Esto es triste, en la época donde basta tocar una tecla para bajar libros, leer y estudiar se prefiere seguir más ignorantes que antes. Deben ser las generaciones de los ochenta y noventa las que deberán salir a las calles a luchar por los derechos de los “divos de Juárez” ¡Qué tristeza! Parece que este artículo es un tango doloroso que solo lo baila uno; nosotros, los viejos ya luchamos, sufrimos, ganamos, perdimos pero ya hicimos nuestras vidas, deben ser los jóvenes que antes que luchar conozcan nuestra historia y así, sabrán por qué luchan, sino, todo es por gusto; un joven que lee estas líneas debe indignarse ante lo que sucede; a ustedes jóvenes, los están desapareciendo y de muchas formas, los desaparecen físicamente, les niegan el estudio, sus derechos, sus sueños, sus valores, su dignidad.

Pero nadie dice nada, el país retrocede y ustedes jóvenes, no se dan cuenta, creen que morir violentamente y nunca ser encontrados es algo normal, que no tengan derecho a estudiar es la regla y no son así las cosas. Este país que no es país, esta sociedad que más parece un manso rebaño palpita de jóvenes que no les interesa su futuro, y menos su presente; viven apoltronados en las casas de sus padres, hibernan, apenas respiran.

No hay fuerza en el grito revolucionario de la juventud sino música “calmada”, no hay argumentos válidos sino “todo lo sé”, y poco importa lo que se viene; generaciones que no generan nada, todo es buscar la manera de no complicarse, de no saber la realidad, nada raro en este país donde contemporáneos míos, caen rendidos con la baba de afuera ante la sarta de mentiras del ejecutivo; hablo de profesionales que, tristemente no entienden el error de sus vidas, que por su defensa a la nada, serán ellos los que heredarán la mediocridad en sus hijos.

*Médico salvadoreño

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